Siempre me he cuestionado por qué la moda no es tomada en cuenta como un tema sociológico que todos los días permea nuestra cotidianidad, sino que simplemente se condiciona a las alfombras rojas donde sus protagonistas lucen las últimas tendencias en indumentaria. No estoy diciendo que esto no sea importante, pero creo que la moda va más allá.

Para empezar, ni siquiera se tiene claro el concepto. Se limita muchas veces en creer que solo es ropa y la moda lo es todo, de acuerdo con una de las mentoras más importante de este sector, Coco Chanel: “la moda no existe solo en los vestidos. La moda está en el cielo, en la calle, la moda tiene que ver con las ideas, la forma en que vivimos, lo que está sucediendo”.

Pero hoy quiero centrarme en las prendas como lenguaje, y es aquí donde convergen la comunicación y sus elementos; es decir, tenemos un emisor que en este caso es el que utiliza las prendas, un mensaje que sería como tal el ‘outfit’ (conjunto de prendas, accesorios y complementos), un código no verbal, y un receptor que es el que recibe el mensaje. Al hacerlo, el receptor valida esta información, creando juicios de valor que muchas veces no son los correctos, o que difieren del mensaje inicial del emisor.

Por eso cuando escucho que la gente dice que no lo importa el “qué dirán” considero que es una falsedad, puesto que somos seres sociales, y todos los días surge la gran pregunta: ¿qué me pongo hoy? Para responderla, tardamos al menos cinco minutos pensando cual será la mejor opción.

Sé que podrán decir: “me pongo lo primero que encuentre”, y está bien, pero debemos tener en cuenta que así de ligero será el mensaje que se está trasmitiendo, ya que según Oscar Wilde: “no hay una segunda oportunidad para una primera impresión”.

Estudios psicológicos plantean que en solo siete segundos se tiene una percepción de la persona, donde el 55 % es la apariencia, el 35 % es el tono de voz, la modulación y la comunicación corporal y por último el 10 % lo que se dice. Es decir, primero somos vistos que escuchados.

Roland Barthes plantea en su libro ‘Sistema Moda’ cómo los hombres y las mujeres pueden crear sentido a través de sus vestimentas, y es allí donde debemos actuar, qué mensaje se quiere transmitir y quiénes serán nuestros receptores.

La moda va más allá del dinero y las marcas

Quiero aclarar que no estoy diciendo que se deben convertir en “víctimas de la moda”, o que se aumente el consumismo, simplemente planteo que teniendo el mensaje claro es más fácil comunicarnos a través de las prendas, no es una cuestión de dinero ni de marcas, es una cuestión de estilo.

Sé que no es fácil definirlo, porque cada situación exige algunos protocolos y códigos de vestimenta, pero lo primero que se debe tener en cuenta es el autoconocimiento del cuerpo, según la forma se eligen las prendas, los colores, las texturas y los estampados, entre otros.

Para crear ese estilo existen diferentes referentes como las revistas de moda, los blogs, los informes de tendencias, pero como su nombre lo indica simplemente son referentes, se toma de ahí lo que mejor se adapte a los gustos, al estilo de vida, a los sentimientos, a la profesión y al entorno.

Desafortunadamente, algunos de estos medios de información venden estereotipos un poco inalcanzables y por consiguiente excluyentes, la buena noticia es que hoy en día las nuevas generaciones están tomando conciencia de la valoración del yo, del consumo responsable y, por supuesto, de los retos que exige el futuro del medio ambiente.

¿Será que este cambio de pensamiento está pidiendo a gritos una variación y reflexión del concepto de moda?

 

Por Deissy Rodríguez Rodríguez, comunicadora social – periodista, master en neuromarketing y especialista en comunicación y periodismo de moda, catedrática de la Escuela de Comunicación y Gestión de la Información del Politécnico Grancolombiano.