Por: @karlalarcn

Como colombianos tenemos características innatas en todo, hasta para empezar una relación. Somos muy dados a creer que iniciar una relación con alguien es casi adquirir unos derechos sobre esa persona y ella tendrá deberes con nosotros. El macho latino que llevamos dentro no nos deja ver más allá de nuestras narices y de la mano de esta forma cultural de pensar, vienen los problemas, sobre todo cuando usted entabla una relación con una persona de una cultura totalmente diferente a la suya.

Dos días después de esa noche, me senté en la cocina a hablar con el paisa y el mexicano. Tenían de tema de debate saber cómo un latino se enrola con una sueca en tan poco tiempo. Se llegó a la conclusión, que en algunos casos resulta ser cierta pero en otros no… las suecas son muy “fáciles” de conquistar.

Haciendo caso omiso de ese precepto emanado de latinos que la verdad no me importaba, me entregué a las mieles del enamoramiento. Obviamente en mi haber de latino pensaba que las cosas funcionarían de la misma manera que en mi país: salir a la calle cogidos de la mano, besos en público, celos, cosas que son muy nuestras mas poco entendibles para alguien nacido en un país como Suecia, donde el hielo en la geografía y en las relaciones interpersonales era normal.

Obviamente no hubo cogida de manos, los besos en público se limitaban por mucho uno al día y de los celos… ¿celos?, ¿CELOS? Esa palabra es impensable.

Tomé la decisión que si quería que la cosa durara, trataría de cambiar mis costumbres colombianas de novio a las suecas. Analizándolo bien, más que cambiar debía conciliar. Después de la noche de la changua ella percibió que abrir el corazón, el sentir, el ser cariñoso sin importar el lugar era algo innato para nuestra sociedad, veníamos con ese chip, sin embargo, era difícil de entender para ella. Era algo cultural.

Las siguientes citas se basaron en conversaciones parcas, era como intentar abrir un carro desde afuera sin tener la llave. Empezaban con cualquier tema y finalizaban con un – ¿sabes qué?, ¡me gustas! Chao.

Yo seguía trabajando como un burro en el café, la verdad era un trabajo exigente porque aparte de servir cafés debía concentrarme en aprender el francés, labor que la verdad iba bastante bien. El sábado siguiente todos los que vivíamos en la casa quedamos en ir a un bar a celebrar el inicio de las clases. Como era de esperar los dos quedamos en vernos allí. La cita era a eso de las 9pm, pero el café lo cerramos a las 10:30pm, después me fui a mi casa y me recosté por un momento en mi cama. El sueño me doblegó mirando en el techo las figuras de estrellas que hacían una lámpara comprada en una tienda de segunda mano.

Era ya medianoche cuando un ruido me despertó. Tomé un baño rápido y me fui al lugar pensando que Annika estaría enojada de ver que no llegaba y sería entendible. Esa noche habíamos quedado en ir a su casa después de la fiesta y yo le tenía de regalo un CD de Carlos Vives, lo único que traje de mi país para ayudarme a recordar de donde venía.

La sorpresa fue mayor al llegar al bar y encontrarla bailando en una especie de tarima donde se zambullía de arriba abajo con otro que no era yo. Ella esperó a que terminara la canción y se acercó tomada de la mano del tipo.

-Hola Darling, mira te presento a Johannes. –Dijo ella después de darme un beso en la boca.

El tipo me saluda y me dice:

-Mucho gusto, oye, tu novia baila muy bien. –Hablamos ahora más tarde – dijo él, mientras hacía ademanes con la mano dirigiéndose a otro lugar.

Creo que mi cara lo decía todo, vengo de un pequeño país dominado por una cultura donde si su novia hace eso es considerado como una afrenta y usted como un imbécil. Algo me dominaba por dentro, no sé si eran celos o qué, la verdad empezaba a pensar que las cosas no funcionarían o me tendría que comer varios sapos antes de asimilarlo. Ella sintió que pasaba algo.

-¿Estás enojado porque estaba bailando con él, verdad? –dijo ella.

-No puedo ocultarlo. No estoy preparado para que algo así pase. Será solo cuestión de acostumbrarme -Dije yo mientras me tomaba el primer shot de tequila en fondo blanco.

De repente, de forma inesperada ella me tomó de la mano, me dio un beso, nos quedamos mirando a los ojos y me dijo una frase que siempre recordaré:

-¡Baila ahora y piensa después!

Si usted busca en el diccionario podrá encontrar que definen bailar como “ejecutar movimientos acompasados con el cuerpo, brazos y pies”, lo cual en mi caso la palabra “acompasados” no puede ser tomada en serio, no obstante, esa noche estaba bailando como nunca. No sé de donde salió algo también en mí que me hizo sentir diferente, con ella toda la pendejada de pensar como macho latino se fue.

Sabía que el destino por alguna extraña razón nos reunió en esa ciudad, por algo quiso la vida que nos conociéramos, algo teníamos que aprender el uno del otro, solo quedaba descubrirlo y saber que así fueran días, meses o el tiempo que fuera estábamos ahí, el uno junto al otro y no quería perder el tiempo pensando bobadas.

Muchas veces es algo que se nos olvida, la gente, los amigos, los amores, así como los hijos son prestados. Nada es nuestro, la vida nos regala lecciones, nos regala momentos y sentimientos que cuando estamos al lado de otras personas debemos guardar como tesoros en el corazón, al final de nuestra vida, eso es lo que nos alimenta como personas, lo que nos mantendrá vivos cuando seamos viejos, ¡los recuerdos!

Una hora más tarde nos fuimos a su casa. El único que se dio cuenta fue el paisa, me miró y se rió de forma socarrona lanzándome una frase típica de él,

-Yo veré parce, ¡el primero que sea a mi nombre!

Nada me importaba, esa noche quería ser el príncipe azul para una sueca que había visto –según ella- demasiado sapo.

Entramos a su casa y el corazón se me aceleró. Pasamos el pasillo, subimos las escaleras y la luz tenue de los faroles de la calle perforaba la ventana de su cuarto mientras ella entraba al baño. Acomodé mis cosas en la silla al lado de la cama, alcé la mirada y súbitamente, enfrente de mí, lo único que vi fue la figura de un cuerpo desnudo que se acercaba hacia mí. Era perfecta. Me dio un beso, de esos que son tan intensos que se llevan a la tumba. Pude sentir cómo mi mano tibia se paseaba por ese cuerpo dibujado por la luz tenue. Besándonos nos dejamos caer en la cama mientras al fondo suena como un murmullo el CD que le regale con la siguiente canción:

Cada vez que me miraba a los ojos, sabía que los dos hacía mucho tiempo nos buscábamos, nos necesitábamos y que la vida nos había dado la chance de estar juntos. El tiempo no importaba, las maneras tampoco, mas esa noche cuando nuestros dos cuerpos se confundieron las barreras que plantó en algún momento la diferencia de culturas, desaparecieron. Éramos la prueba que antes que cualquier cosa a los humanos nos gobierna el corazón. Habíamos encontrado en el otro algo que a veces es necesario, dejar gobernar al corazón antes que los prejuicios, las diferencias y la razón.

***

Diciembre de 2004.

Annika me había invitado a pasar la Navidad en su país, podía conocer al fin a su familia. Örebro, es una ciudad pequeña, los diciembres no son como los nuestros. La gente va a la iglesia temprano y después se van a su casa a cumplir una tradición legendaria, para mí curiosa: ver a medianoche un especial del Pato Donald. Bueno, no me podía quejar, era solo remplazar Jorge Barón por el Pato Donald.

Lo más emocionante esa noche fue para su familia, ver de forma extraña cómo yo hacía unas bolas de masa conocidas como buñuelos. Éramos una pareja que estábamos viviendo juntos el mejor tiempo de nuestras vidas. Estábamos enamorados y era evidente para todos lo bien que nos sentíamos.

El dos de enero volvíamos 3 personas al sur de Francia, Annika, Olga, una amiga de ella que iría a estudiar francés y yo.

Olga era alguien peculiar. No tenía una vida fácil, siempre estuvo metida en problemas de diversa índole, no obstante, ya que era tan amiga de Annika quería saber qué tipo de persona era.

Una noche de febrero durmiendo en mi casa recibí una llamada. Era Annika hablando extraño, pidiéndome que fuera a su casa. Cuando llegué vi a su amiga tendida en el piso, cualquiera diría que estaba muerta, intenté ver qué le paso mientras veo que Annika está con la mirada perdida mirando al infinito. Levanté a Olga y vi que su nariz estaba llena de un polvillo blanco. Las dos consumieron drogas y ese era el resultado. Alguna vez hablando de eso mi novia me contó que había tenido problemas con narcóticos, sin embargo, la charla terminó ahí.

Dos días más tarde, después de la recuperación en el hospital, estaba junto a mi novia pidiéndole con lágrimas que se alejara de esa locura. Según ella, todo empezó una noche cuando estábamos en Suecia, jamás me di cuenta. Era una ruleta rusa que ella había decido jugar, donde la próxima vez podría ser la última. Annika me confesó que en el pasado había tenido ese problema, un exitoso tratamiento la sacó del todo. Abrazados, mirándonos frente a frente, viendo como la cara se nos llenaba de lágrimas, acordamos que yo sería su sombra a partir de ese momento. Me iría a vivir con ella y no la dejaría sola.

Ese problema nos llevó a conocernos más, a amarnos más. No quería juzgarla, quería entender por qué una persona toma la decisión de meterse en esa pesadilla. En mi caso no tenía vicios, mi vida había sido monótona, mi educación rígida y la presión social de vivir en un pueblito era tan fuerte que no daba para siquiera pensar en algo parecido.

Un día Annika me dijo que se iba el siguiente fin de semana a su ciudad, se iba a hacer un examen de rutina y que empezaría un tratamiento. Al parecer la tentación de caer de nuevo está siempre presente. Se tardó una semana en volver a Perpiñán. Me pareció un viaje extraño y sabía que había algo de fondo. Siempre tuve esa duda.

Después de ese viaje ella volvió irritable, no toleraba nada, se quejaba de un dolor en el vientre; nunca dejó que la acompañara al médico. Seguía trabajando en el café y era para mí un suplicio dejarla sola. Algunas veces al volver la encontraba eufórica, otras en una depresión completa. Es difícil ver cómo la persona que usted quiere se va apagando, que por más que usted intente ayudar, no hay salida si la misma persona no lo quiere intentar. Un día llegué a la casa y la encontré borracha tirada en la cama. No podía más, era hora de llamar a su mamá.

Así lo hice, un viernes en la tarde llegó el papá y la mamá. Annika no entendía de razones y me trató como a un traidor por haberlo hecho. Saqué mis cosas, abandoné esa casa para volver con lágrimas a la mía. Intenté ayudar de la única manera que tenía a mano. Ya no importaba nuestra relación, lo importante era ella.

Dos días después la mamá me visitó en mi casa, me contó que Annika aparte de su adicción tenía fuertes problemas de depresión. No entendía muy bien lo que pasaba. Después de un largo silencio, me tomó por los hombros y mirándome tiernamente me dijo:

-Ella te ama, nunca la había visto así por nadie -El viaje que hizo fue porque ella quedó embarazada. -No sabía qué hacer, se llenó de temores y decidió abortar sin consultárselo a nadie -Nosotros nos enteramos debido a que el procedimiento tuvo complicaciones y después de eso, vino la depresión. -Siento que te enteres de esta manera.

Después de sus palabras y viéndome acongojado me regaló un tierno abrazo de madre.

Ella, junto con los papás, tomaron la decisión de regresar a su casa y encontrar una solución en un entorno conocido y vigilado, donde tendría la oportunidad de estar mejor y tener todos los cuidados necesarios para salir del problema.

Después de hablar, de decirnos todo, de muchos te amos y miles nunca te dejaré, una semana después estaba en la puerta de embarque del aeropuerto donde llegue. Aparte de los recuerdos que nos dejamos, se llevó un CD de Carlos Vives y me regaló una foto que se hizo en alguna playa. No he tenido tantas lágrimas juntas como aquel día.

Volviendo a mi casa con la foto en las manos vi que había algo escrito detrás. Estaba en español:

¡Prométeme que siempre me cuidaras!

Al principio teníamos contacto a diario, después se redujo gradualmente. Era obvio que su tratamiento y mi vida en Perpiñán, aparte de los miles de kilómetros de lejanía hacían que nos distanciáramos, aun así, yo siempre estaba pendiente de su recuperación. Seis meses después terminó un ciclo exitoso de tratamiento y nos juramos por mail de vernos el próximo verano. El amor seguía ahí, sin embargo, ya habíamos hablado que no nos cerraríamos la puerta a conocer a otras personas. Era nuestro juramento.

La vida siguió para los dos, sabíamos que algún día la vida nos volvería a reunir, no importaba el cuándo, nuestra historia estaba escrita, seríamos amores eternos.

Algunos meses después, cuando contábamos los días para vernos, recibí una llamada de madrugada. Era su mamá.

Esa madrugada, después de salir de una fiesta que la habían invitado, uno de sus amigos la llevaba a su casa, el tipo que conducía estaba borracho. Al llegar a una curva, por exceso de velocidad se estrellaron de frente contra un árbol en una autopista de Örebro. Los dos murieron.

Después se supo que el tipo también estaba drogado, ella no tenía rastro de alcohol o drogas. Cumplió la promesa que el día anterior me había hecho: -¡estoy limpia!

No quise ir a su funeral, quería quedarme con lo que vivimos, con todo lo bueno que pasó. Quería pensar que en algún lugar seguía haciendo su vida, que en el verano aún andaría de Jeans descaderados, blusa de tiritas, sonriendo y mostrando siempre sus ojos llenos de vida.

Después de eso, siempre que voy a Perpiñán voy a ese bar donde la conocí a tomarme una cerveza en la misma mesa, me quedo mirando hacia el mismo lado donde la vi caminando hacia mí. Recuerdo esos días en ese bar, el bailar, el sentir, las risas, al paisa y a muchos otros que ahora viven en mis recuerdos.

Tardé en recuperarme, aún no sé si lo he logrado. Escribir esta historia y contarla al mundo me ayuda a cerrar un capítulo de la mejor manera, honrando la memoria de una mujer que se quedó con una parte de mi corazón.

Cuando llegue a viejo, cuando vuelva atrás, sin duda su perfume, su voz, su risa volverá a estar conmigo. Eso es lo que al final somos, ¡solo recuerdos!

Esta es la foto que me queda de recuerdos. Ahora que estas en el cielo Annika Dnulderf, te pido lo mismo, ¡prométeme que siempre me cuidaras!

Twitter: @karlalarcn

P.D: El paisa vive aún en Perpiñán, se casó y tiene 2 hijos. Su mujer trabajaba como bartender en el lugar de striptease. Los dos trabajan en un banco.

Canción Ella de Carlos Vives.

Imagen de: http://goo.gl/Bi44bf