Julián Andrés Cohecha Ocampo, docente del programa de psicología del Politécnico Grancolombiano Sede Medellín

En momentos de dificultad, de incertidumbre, de llanto y desolación quisiéramos que alguien nos salvara, que alguien de manera sobrenatural llegara y quitara de nuestro alrededor todas las circunstancias que nos están haciendo daño, evitar el dolor, la aflicción, la angustia y el sufrimiento.

Pero lamentablemente no puede ser así, nadie está ahí para librar nuestras batallas porque son nuestras guerras, asignadas con nombre propio y entregadas a nosotros en luchas que una a una debemos enfrentar. Y son personales por una razón, somos los únicos que tenemos las herramientas necesarias para alcanzar la victoria.

Así que debes elegir, elegir luchar, enfrentarte, pelear, darlo todo por ganar como si se te fuera la vida en ello o entregarte a la derrota, a la resignación, a la perdida anticipada de lo que la victoria te podría otorgar; y esa es una elección que no solo determina el resultado de una batalla, sino el curso de tu vida, de tus sueños, de tus anhelos, de quien eres y, sobre todo, de quien serás.

Aunque si bien es tu batalla, eso no quiere decir que no puedas consolidar aliados, soldados que han tenido experiencia en otros campos, en otras guerras, que han vencido gigantes o que mínimamente conocen estrategias para hacerles frente y no caer en el primer golpe. Esos aliados suelen estar más cerca de lo que crees y más dispuestos a ayudarte de lo que esperas, pero si tu juicio está nublado por lo abrumador de la afrenta es posible que no los percibas y, por ende, que te sientas solo y sin apoyo.

Por tanto, es necesario que en medio del colapso mental al que las circunstancias te llevan, te detengas, hagas una pausa en tu trinchera, enumeres los recursos con los que cuentas, las herramientas que tienes para enfrentarte, los aliados a tu alrededor y pruebes a mirar desde una perspectiva alejada y distinta la situación. Ello te permitirá hacer un análisis distinto del momento, una elección acertada de tu estrategia, llenarte de la seguridad necesaria para iniciar y alcanzar una posible victoria.

Nadie tiene una fórmula mágica para para enfrentar los momentos difíciles de la vida, pero el autoconocimiento, la aceptación, la autoestima, la familia, los amigos, los profesionales de la salud a tu alrededor… te pueden brindar la seguridad necesaria para hacer frente a cada obstáculo que parezca insuperable y llegar a convertirte en un vencedor, en tu mejor versión, en aquello que idealizas y anhelas, solo debes creer que tu batalla está ahí para formarte y enfrentarte a ella con la mejor actitud.