Las MiPymes en Latinoamérica en época de pandemia y la gerencia corporativa en el manejo de la crisis
Por: Mg. Luis Anibal Álvarez Barragan, coordinador programa Administración Empresas sede Medellín del Politécnico Grancolombiano
Algunos cuestionamientos que surgen en torno a la actual crisis pandémica que vive la humanidad tienen que ver con el aparato productivo de las naciones; es decir, las empresas. ¿Cuál será su futuro mediático? Esta pregunta ronda en la cabeza de aquellos cuya responsabilidad ha sido la de generar progreso social a través de la formulación e implementación de políticas para la generación de empleo y el fomento de iniciativas empresariales, que coadyuven en el mejoramiento de las condiciones de vida de las personas. Fruto del covid-19, la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe)[1] pronostica que, para el 2021, alrededor de 2.7 millones de empresas cerrarán en Latinoamérica, generando la pérdida aproximada de 8.5 millones de empleos, afectando el poder adquisitivo e impactando de manera negativa el avance social. Esto denota un retroceso importante en materia de crecimiento económico y reducción de la pobreza en américa latina, y atenta contra los planes de desarrollo prescritos por los gobiernos para la mejora continua de las condiciones humanas de sus ciudadanos, según las pretensiones de las naciones unidas en relación con el cumplimiento de los objetivos de desarrollo sostenible.
Pero, ¿cuáles son los desafíos que enfrentan las micro, pequeñas y medianas empresas en la actual crisis? Uno de los más importantes tiene que ver con la permanencia en los mercados y evitar el cierre anticipado, y otro con la gerencia corporativa y sus prácticas de gestión administrativa, que garanticen un uso eficiente de los cada día más escasos recursos, la innovación y la competitividad, para estimular la reactivación económica y la recuperación del empleo en la región.
En cuanto a la permanencia es importante señalar que las medianas empresas seguramente se valdrán de una serie de oportunidades que vendrán tras la nueva normalidad, buscarán mantener su reputación y aprovecharán la coyuntura para reestructurar algunas áreas de trabajo y mejorar su capacidad de innovación y respuesta ante las contingencias, y seguirán contando por su tamaño e historia con el favorecimiento de la banca corporativa y la contratación con el estado en algunos casos. Las que sí se consideran que tienen un panorama gris dentro de la actual coyuntura y dinámica de mercado son las micro y pequeñas empresas, ya que estas en lo común son organizaciones con una capacidad productiva limitada, un volumen de negocios bajo y un nivel de endeudamiento alto. Es allí donde la buena gerencia, el liderazgo y la persistencia serán elementos cruciales para volver a encontrar el camino al éxito.
En consecuencia, se sugiere que las micro y pequeñas empresas intenten solventar la crisis de la mano de la implementación de nuevas prácticas que conlleven a cuidar su liquidez y capital de trabajo, endeudarse lo menos posible, ajustar gastos y costos no asociados a la actividad productiva (viáticos, actividades de representación, relaciones públicas, marketing), frenar contrataciones, empoderar y comprometer a sus empleados de cara al cambio y las iniciativas que propendan a un mejor desempeño de las empresas, capitalizar del talento humano toda la información necesaria para el desarrollo de nuevos proyectos, hacer uso del marketing de bajo costo (redes sociales y plataformas digitales) y diseñar nuevos esquemas de liderazgo que estimulen el fortalecimiento de la cultura corporativa y el alcance de los objetivos propuestos de rentabilidad, crecimiento y sostenibilidad.
Para tales propósitos, se requiere de administradores con alto nivel de compromiso y competencia en el manejo de las crisis y/o contingencias que surgen de los 360 grados corporativos, líderes democráticos que apoyen sus decisiones en el talento humano que los acompaña, gestores empresariales que entiendan que las crisis son sinónimo de oportunidad, y que no será la primera vez ni la última que serán retados por este tipo de eventos. Así mismo, que en Latinoamérica este concepto no es nuevo y ha sido inherente y constante en la vida empresarial, incluso en la social y política, y tras cada acontecimiento, los empresarios se han fortalecido y preparado para superar cada evento con resultados propios de la resiliencia y profunda vocación de servicio que los rige, que en la actual crisis por covid-19 no será la excepción.
En conclusión, la actividad gerencial ante la crisis requiere de líderes informados, con vocación de servicio, con actitud proactiva, participativa, colaborativa y resiliente, que ante el primer percance no opten por abandonar el barco o tal vez hacer lo que hace el avestruz y sumir la cabeza en la arena y esperar lo peor. Las industrias requieren más de líderes como HULK que lograron administrar su crisis y controlar sus emociones y conversiones. Se requiere entonces de líderes empresariales que aseguren la implementación de mejores prácticas, que estimulen la permanencia de sus organizaciones en el mercado y que entre sus prioridades estén: asegurar el involucramiento del talento humano en las decisiones relacionadas con la innovación y desarrollo de nuevos proyectos y emprendimientos y crear las condiciones laborales óptimas para un buen desempeño de los colaboradores.
Finalmente, es necesario comprender que existe una estrecha relación entre las competencias directivas y el destino de las empresas en época de crisis y en especial en la actual situación pandémica, difícil de soportar por sus repercusiones económicas de índole global. La acción gerencial juega un papel crucial en el desempeño corporativo, de tal forma que el llamado es a asumir con responsabilidad los retos que se avecinan y plantean un accionar más preciso y eficaz en temas relacionados con: mejorar la capacidad de innovación, planeación proactiva y no reactiva, aprendizaje permanente, liderazgo cooperativo, formas de asociatividad, uso de tecnologías emergentes, habilidades gerenciales para el manejo de las crisis, creatividad e innovación bajo contingencias, entre otros aspectos, que demandan altas dosis formativas para encontrar los caminos más cortos al resurgir empresarial. Ahora, bien en términos de reflexión, ¿cuál es el papel que juega la academia en todo esto? ¿Será que las universidades están formando profesionales en administración bajo esos criterios? ¿Tendrán que reformular los planes de estudio para acercar a los líderes desde el desarrollo de competencias a la resolución eficaz de conflictos y contingencias como la del covid-19?
[1] https://news.un.org/es/story/2020/07/1476912
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