No me imaginé que a los casi 30 fuera posible vivir miles de primeras veces como estoy haciendo desde que inicié este viaje sola por el sudeste asiático sin tiquete de regreso. Y no me lo imaginé porque en Colombia aún hay quienes piensan que a esta edad ya “nos dejó el tren” y que deberíamos seguir intentando una y otra y otra vez con una estabilidad que no nos llena. Lo peor es que nos lo repiten tanto que a veces terminamos creyendo, aunque sea un poco.
¿Casi 30? Deberías permanecer 10 años en la misma empresa, aunque tengas demasiado por dar, comparado con lo que haces en este momento, y el sueldo no cumpla con tus expectativas. Algún día te lo reconocerán (“Dios sabe cómo hace sus cosas”). No se sabe cuándo, puede ser en 20 años, pero lo importante es que “algún día” será.
¿Casi 30? Haz lo que puedas por conservar ese novio o prospecto de novio que tienes aunque haya incompatibilidad en lo más básico y sientas que te augura más amarguras que alegrías. Sigue luchando, aunque estés dispuesta a mover cielo y tierra por él y él no quiera mover un dedo por ti. Sigue con él porque puede que más adelante no encuentres a nadie con quien “hacer una familia”.
¿Casi 30? ¿Soltera? ¿“Mochilear”? ¿Qué pasa con tu carrera? ¿Hasta cuándo este impulso? ¿No hay otra manera de resolver esta “crisis”?
Y no. No la había. Me presento: soy Paula Carrillo, periodista hasta los tuétanos, y ejercí como tal hasta el año pasado, cuando decidí dejarlo todo en Colombia para irme sin ataduras, afanes, o preocupaciones esperándome para el día del regreso.
¿Asia? ¿Por qué tan lejos? ¿Sola? ¿No le da miedo? ¿Quién va a ir por usted si le pasa algo? ¿Cómo se va a comunicar? Me lo preguntaban y me lo preguntaba. Pero eran más las razones para huir que para quedarme porque estaba cansada de todo: de tres años de trabajar sin vacaciones. De malos ambientes y mucha envidia. De Bogotá, de la rutina, de amigos que no eran amigos, de mínimos momentos de felicidad.
Tenía que irme: era ahora o nunca. No podía permitir que el tiempo siguiera pasando (como si el tiempo fuera material y se recuperara al comprarlo en una tienda). No podía dejar que me surgieran nuevas cadenas. No: aplazar por tiempo indefinido algo que se robaba mis pensamientos no era viable. Esa voluntad me hubiera llevado hasta el centro de la tierra si hubiera querido.
Así que la travesía comenzó el 26 de febrero de este año, con 7 horas de avión primero a Los Ángeles. Luego, otra más a San Francisco, 20 horas de escala en la ciudad del Golden Gate, y finalmente, 17 horas por el Pacífico, hasta Singapur. Llegada: 1 de marzo.
Era mi primera vez en un experimento de este tipo. El inicio de una serie de primeras veces que han llegado tan seguidas que aún debo pellizcarme a ver si es que no estoy soñando de nuevo (pero sin soñar nunca lograríamos nada, ¿verdad?).
La primera vez en Asia, la primera vez viajando por viajar. Solo porque sí, porque cuando había vivido fuera de Colombia, siempre había sido con “una meta”: “ser alguien”.
9 años en España, con intervalos en Colombia. Un año y medio más en Francia. Estancias cortas en Estados Unidos y Alemania… Siempre haciendo algo. Estudiando para que todo lo invertido nunca me fuera retribuido en mi propio país. Queriendo hacer tanto, pero con tantos obstáculos oprimiéndome en ese camino tortuoso.
No, definitivamente, esta vez era diferente. Y así volví a sentir entusiasmo y a “gritarlo” a los cuatro vientos, a través de mi blog www.viejaqueviaja.com, porque me he dado cuenta que no soy la única con ganas de explorar un mundo nuevo, exótico, diferente. De volver a sentir esa pasión por la vida.
Primera vez de mochilera, primera vez sin domicilio fijo. Primera vez viviendo al 200% como si la existencia pasara en un soplo y te esfumaras con él.
Primera vez sintiendo en mis venas lo que es la libertad. ¿Dificultades? Obvio, “defenderse” en un continente lejano, acompañada por una mochila de 13 kg, es un reto que no se puede descalificar. Entre eso, hacerse entender donde no hablan mucho inglés, cambiar de ruta una y otra vez, confiar en desconocidos, comer sin saber qué es exactamente lo que estás probando…
Pero reconozco que todo lo que imaginé antes de iniciar esta aventura no se compara con la realidad. Porque ya estando acá, todo fluye como un arroyo y mi única labor es respirar muy profundo e indicar lentamente el rumbo, como cuando buceas a 18 metros bajo el mar.
Para «mamadoencaconia»: deje la envidia.
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Recuerdo que cuando era estudiante en la universidad me dictaban una materia que era historia del arte y mas que todo era del arte europeo en diapositivas y yo solo soñaba con irme a conocer todo eso personalmente asi que apenas recibí mi diploma de grado en la universidad me fui de Colombia a pasear en Camión por toda Europa, conocí los museos mas importantes de Italia, España, Francia Bélgica, Holanda etc y andando conocí a mi esposa y no volvi a vivir en Colombia, ahora quien comenzó a viajar fue mi hijo que antes de los 20 ya había estado en suramerica, USa, Canada y toda Europa ademas que ahora habla 4 idiomas perfectamente. Creo que el espíritu de aventura se lleva en la sangre y no creo que uno deba estar en el mismo lugar toda la vida siendo el mundo tan grande y tan bonito, al principio da miedo lo desconocido pero con el tiempo uno se adapta y va adelante.
Después me dedique a estudiar mas, saque un diploma europeo y la vida me ha sido facil sin ningún problema porque aprendí que uno no es de donde nace sino donde se desarrolla como persona.
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¡Esa última reflexión es muy cierta! Gracias por compartir tu historia
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Que cosa loca, yo me gradué del bachillerato en el 2010 cuando aún tenía sólo 16. Lo primero que hice fue empezar una universidad en una carrera que nunca empezó a gustarme. Pero siempre con ese afán de todo el mundo de hacer algo YA, que se me iba a ir el tiempo, que pa gradurarme más rápido, pa ganar plata ahora, etc. Cuando me gradué en el 2015 de economista en una universidad burguesa de la costa me fui a Ecuador por sólo 2 meses huyendo de los mismos motivos por los que tú también saliste y terminó siendo un viaje por Colombia, Ecuador, Perú, Chile, Bolivia, Paraguay, Argentina, Brasil, Guyana Francesa, Surinam, Guyana y Venezuela de 17 meses con una mochila de 11 kilos y ese viaje terminó el 7 de febrero de este 2017. Me di cuenta de tantas cosas a tiempo que lo volvería todo a repetir si es necesario para re inventarme una vez más, cuando terminé el viaje en febrero decidí inscribirme en una universidad federal de Brasil y pasé a la carrera que AHORA SÍ me gusta y es Ciencia Política y Sociología.
Antes de todo eso no me daba cuenta lo rápido que estaba viviendo sin vivir, o sea, menor de edad en una universidad, graduandome tan joven de ella y sin saber qué hacer. Ahora soy completamente feliz, triste porque me «pica el culo» para seguir viajando, pero por fin hago algo que me gusta y descurbí que viajar por viajar es la mejor manera para encontrarse a uno mismo
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«Viviendo sin vivir»… ¡Totalmente de acuerdo contigo! A veces necesitamos darnos un tiempo para pensar y no correr a la loca sin saber para dónde. Como dicen las mamás, del afán no queda sino el cansancio… ¡Muchas gracias por compartir tu historia!
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Me emocionaste Paula EXCELENTE aventura la que estas emprendiendo de hecho yo tambien soy una traveler soul me llaman en mi familia la trotamundos, ya comparti tu blog con todo mi grupo de amigas y familiares porque inspiras a los que aun no se deciden a salir de su zona de comfort…. MUCHAS BENDICIONES en tu viajes y si pasas por Playa del Carmen me avisas me encanta conocer gente como tu!
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¡Muchas gracias por el apoyo! El otro día alguien me compartió un consejo que recibió por acá en Tailandia. Estaba en un dilema en su país natal (Alemania) y algún viajero le dijo: «Escoge el cambio. Si estás indecisa, siempre será mejor el cambio». No creo que aplique para todo pero sí hay algo cierto y es que el cambio nos mueve, nos motiva, nos pone retos, nos dinamiza la vida… Saludos desde el otro lado del mundo 😀
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Hola Paula sigue adelante, los 30 son los mejores.Te sobra personalidad y seguridad.Suerte
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Muchas gracias por leerme! Saludos desde el otro lado del mundo 😉
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Estaba muy entretenida la lectura. Se queda uno con ganas de saber más.
Yo creo que viajar es una experiencia muy enriquecedora: salir de la caja para contemplar las cosas desde afuera, y darnos cuenta que siempre estamos viajando, porque la Vida es un viaje, y que cualquier lugar es un paisaje para disfrutar, si lo apreciamos con la inocencia y de un niño y la sabiduría de un hombre
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Sabias palabras: ¡La vida es un viaje y hay que gozársela! Tu comentario me recuerda a aquella cita de Marcel Proust que dice: «El único viaje de descubrimiento consiste no en buscar nuevos paisajes, sino en mirar con nuevos ojos». Así que viajar también es un ejercicio mental… Gracias por leerme
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Que hueso de escrito, debe ser amiwis de alguien de la redacción digital que le dejó promocionar su blog acá
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¡Las críticas siempre son bienvenidas! Saludos
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Espectacular relato, siento envidia de la buena, por que cuando tuve casi 30, resulto exacto tal cual describes aqui siguiendo el codigo social aburrido……..que mal… sigue disfrutando tu vida por que en verdad el tiempo no se puede comprar por mas estudios que tengas….. felicitaciones!!!
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Exacto. ¡Muchas gracias por tu visita!
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