Por: Tatiana Dulima Zabala Leal, docente de docente de la Escuela de Derecho y Gobierno del Politécnico Grancolombiano

Desde hace poco más de tres meses el teletrabajo ha tomado una relevancia significativa en el país al convertirse en una imperiosa necesidad tanto para el sector público como para el sector privado, ello a causa de la suspensión total de las actividades presenciales en una gran parte del sector productivo a nivel nacional, suspensión que fue declarada por la presidencia de la República a través del estado de emergencia manifiesta contenida en el Decreto 417 del 20 de marzo de 2020.

De allí, que se ha hecho indispensable para el sector comercial establecer herramientas tecnológicas que faciliten la construcción de aptitudes que les permita seguir siendo competitivas, además de satisfacer la demanda de bienes y servicios en las condiciones que el consumidor exige, lo que ha llevado a los empresarios, de forma improvisada, a definir parámetros para la implementación del uso de las tecnologías en el sector productivo y el teletrabajo, ello en aras de mantener su rendimiento económico, obviando en su gran mayoría los horarios de descanso del trabajador e incrementando de manera acelerada los casos de agotamiento laboral.

Por su parte, el teletrabajo ha sido definido por la OIT, la ley 1221 de 2008 y el Decreto 884 de 2012, como la prestación de un servicio personal por parte del trabajador, sin el requerimiento de la presencialidad de este en las instalaciones del empleador, ello, a través del uso de plataformas tecnológicas TIC y con una remuneración como contraprestación por dicha actividad.

Lo anterior quiere decir que el teletrabajo implica tres elementos fundamentales como lo son el servicio personal no locativo, la prestación de la fuerza de trabajo a través de las tecnologías de la comunicación y la externalización de las actividades laborales de manera integral, eficiente, inmediata y asertiva. Pero, para ello, se requiere que las empresas definan horarios de desconexión justos, eduquen a su personal en una cultura de la comunicación asertiva y ofrezcan los espacios suficientes para el desarrollo de competencias como la oralidad, la escritura, la gestión de la información, la gesticulación y la atención al cliente. Adicionalmente, la clase trabajadora, requiere de permanente automotivación, autodisciplina, preparación y formación, flexibilidad física y emocional, empatía, voluntad, ambiente sano, horarios de total desconexión, procesos y procedimientos, códigos de comportamiento y ejercicios experimentales.

Por otra parte, el sector empresarial visto como un sistema abierto y dinámico que debe estar relacionado de forma directa con la gestión tecnológica, y cuya finalidad esencial es la ejecución de su objeto social, en los últimos tres meses ha hecho evidente su carencia de organización estratégica y de gestión tecnológica que ofrezca de manera inmediata un plan de acción que optimice el desempeño del sector productivo, es decir, que actualmente no se tienen implementados procesos permanentes de diagnóstico tecnológico, modelos de planificación, recursos propios suficientes, desarrollo interno tecnológico, cambios técnicos e innovación y medios de control y evaluación en la mayor parte del sector comercial colombiano. Lo que ha acarreado que las Pymes se hayan visto significativamente afectadas en lo corrido del año a causa de las pérdidas económicas que en algunos casos las han llevado al fenecimiento de su personalidad jurídica, pues no cuentan con el recurso económico, tecnológico y de preparación para adecuarse a las actuales circunstancias, lo que ha incrementado el desempleo y la caída en el poder adquisitivo de los colombianos.

La OIT en su análisis del primer trimestre del 2020 manifestó que, en promedio, 195 millones de personas perderían sus empleos, cantidad que podría aumentar o disminuir, según la evolución de la pandemia. Por su parte, la Universidad de los Andes informó que 2.8 millones de trabajadores en el país están en riesgo de pérdida de sus fuentes de ingreso a causa del aislamiento, por lo que el Ministerio de Trabajo expidió la Circular 0021 de 2020 recomendando el teletrabajo, pero sin definir las responsabilidades de las empresas en cuanto a los implementos a brindar al trabajador para el eficiente ejercicio de la actividad laboral, ni las condiciones para la protección de su derecho laborales.

Debido a que la cuarentena ha forzado la virtualización del comercio, las brechas de la desigualdad social se han acrecentado, ya que sólo quienes posean el músculo financiero, la infraestructura tecnológica y el personal capacitado, podrán mantenerse activos en el mercado, lo que deja en gran desventaja a las sociedades comerciales nuevas, a las Pymes, a los trabajadores informales y a los trabajadores cabeza de hogar.

Una evidencia de esto son las percepciones que los ciudadanos comparten permanentemente en las redes sociales acerca de las políticas improvisadas que se han tomado y que los han llevado a aportar de su peculio implementos de trabajo como PC, servicio de internet, telefonía, luz eléctrica, mobiliario, tiempo de descaso y tiempo en familia, entre otros, sacrificios asumidos con la finalidad de cumplir expectativas, cubrir metas, y lo peor, asumir responsabilidades extra en aras de salvar su única fuente de ingresos; muchos han diseñado procesos y procedimientos para realizar un mejor desempeño y así optimizar los ingresos del sector comercial, sin recibir reconocimiento por la generación de nuevo conocimiento, y muchos hasta aceptando disminuciones salariales bajo la premisa de que todos aportan. Dada la impersonal relación por el teletrabajo o por el confinamiento y la comunicación virtual, el trabajador se está viendo cosificado, lo que a futuro afectará dramáticamente el sector productivo y el sector salud.

Es así, que se hace urgente por parte del Estado la definición para las grandes empresas de procesos y procedimientos estrictos para la protección de los derechos de los trabajadores, el ofrecimiento de herramientas y conocimientos sobre el teletrabajo y los sistemas organizacionales de gestión tecnológica para que el sector comercial pueda mantenerse competitivo y eficaz sin explotar a sus trabajadores y prestadores de servicios y, un apoyo especial al sector informal para que este cuente con medios idóneos que les viabilice la comercialización de sus bienes y servicios sin exponer su vida.

Por su parte, las empresas hoy por hoy deben establecer procesos internos de gestión tecnológica, en los cuales definan funciones, estrategias, protocolos de implementación de teletrabajo y se solidaricen con el sector comercial informal.