Luis Miguel Pino Bautista, politólogo del Politécnico Grancolombiano, estudiante de psicología de la misma institución universitaria. Adelanta su práctica en el campo de la psicología clínica.

Tras la llegada del covid-19 a nuestro país, se han identificado más de 2.200.000 casos confirmados y el fallecimiento de más de 57.000 personas con corte de febrero del 2021, según el Ministerio de Salud. Estas cifras que siguen en aumento cada día han llevado a un estado de alerta tanto a las instituciones encargadas, como a la población en general para extremar medidas que prevengan el contagio. Sin embargo, a pesar de todas las medidas que se han implementado, el impacto de la pandemia en la economía y la salud de la población ha sido devastador.

Con frecuencia podemos escuchar varias historias, como las de aquellas personas que no pudieron continuar con su negocio porque ya no les alcanzaba el dinero para pagar la renta, o la de quienes fueron despedidas porque su empresa quebró o hubo un intempestivo recorte de personal, o los que vivían del día a día y tuvieron que dejar de salir a la calle dando estricto cumplimiento a las prolongadas medidas de aislamiento preventivo. Del mismo modo, es posible que hayamos escuchado o vivido el deceso de un familiar del que no tuvimos la oportunidad de despedirnos. Estas son algunas de las situaciones que se suman al miedo excesivo por mitos y conspiraciones alrededor del origen del virus o de la vacuna, el lavado exacerbado de manos y cualquier objeto que entre a nuestro hogar, o el peso de haber sido la persona que contagió a sus familiares. Incluso, el mismo personal de salud tuvo que enfrentarse a largas jornadas laborales, a extremar sus medidas de bioseguridad, distanciarse de sus familiares y ver morir a sus colegas en el ejercicio de su honorable labor.

Es por esto importante advertir que nuestra salud mental se ha podido haber visto seriamente comprometida por alguna de estas situaciones, provocándonos sensaciones de estrés, ansiedad, incertidumbre, culpa, depresión, ira y/o un profundo dolor, producto de un proceso de recolocarse frente a las diferentes pérdidas. Por esta razón, debemos tomar las medidas necesarias para afrontarlas. Debido a esta situación el médico psiquiatra peruano Jeff Huarcaya Victoria describió cuáles podrían ser las complicaciones en la salud mental más frecuentes durante y después de la pandemia.

Las describimos a continuación para darles atención de manera oportuna:

Ansiedad por la salud: se presenta cuando confundimos sensaciones corporales inofensivas con los síntomas de alguna enfermedad. Esto provoca una marcada repetición de rituales de limpieza a un nivel mucho mayor del recomendado. Adicionalmente, se genera una sensación de incertidumbre por lo que puede suceder en el futuro, lo que nos lleva a aislarnos completamente de las personas con el fin de protegernos. En algunos casos se experimenta la necesidad de visitar diferentes servicios médicos con mayor frecuencia para confirmar que no se padece de alguna enfermedad grave. El polo apuesto de la ansiedad por salud sería la nulidad de creencia sobre la enfermedad, la cual ha llevado a que muchas personas eviten poner en práctica las medidas de bioseguridad y contribuyan a la propagación del virus.

Depresión: la pérdida del trabajo, del estudio o no poder despedirnos de las personas que queremos, distanciarnos de nuestros seres queridos por el confinamiento y sentirnos solos en los momentos más difíciles puede desencadenar en lo patológico cuando no existe un proceso de duelo adecuado, cuando nuestra red de apoyo es reducida y cuando, por decisión propia, nos alejamos de los demás.

Estrés: existen diferentes escenarios estresores para la población durante la pandemia; por ejemplo, quienes no tienen empleo pueden generar sentimientos de inutilidad y pocas expectativas de mejora que detonan en un estrés considerable. Por el contrario, quienes cuentan con empleo, se han visto enfrascados en un agotamiento laboral debido a la extensión de sus jornadas y el teletrabajo que interfiere o se confunde con las actividades diarias del hogar. Los estudiantes, también enfrascados en modalidades de estudio virtual, lidian con espacios poco adecuados para conseguir eficiente rendimiento, sumado a la calidad del Internet (si son afortunados y cuentan con acceso), así como con las herramientas digitales necesarias dentro de sus hogares. No podemos olvidar tampoco a los adultos mayores quienes, con la intención de protegerlos del virus, han quedado presos en sus hogares como agentes invisibles y quedando más expuestos al estrés.

Personal de la salud: el sector de la salud ha tenido que enfrentar quizá uno de los mayores retos: enfrentar la muerte de sus propios compañeros, extender jornadas laborales, extremar medidas de bioseguridad y distanciarse de su familia, vivir con el constante sentimiento de frustración por la alta demanda de contagios y fallecimientos, lo cual ha podido generar el estrés, la ansiedad y la depresión ya mencionadas.

Es por esto que se hace necesario hacer un llamado de alerta al Estado colombiano para la oportuna identificación de la población de riesgo, con el fin de hacer un acompañamiento psicosocial con un equipo multidisciplinario de salud mental y motivar a la población afectada a iniciar un proceso psicoterapéutico o de teleorientación como lo ofrece la línea 192 opción 4.

Es importante hacer hincapié en que la pandemia también ha sido un baluarte en nuestra vida y el inicio de nuestra mejor versión, por eso te invitamos a sanar y trabajar todos esos momentos difíciles que hayas podido pasar durante la pandemia.