Por: Jaime Wilches, Doctor Cum Laude en Comunicación, docente Programa de Administración Pública del Politécnico Grancolombiano.

Tiempos de coyuntura corren en Colombia. Movilizaciones sociales, ausencia de coordinación en las instituciones estatales, inercia de los gremios económicos y silencios en las instituciones de educación superior. No obstante, es un error mirar esta crisis como un momento particular y novedoso. Por el contrario, los hechos recientes se suman a la lista de una historia política de continuidades y trasformaciones de conflictos que no han querido asumirse o se solucionan a la ligera, generando un efecto más nocivo: la reproducción de conflictos heredados, emergentes y transformados.

En esta dirección, la Tesis Doctoral trabajada en la Universidad Pompeu Fabra (Barcelona, España), titulada “Del narcotraficante ilegal al narco populismo legitimado: análisis del discurso político de Pablo Escobar en la serie “Narcos” y en medios periodísticos”, tuvo como objetivo analizar las trayectorias históricas que han posibilitado el ascenso de un discurso-práctica con fuertes enraizamientos socioculturales, en los que la ilegalidad se ve como una vía riesgosa, pero legítima para cumplir con aspiraciones asociadas al poder político en el Estado, la conquista de monopolios económicos y el control de la cotidianidad vía consenso-coerción en individuos y colectivos.

Como producto de la tesis, se plantea la categoría conceptual de narco populismo, y que hace parte del eje central del artículo de investigación presentado en la revista Análisis Político de la Universidad Nacional de Colombia (Q1 Scopus).

Estrategia discursiva que utilizan individuos dedicados al tráfico de drogas ilegales, para articularse con las bases axiológicas de los grupos sociales con las que interactúan de manera directa (territorio donde se  encuentran  localizadas  las  materias  primas  y  la  industrialización  del  producto)  o  indirecta  (red  de influencias donde se desarrollan las fases de distribución y comercialización). Aunque puede existir el  interés  por  la  participación  en  el  régimen  democrático,  la  lucha  por  el  poder  a  través  de  elecciones,  la  constitución  de  partidos  o  la  organización  de  movimientos  de  base;  el  objetivo  de  dicha  estrategia   discursiva es proyectar una narrativa emotiva que establezca un antagonismo frente a la exclusión del  sistema  político,  la  desigualdad  económica  y  las  fallas  de  la  justicia.  Una  vez  consolidada  la  narrativa   emotiva y asimilada por los grupos sociales que han sufrido las causas y consecuencias de este antagonismo, los sujetos portadores del discurso narco populista ofertan el reemplazo de dichas carencias a través de estrategias subterráneas y emergentes de control social (ejercicio de violencia física), asistencialismo (atención solvente de necesidades económicas) y administración de controversias (resolución de disputas que amenazan la convivencia en comunidad). (Wilches, 2020)

Esta categoría conceptual ha tomado relevancia en el contexto de la pandemia del covid-19 y ahora en la “nueva” crisis que se vive en Colombia. En el desarrollo del artículo, y entendiendo el valor de generar una academia que trabaje y cualifique los trabajos desde una perspectiva interdisciplinar, se contó con los aportes de los Doctores Xavier Ruiz Collantes (Universidad Pompeu Fabra y Hugo Fernando Guerrero Sierra (Universidad de La Salle), quienes aportaron sus visiones frente a la construcción de un relato con intenciones de trascender del ámbito local para posicionarse como una narrativa global.

El artículo afirma cómo el narco populismo, en tiempos de coronavirus, contrario a otras actividades de la cotidianidad política y económica, no sufrió una etapa de recesión, sino que se fortaleció gracias a su capacidad histórica de mimetización y adaptación a las “crisis” que parecen ser incapaces de resolverse desde la dimensión legal. El trabajo soporta esta hipótesis con cifras que revelan el aumento de ganancias del narcotráfico, la exposición de sus líderes como proveedores de servicios sociales que el Estado no suple y ambiguas mimetizaciones de economías que no están asociadas directamente al narcotráfico, pero que se nutren de sus recursos.

Como consecuencia de estos fenómenos el narco populismo ha logrado instalarse en las élites, rompiendo escalas éticas y morales, e incluso teniendo habilidad para relativizar las acciones ilegales como un injusto cuestionamiento al emprendimiento, dolorosas tragedias familiares a ciudadanos de bien o ataques malintencionados de sectores ideologizados. La paradoja se presenta en que estos mismos grupos que aplican el discurso narcopo pulista (con amplios apoyos de sectores sociales de clase media que se han visto beneficiados por el confuso origen de la prosperidad económica) muestran agresividad hacia los sectores campesinos que producen los insumos de las drogas ilícitas, cuestionan las políticas públicas que sugieren un enfoque integral en prevención de drogas y pregonan mano dura contra los sectores que exigen otros modelos económicos.

Para finalizar, se propone ampliar esta línea de investigación, reafirmando -como se sugiere al principio de este artículo- que los tiempos de convulsión que vive Colombia están cimentados por un discurso narco populista que ha ido transformándose desde su aparición en la década de los 80s con Pablo Escobar y consolidado en el siglo XXI con líderes carismáticos que han capturado el Estado, sus leyes y sus principios para justificar acciones ilegales con un pueblo que es bueno cuando no cuestiona, pero que se convierte en un enemigo cuando no se articula a dichos mandatos.

Se trata al final de una idiosincrasia en la que el reconocimiento social y el ascenso económico se logra a las buenas o a las malas. Enlace del artículo: https://revistas.unal.edu.co/index.php/anpol/article/view/93409