Por: Nicolás Arias-Velandia, profesor e investigador de la Escuela de Educación e Innovación del Politécnico Grancolombiano

Las actuales medidas de cuarentena, dadas a raíz de la pandemia declarada por la Organización Mundial de la Salud, han obligado a continuar la educación mediante herramientas de contacto remoto. En Colombia, esto ha sucedido en educación inicial, básica, media y superior. Me referiré al caso de la educación superior en este texto.

Muchas de las instituciones de educación superior colombianas han afrontado esta situación también mediante herramientas de contacto remoto. Esto no es lo mismo que la educación virtual, como recientemente señaló Jaime Arias, rector de la Universidad Central, haciendo eco de una diferencia que ya han planteado hace unos años los expertos en estos temas. Acá planteamos que la educación superior usando herramientas de contacto remoto no es igual a educación virtual, y planteamos algunas consecuencias de esta diferencia.

La educación superior con herramientas de tecnologías de información para contacto remoto, permite continuar la educación presencial usando plataformas de internet con sus herramientas de videoconferencia. Son una base para lograr que profesores y estudiantes sigan manteniendo a distancia el contacto que tenían en las aulas presenciales de ladrillo y cemento. Su funcionamiento depende del diseño de actividades que el profesor logra, como desde 2006 nos han mostrado Punya Mishra y Emmanuel Kohler, dos expertos internacionales en diseños de profesores para enseñar usando tecnologías de información y comunicación.

Por este motivo, el trabajo de los profesores en aula remota usando herramientas de videoconferencia y otros apoyos TIC resulta muy difícil para aquellos docentes cuyas actividades de aula se restringen a la presentación magistral o de su exposición oral de temas. En contraste, resulta un trabajo desafiante y con mayor despliegue de posibilidades para profesores que alternan de manera interactiva su exposición y el trabajo grupal, colaborativo e individual de sus estudiantes, como han mostrado las investigaciones de Mar Mateos, Rosa Colomina, Javier Onrubia, María José Rochera, Lorenzo García-Aretio y T.L. Russell.

En la coyuntura actual, existen profesores ingeniosos y creativos con estas herramientas, junto con otros mucho más restringidos a maneras tradicionales de dictar clase, más limitados a su exposición o cátedra magistral. Como no podemos asumir que todos tuvieran preparación para esta situación de educar en cuarentena, debemos asumir que estos dos tipos de profesores están en esta situación, como sucedía antes de la cuarentena en las aulas de clase presenciales en universidades y otras instituciones de educación superior.

La estrategia de educación mediante herramientas de tecnologías de información para contacto remoto es, como decíamos, diferente de la educación virtual. La educación virtual articula contactos mediante videoconferencias o conferencia web, en los cuales hay un encuentro o reunión en un momento de los estudiantes y el profesor, con herramientas de comunicación como los foros, los correos electrónicos. Además, tienen un diseño y desarrollo con ambientes gráficos, de video, de texto, y mecanismos de interacción simultánea y no simultánea de los profesores con los estudiantes, que se articulan en un solo ambiente, para el cual se requiere un trabajo de diseño y desarrollo con diferentes profesionales como programadores, diseñadores gráficos, asesores pedagógicos, asesores de evaluación y evaluadores externos que juzgan la calidad de esta articulación de elementos en un curso virtual creado.

Todo curso virtual realmente conformado y diseñado como tal cuenta con estas características, por lo cual difiere del trabajo casi exclusivo del profesor con alguna asistencia tecnológica desde sus instituciones, que se presenta en las herramientas de contacto remoto. A las instituciones que desarrollan cursos virtuales, producir uno de estos cursos le puede tomar entre seis meses y un año; como generalmente producen varios de estos cursos semestral o anualmente, deben mantener e invertir en tener profesionales a tiempo completo, a cargo de la producción y desarrollo de estos cursos, en alianza con los profesores expertos en los temas de los cursos.

En los cursos en educación virtual o en línea, el tutor o profesor encargado debe liderar y orientar el recorrido de sus estudiantes, escuchar sus inquietudes, dialogar con ellos para acercarlos a las comprensiones que se desean desarrollar, y evaluar su avance en dichas comprensiones y competencias. También debe participar en verificar y actualizar la construcción de los cursos y de sus materiales y ambientes. Por su parte, el estudiante debe comunicarse con su tutor y compañeros, y destinar un tiempo considerable al recorrido, ejercicio, consulta, manejo de recursos y materiales de los cuales dispone su curso. Por estas razones se ha convertido en una opción para muchos estudiantes con limitaciones de tiempo, con menos recursos y en regiones apartadas, que antes tenían menores oportunidades de entrar a la educación superior, como muestran algunos trabajos de investigadores colombianos en este tema.

Por lo tanto, no debe llamarse educación virtual a la educación con herramientas TIC para contacto remoto. Esta segunda opción es la que han tomado muchas instituciones de educación superior como plan de choque para mantener el trabajo de formación de sus docentes con sus estudiantes en programas presenciales en la actual cuarentena. Cuando se da esta confusión en el lenguaje de los administradores de la educación superior, profesores y estudiantes, se induce a confusión, porque se muestra como educación virtual algo que no es tal, y se demerita el trabajo juicioso en la educación virtual que realizan varias instituciones colombianas de educación superior desde hace más de diez años.

Mantener esta diferencia ayuda a que no se presenten situaciones como la que se publicó en 3 de abril de 2020 en el portal de internet del diario El Tiempo con el título ‘Clases virtuales, manzana de la discordia en universidades’. La lección de esta situación debe llamar la atención a nuestras instituciones de enseñanza superior para que revisen sus planes para enfrentar la cuarentena obligatoria de acuerdo con lo dictado al respecto por el Ministerio de Educación Nacional, diferenciando con claridad la educación virtual de la educación presencial asistida por tecnologías de videoconferencia como medida de choque. Ejemplo de buen abordaje y comprensión de este tema, es el reportaje del 16 de abril de 2020 de la Redacción Tecnosfera del diario El Tiempo, titulado ‘La transformación educativa va más allá de las videoconferencias’. Superar esta confusión nos permitirá superar esta parte del debate, y nos dejará volvernos a concentrar en problemas estructurales de la educación superior colombiana: la concentración regional y socioeconómica de las oportunidades para acceder a ella, las diferencias de aprendizaje y competencias iniciales de sus estudiantes, su inequidad de género, y la calidad del aprendizaje y la vinculación ocupacional y de desarrollo futuro que permite a sus graduados.

Nicolás Arias-Velandia. Magister en Educación de la Universidad Pedagógica Nacional y Psicólogo de la Universidad Nacional de Colombia. Investiga sobre las condiciones de la educación superior en Colombia, educación superior virtual, formación en culturas profesionales en educación universitaria, y sobre aprendizaje y desarrollo de competencias en educación superior. Profesor de Tiempo Completo de la Escuela de Educación e Innovación de la Institución Universitaria Politécnico Grancolombiano. También está clasificado como Investigador Asociado en el Sistema Nacional de Ciencias y Tecnología-Minciencias. Ha sido coautor de los libros Inteligencia de datos en la formación en administración y negocios en Colombia (2019), Retos a los programas de administración, una mirada al saber. Resultados de la evaluación externa (2012-2016) (2017), Aportes a la investigación sobre educación superior virtual desde América Latina: Comunicación, redes, aprendizaje y desarrollo institucional y social (2017, editor científico), y Estudio sobre los procesos de aprender y sus mediaciones en los escolares del Distrito Capital (2015), además de artículos, escritos y capítulos de libro sobre los mismos temas.