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Por. Laura Andrea Cristancho, Economista, PHD en Problemas Sociales – Profesora del programa de Economía del Politécnico Grancolombiano 

Economista, Magister en economía, Doctora en Análisis de problemas Sociales. Experiencia en entidades reconocidas del sector público como el Dane y la Secretaría de Educación de Bogotá. Docente-investigadora hace 12 años en temas relacionados con mercado laboral, política económica y estudios de género.

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Hoy más que nunca es válido rescatar la discusión de los últimos años, en la que consideramos que la política de empleo de nuestro país, pero en particular la de nuestra ciudad, no puede concentrarse en simplemente reducir la tasa de desempleo y dejar de lado los problemas de fondo del mercado del trabajo, porque se trata de la actividad que nos permite llevar el sustento diario a nuestros hogares. La tasa de desempleo del país que fue de 11,5 % (trimestre diciembre-febrero 2020 según el Dane) en contraste con la de Bogotá que fue de 10,8 %, cifra que aparentemente es baja “una de las más bajas del país”, lo cual tiene sentido siendo la capital y el centro económico más importante del mismo.

El problema en realidad hoy; no es una tasa de ocupación cercana al 60 % frente a la población económicamente activa, que no refleja la problemática de fondo de la ciudad, en lo que a empleo se refiere.

Esta última cifra envuelve de manera casi imperceptible una tasa de ocupación que es “Informal” de 47,9 % en Colombia y 41,7 %, en Bogotá, es un grupo de personas que se resistió a caer en el desempleo y decidieron o bien sea trabajar en lo que pudieron, sin que ellos necesariamente llenara sus expectativas o les permitiera desarrollar sus propias competencias, laboran menos horas de las que ellos desearían, o bien entraron a formar parte de un sector de la economía que no les garantiza acceso a seguridad social, salud, pensión o caja de compensación, ni remuneración permanente en condiciones dignas de empleo.

Estos trabajadores no cuentan con protección a sus derechos laborales, porque, aunque para las estadísticas son ocupados, para la ley no son empleados formales, por lo tanto no son sujeto de instrumentos de protección en materia laboral, más aún en una situación en la cual no pueden generar ingresos.

Esta población, que está “ocupada”, según las estadísticas, hoy vive una situación muy compleja porque no tiene como garantizar un ingreso para ellos y sus familias, tampoco tienen forma de pedirle al gobierno que los proteja en medio de la crisis hoy enfrentada, son habitantes de la ciudad de todos los estratos socioeconómicos y que aportan a todos los sectores de la economía.

El problema no es nuevo, sólo que hoy aflora, dada la cuarentena obligada que vive nuestro país por cuenta del covid-19, la economía Colombiana, pero en particular la de Bogotá está en riesgo de colapsar, dado que cerca del 40 % de la población ocupada de la ciudad no cuenta con un contrato laboral, es decir que no tienen una garantía de acceso a seguridad social, un salario permanente o la posibilidad de tomar dinero de sus cesantías o vacaciones para sobrevivir, porque no cuentan con estos derecho, derechos que por cierto ya consideramos casi un privilegio en nuestro país.

Por lo anterior, quienes hemos estudiado a fondo las diferentes problemáticas del mercado laboral colombiano y las políticas al respecto, hoy nos preguntamos si ¿el verdadero problema de Bogotá es la cuarentena obligada o la carencia de trabajo formal que vivimos los habitantes de la Ciudad?

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