*Gabriel Clavijo Martín

 

Docente de la Escuela Sociedad, Cultura y Creatividad, Programa de Derecho. Facultad Ciencia Política del Politécnico Grancolombiano 

No voy a escribir sobre los impresentables casos de corrupción de toda índole que a diario tenemos que soportar los colombianos, ni de sus también impresentables protagonistas; tampoco de la forma como nos muestran hechos que avergonzarían hasta al más desprevenido e incauto y que, en su devastadora magnitud, se caen por la propia gravedad de su existencia.

Sólo quiero escribir sobre la mentira, una forma poco reconocible e intolerable de corrupción. Y que, según Henry Kissinger[1], en su libro Diplomacy (1994) expone que la mentira en la política está justificada como la base para el control y gestión de los intereses de los gobiernos, de esta forma, cita a varios personajes sobresalientes de la historia universal (Richelieu, Metternich, Bismarck, Stalin, De Gaulle, Churchill y Theodore Roosevelt), mostrando cómo durante sus administraciones usaron la mentira, la falsedad en la información, la especulación y la exageración con el fin de cimentar el miedo para lograr sus intereses.

La mentira se ha convertido en una parte fundamental del juego político, que ha encontrado en los medios masivos de comunicación el medio ideal para reproducirse y asentarse a través de la exposición de ideas y los debates “ideológicos” en prensa, en televisión, en la plataforma tecnológica y las redes. Sólo hay que recordar los grandes escándalos de información falsa y de acusaciones sin sustento, lo que actualmente llamamos “la posverdad” en las administraciones precursoras de este fenómeno de Richard Nixon y John F Kennedy.

Desde aquellos tiempos se ha insertado la idea de que quien gana ante las cámaras, y actualmente en las redes sociales y en las plataformas tecnológicas, gana las elecciones. En torno a estos debates han surgido profesionales de la mentira, como se nombran en los Think Tanks especializados de análisis político de las universidades norteamericanas, los Spin Doctors, cuya función es generar y propagar información descontextualizada, parcializada o falsa del todo en los medios de comunicación, para que esta juegue en beneficio de los intereses de los personajes políticos o los grupos de interés que buscan lograr fines específicos en el gobierno y la sociedad para lograr ventajas en la consecución de sus metas

El fin de algunos medios ya no es buscar la verdad, ni generar ideas por medio de un análisis crítico de la realidad o promover valores; ahora el objetivo es expandir los intereses de pocos por medio de la mentira para asegurar la prevalencia de los sistemas de poder hegemónicos.

Actualmente, la mentira, como sostiene Kissinger, está sustentada en dos categorías: dirigentes y ciudadanos. Lo cual permite mentir libremente a los primeros en un supuesto beneficio de los segundos, y que finalmente termina destruyendo la confianza y la esperanza ciudadana en su gobierno, en sus políticos y en las instituciones.

La confianza es la base de la democracia, de la representatividad y del juego de mayorías y minorías. ¿Deben ser la mentira y la descalificación del contrario la base de una democracia sana? ¿Cuándo deja de mentir un político? ¿Dejan de mentir cuando afirman que ahora dicen la verdad?

Los políticos mienten en campaña sin ruborizarse, hacen sus promesas y aseveran sobre temas que previamente han cimentado y preparado en nosotros por medio de su estrategia de esparcir la mentira. Y después que son elegidos por medio de esta apuesta, sólo se encuentra una ciudadanía temerosa, ignorante y obediente.

De manera irónica, los medios de comunicación, quienes eran los medidores del poder, y quienes tenían como misión fundamental exponer sus contradicciones y mentiras, ahora se han convertido en una correa de transmisión del propio poder. De ahí la pérdida de los lectores y de confianza, y la crisis institucional y de credibilidad que vivimos actualmente. Y es aquí en donde cobran vigencia y vigor las palabras de George Orwell: «noticia es lo que alguien desea ocultar y el resto se llama propaganda».

Frente a la mentira estaría la honestidad como alternativa, algo que tiene más que ver con la democracia y menos con los regímenes totalitarios. Pero son valores en desuso, no cotizan en unas urnas que suelen premiar el ruido, la falsedad, el miedo y el engaño. La mentira política no nace en este siglo ni en el anterior, es la base como nosotros los seres humanos hemos preferido el miedo y la manipulación para ejercer el poder y conseguir lo que queremos a la verdad, la luz y el conocimiento.

No es más que el ejercicio de nuestra humanidad.

[1] Henry Kissinger (Mayo 27 /1923). Ejerció como secretario de estado durante los mandatos de Richard Nixon y Gerald Ford, desempeñando este papel preponderante en la política exterior de Estados unidos 1969 y 1977