Diego Urbina, ingeniero aeroespacial colombo-italiano, pasó 520 días confinado con otras cinco personas en una simulación de viaje espacial a Marte (Mars 500), entre 2010 y 2011. De esa experiencia aprendió a sobrellevar los encierros, y por ello, sus consejos se pueden aplicar a la actual cuarentena por el coronavirus.

El experimento internacional conjunto de la Agencia Espacial Europea, Rusa y China, tenía como objetivo evaluar los efectos psicológicos y fisiológicos del confinamiento. El equipo intercultural debía recrear entonces – desde un recinto en Moscú-, esa travesía al planeta rojo, donde ningún ser humano ha llegado.

En una potencial misión, la nave tardaría ocho meses en ir, un mes en Marte, y ocho más en regresar. Entonces, el periodo de confinamiento tenía que ser prolongado. En ese tiempo, Diego no tenía acceso a internet, y compartía un espacio de 180 m2 con los demás tripulantes. El único lugar privado era su cuarto de 3 m2, y el baño.

Las lecciones que le dejó la hazaña fueron las siguientes, que puedes ver con más detalles, aquí:

  1. Reducir las fricciones en la convivencia

Aunque el grupo, del que también hacían parte tres rusos, un francés y un chino, había entrenado conjuntamente en los cinco meses previos, las diferencias culturales eran evidentes. Tantos contextos diversos, en un espacio tan reducido, podría sonar a cóctel de conflictos.

Sin embargo, según explica Diego, la clave consistía en «entender que si uno va a estar con una persona por tan largo tiempo, lo que le conviene a todo el mundo es que no haya esas fricciones». Esto significaba, por ejemplo, «hacer cosas buenas por una persona», si tal vez «uno la había irritado».

Conclusión: Limar asperezas, sobre todo, si se trata de un espacio pequeño.

Integrantes de la Misión Mars 500. Foto proporcionada por Diego Urbina (de la ESA – Agencia Espacial Europea)

2. Mantener el contacto con el mundo exterior (en su caso, a través de cartas)

Aunque la cuarentena implique un evidente distanciamiento social, el mundo virtual permite mantener el contacto social para sobrellevar la situación. En el caso de Diego, la inmediatez en este sentido no era posible, por la falta de acceso a Internet.

«Al final, uno se acostumbra», asegura. La manera de comunicarse era, entonces, a través de cartas que llegarían con una semana de retraso a familiares y amigos.

«Ese contacto, por pequeño que fuera, era la parte más importante de mi día».

3. Utilizar el tiempo libre en «algo útil»

Para Diego y sus compañeros la manera más llevadera de pasar esa especie de cuarentena fue dedicarse a lo que siempre habían «querido aprender», porque aunque en la «nave» hacían experimentos determinadas horas al día, en ocasiones les quedaban hasta ocho horas de tiempo libre.

¿En qué utilizarlo? «Era muy importante buscar algo útil, productivo». En su caso, aprendió a hablar ruso -al fin y al cabo, buena parte de la tripulación era de ese origen-, a dibujar, y a leer.

«Allí me leí 30 libros. Mi objetivo en la misión era… o al menos, quería, leerme todos los libros de Gabriel García Márquez. No alcancé pero me leí 11 de él», cuenta, orgulloso.

«Eso es muy satisfactorio, que uno diga al final de la misión – o de la cuarentena, en este caso-, ‘ah, mire todo lo que hice (…) me trajo tantas cosas'».

4. Tomar las salidas imprescindibles como si fueran caminatas espaciales

El equipo de Mars 500 tenía una única oportunidad para salir del recinto ambientado como nave: después de los ocho meses «en el espacio» debían explorar, finalmente, la superficie del planeta. Entonces, era el turno de las caminatas espaciales (en las que seguían estando aislados).

Eran «momentos críticos. Si uno hace un movimiento en falso con un traje espacial, puede empujar una herramienta y perderla. O puede tener un accidente, hay que tener mucho cuidado», asegura.

En ese sentido, hace la comparación con las medidas de seguridad que se debe tener para evitar el contagio por el covid-19. Esto es, respetar las distancias, y tener cuidado con las cosas que se toca (usando implementos como guantes, o resguardándose detrás de una mascarilla).

«Ese hecho de tener cuidado, de pensar dos veces los movimientos por seguridad, es muy parecido a cuando uno hace caminatas espaciales», afirma.

En su caso, la caminata requería de un esfuerzo adicional: el peso del traje de astronauta. En la Tierra, unos 100 kilos que, traducidos a la gravedad de Marte, serían 30 kilos.

Para el experimento, los científicos retiraron partes del traje real con el fin de ambientar esas condiciones. En todo caso, este hecho requería un entrenamiento físico adecuado.

Así eran los trajes de astronauta que usaban en la simulación. Foto proporcionada por Diego Urbina (ESA)

5. Hacer ejercicio

Para Diego, el deporte no era una opción sino una necesidad. No sólo por poder manejar el traje de astronauta correctamente. También porque el cuerpo se resiente durante las misiones espaciales.

Los huesos se descomponen en  un efecto similar «al de la osteoporosis en la Tierra». Los músculos se atrofian. El ejercicio evita que eso «suceda tanto», aunque no lo impide totalmente.

En el caso de Mars 500 se mantuvo la gravedad terrestre, así que este riesgo no existía… pero sí el hecho de acostumbrarse a ser sedentario.

Por consiguiente, entrenaban intensamente, unas dos veces por semana.

Foto proporcionada por Diego Urbina

6. Controlar las ganas de comer por la ansiedad, revisando el valor nutricional de cada comida

La tentación de comer excesivamente es, igualmente, una consecuencia de estar recluido. ¿Solución? Revisar «el contenido alimenticio» de cada comida, y «balancear las cosas de un modo que normalmente uno no hace (porque cuando va a un restaurante, le dan lo que quieren)».

7. Separar los espacios según actividades

Para luchar contra la falta de productividad al estar todo el día en casa, Diego aconseja dividir los espacios, si es posible, según las actividades propuestas cada día.

Esto significa, por ejemplo, dejar la habitación para dormir, el estudio para trabajar, o la sala como lugar de entretenimiento para ver películas.

8. Escuchar música

La música alegre le ayudaba a estar de buen humor en los momentos de encierro. No solo para hacer aseo, sino también para entrenar, o en momentos de decaimiento emocional.

«La música es muy importante. En condiciones de aislamiento, es muy especial. No sabría cómo describir esa relación», confiesa.

9. Tener tiempo libre

Finalmente, al organizar el tiempo productivamente, y estar todo el día en casa, se corre el riesgo de trabajar incluso más que en otras condiciones. Por ello, «hay necesidad de hacer un buen balance». Sea en películas, series, o llamar a familiares y amigos.

10. Planear para cuando acabe la situación

Finalmente, este experto aconseja tomar este tiempo para apreciar la vida en el exterior, y planear para cuando pase esta etapa. «A nosotros, lo que nos mantenía de buen ánimo era pensar en lo que íbamos a hacer cuando saliéramos».

Puedes ver también una parte de la entrevista, en este enlace de IGTV.

Twitter de Diego Urbina: @DiegoU