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Marielys Flores, docente en las especializaciones de Negocios, Gestión y Sostenibilidad del Politécnico Grancolombiano.

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Las nuevas realidades están mostrando diferentes signos de cambio en las formas de relacionamiento, en el uso intensivo de la tecnología, en la adaptación de los modelos de negocio, en los patrones de consumo, en las comunicaciones e, inclusive, en el comportamiento de las personas.

Lo que sí es cierto es que todas esas señales que percibimos como nuevas realidades plantean cambios y transformaciones que los líderes deben tomar en cuenta, para adaptar sus competencias y desarrollar nuevas habilidades que les permitan ejercer el liderazgo en la nueva normalidad.

En entornos donde prevalece la incertidumbre y la complejidad, los líderes suelen hacerse preguntas como las siguientes:

  • ¿Qué habilidades debo desarrollar o adquirir para liderar en la incertidumbre?
  • ¿Existen algunas buenas prácticas que podría incorporar?
  • ¿Qué puedo hacer para cuidar a las personas y las relaciones de mi organización?
  • ¿Cómo mantener al equipo de trabajo aportando y motivado?
  • ¿Cómo adaptar mi liderazgo para responder a estos tiempos tan demandantes?

Encontrar respuestas dependerá de lograr identificar las propias fortalezas y las potencialidades de los equipos de trabajo, de revisar los objetivos y las prioridades de cada organización y, especialmente, de asumir una consciencia de situación para comprender que las nuevas realidades se están configurando en un entorno de incertidumbre que seguirá mostrando cambios.

Esta normalidad necesitará un compromiso de los líderes, para movilizar a las personas y lograr que todos los miembros de la organización aporten.

A continuación, te comparto algunas recomendaciones clave para liderar en la incertidumbre:

  1. Adaptación. Será necesario transformar las dinámicas de trabajo a las nuevas realidades, aprender a tomar decisiones con menos información disponible, aprender a ser efectivos con la noción de riesgo y adoptar la actitud de innovación para encontrar soluciones ajustadas a las necesidades de los clientes.
  2. Propósito. En medio de la incertidumbre, es importante identificar un propósito, porque el propósito te da un sentido de orientación claro, ayuda a concentrar esfuerzos y a transmitir confianza al equipo de trabajo.
  3. Aprendizaje continuo. Estamos ante un momento de cambios y transformaciones, muchos de los parámetros conocidos están variando. Por eso el aprendizaje será clave para desarrollar nuevas habilidades, ajustar prácticas y mejorar competencias como las digitales, que cobran mayor relevancia. Los líderes que hacen que las cosas pasen piden ayuda, buscan rodearse de los mejores y reconocen el valor del aprendizaje constante.
  4. Es importante comprender que trabajamos con personas y para personas, por lo que la empatía y la confianza son habilidades blandas que ayudarán al líder a articular esfuerzos en remoto y mantener la conexión. La confianza facilita el trabajo interdependiente del equipo y fortalece la colaboración.
  5. Cuando nos encontramos con un entorno complejo y ambiguo con cambios constantes y eventualidades, necesitamos flexibilidad para ajustarnos y responder. Aferrarse a viejos esquemas o excusarse en que siempre lo hemos hecho así, es poco útil para fluir con los cambios y poder actuar.
  6. Valentía. Ciertas situaciones representan puntos de inflexión que hacen que las personas recurran a sus recursos internos, fortalezas y desarrollen coraje. Los puntos de inflexión pueden desencadenar temor o ansiedad. La buena noticia es que la valentía no es ausencia de miedo, sino entereza para enfrentarlo y seguir adelante. Dice un proverbio que: “justo cuando la oruga pensó que el mundo había llegado a su fin… se convirtió en mariposa” – Anónimo.
  7. Mentalidad de emprendimiento. Este tipo de mentalidad hace foco en ayudar al usuario, en buscar soluciones, en probar e iterar, en aprovechar los errores como una fuente de aprendizaje y en conectarse con el entusiasmo. Un líder con mentalidad de emprendimiento no espera que la oportunidad llegue, la genera.
  8. Conexión. Una de las fortalezas del líder es lograr conexión con su equipo, para transmitir la visión y aumentar el compromiso de los colaboradores. Si bien la continuidad operativa es muy importante para el logro de los resultados, el aporte de las personas y la afinidad que desarrollen con la organización y con el líder, marca la diferencia para la generación de beneficios hacia el cliente y, por tanto, para el negocio.
  9. Los desafíos que plantean las crisis y la adversidad ponen a prueba el liderazgo de las organizaciones. Se ha asociado el ser resiliente con ser una persona fuerte, pero lo cierto es que se trata de aprender a desarrollar nuevas destrezas y saber cómo recargar la energía para poder responder mejor a las exigencias del entorno. Los líderes resilientes conectan con sus valores más profundos, se recargan de energía al compartir con la familia, retomar una actividad agradable como un pasatiempo, hacer ejercicios o cualquier otra fuente que les sirva para mantener la cabeza y el corazón en buena forma.
  10. Es innegable que el agradecer a los otros logra efectos positivos porque aprecia la dedicación y el esfuerzo. Un líder que agradece muestra consideración por las personas y reconoce lo bueno en el otro, esto además genera un efecto de doble vía. El colaborador que se siente valorado está más dispuesto a aportar y ayudar, se moviliza desde un ánimo de contribución y motivación. Jimmy Johnson decía que: “La diferencia entre ordinario y extraordinario es ese pequeño extra”… por eso el líder tiene que agradecer esa milla extra y cuidar a las personas.

En tiempos de incertidumbre y cambio se hace muy difícil adivinar lo que traerá el futuro, quizá la mejor manera en que el líder puede anticiparse al futuro es crearlo.

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