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Nicolás NavarroPor Nicolás Navarro Pineda, estudiante de Comunicación Social – Periodismo del Politécnico Grancolombiano.

El periodismo, investigar y contar historias son sus pasiones. Creador del podcast La Cruda Bogotá, un canal que busca darle voz a la sociedad, pues cree que todas las personas tienen algo por contar. Soy #Diferencer Poli.

 

Según el informe semestral de Bogotá Cómo Vamos, en el primer semestre de 2019 los accidentes de tránsito en la capital dejaron, aproximadamente, 15 personas muertas al día.

Pero ¿cuáles son las historias de las familias y víctimas de accidentes de tránsito? Santiago fue testigo de una de las historias que sucede en las noches de Bogotá. Él tiene 21 años y dentro del comportamiento normal de un joven, decidió ir a uno de los lugares reconocidos de la capital en la escena del entretenimiento nocturno, La Calera.

Santiago fue con cinco amigos más, la idea era divertirse, disfrutar de buena música y una que otra bebida. Entre las seis y siete de la noche llegaron al mirador de La Calera, se podía contemplar la oscuridad del cielo iluminado por la gran concentración de luz que provenía de la ciudad.

La noche despejada brindaba un espectacular panorama, todo era propicio para degustar el tradicional canelazo del lugar, tomar las fotografías de rigor para las redes sociales y guardar el recuerdo de una noche que traería una historia inolvidable y se convertiría en parte de las estadísticas de la capital. Los seis jóvenes luego de reír y disfrutar decidieron bajar de regreso a casa, sin saber de lo que serían testigos.

Un taxi que se dirigía en sentido norte sur por la avenida circunvalar, avanzaba por el carril derecho y a la altura de la calle 86, en la unión con la vía que baja de La Calera, un carro particular buscaba el mismo carril para bajar a la carrera séptima.

Un giro a la derecha

El taxista vio de frente el costado del carro gris y en una maniobra para esquivar la colisión, dirigió rápidamente el carro hacia la derecha, lo cual generó que golpeara el andén e hiciera que el carro diera dos vueltas en el aire y cayera sobre el techo de este, siguió desplazándose por aproximadamente 25 metros, aquello parecía la escena de una película de acción.

Santiago y sus amigos venían detrás del carro gris y fueron testigos de todo lo que pasó esa cruda noche de Bogotá. “Yo le gritaba al conductor de nuestro carro: viejo pare, frene, vamos a ayudar”, relata Santiago con cara de angustia reviviendo en su mente el momento.

Luego de que el carro en el que iba Santiago se detuviera, él bajó del vehículo dirigiéndose hacia el taxi que había caído volcado en el segundo carril de la circunvalar. El taxista tenía afán por sacar a su pasajera, ella había quedado inconsciente por el golpe que recibió en su cabeza, lo que generó el mayor motivo de preocupación de todos los que estaban en la escena del siniestro vial.

Al ver tanta gente colaborar allí, Santiago decide dirigirse hacia el otro carro, donde se encontraba la dueña y conductora del vehículo particular. Ella estaba devastada, sus palabras lo decían todo: “es mi culpa, es mi culpa, por mi culpa se voltearon” repetía mientras sus lágrimas lavaban su pálido rostro que reflejaba el miedo y tensión del momento.

El desespero crecía en aquella mujer y la zozobra se incrementó, aún más, cuando ella le preguntó a un agente de tránsito por el estado de la pasajera del taxi, según lo relatado por Santiago, la respuesta del agente se basó en el relato del hecho con una versión que no tenía nada que ver con lo sucedido e increpando a la dueña del carro particular a quien le seguía incrementando su aflicción.

Los organismos de socorro llegaron primero que la policía, fueron menos de diez minutos de espera, al llegar la ambulancia remitieron rápidamente a la pasajera para el centro de atención más cercano.

La policía se llevó los dos carros para los “patios”. La familia de la conductora del carro gris llegó al lugar. La esposa del conductor del taxi llegó en medio de la tristeza por haber perdido su única fuente de ingresos y según versiones de la policía la pasajera del vehículo de servicio público fue trasladada al centro de atención con su tabique roto.

Al subirse de nuevo al carro y retomar su camino a casa, Santiago y sus amigos no pronunciaron una sola palabra acerca del hecho, la consternación por lo que les había tocado vivir invadía el ambiente de lo que restaba de la noche de ese 7 de julio de 2019. Esta es una de las tantas historias que se viven en la capital, pero sí quiere conocer otras historias las puede encontrar en el canal de “La Cruda Bogotá”.

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