En el día internacional de los océanos, miremos hacia allí y veamos qué está pasando
Todos hemos conocido esta famosa frase, donde todos quisiéramos o pensamos: qué lindo seria vivir en el mar, divisando el océano, lo amplio e interminable que es. Lo anterior suena muy poético, pero: ¿qué tanto sabemos del mar o de los océanos?
Partamos del hecho que las tres cuartas partes de nuestro planeta son agua, y que, de esas partes, el 97 % son océanos. Por otro lado, de acuerdo con un informe de Naciones Unidas, más de tres mil millones de personas dependen de los ecosistemas marinos y de sus costas para obtener su sustento, así como son una fuente principal de proteínas para esta cantidad de población. También alberga una gran cantidad de especies de fauna y flora, se calcula que unas doscientas mil especies pueden habitar en los océanos, pero su potencial de crecimiento puede ser de millones de especies.
Mantener la salud de los océanos impacta de manera considerable en los esfuerzos que se realizan para la adaptación al cambio climático, así como la mitigación de sus impactos.
Entonces, ¿qué ha pasado?
Los océanos son los mayores fijadores de dióxido de carbono, un gas efecto invernadero que aporta al cambio climático. Este fenómeno ha contribuido a que los océanos se acidifiquen e impacten en la pérdida de biodiversidad marina como, por ejemplo, los arrecifes de coral, que se han afectado en un 20 % con efectos irreversibles y también poniendo en riesgo otro porcentaje a largo plazo. Aunado a lo anterior, el consumismo desmedido que se ha venido presentando en los últimos años ha impactado de manera importante en los océanos, pues los residuos resultantes de los procesos de consumo han venido a parar en gran proporción a las costas y los mares, afectando así a la fauna y flora existente. De otro lado, la inadecuada gestión del medio marino provoca la sobrepesca. El Programa de las Naciones Unidos para el Medio Ambiente estima que los impactos económicos por estas inadecuadas prácticas en los océanos ascienden aproximadamente a los 200.000 millones de dólares por año.
¿Qué podemos hacer?
Para la agenda de desarrollo sostenible, así como sus objetivos, es importante considerar acciones que ayuden a mitigar los efectos adversos que los océanos han venido padeciendo durante las últimas décadas. El objetivo 14 “vida submarina”, tiene una serie de acciones que conducen para el 2030 a mejorar la calidad submarina en relación con la prevención asidua de la contaminación, minimizar los efectos de la acidificación de los océanos y realizar, mediante la investigación, aportes contundentes para gestionar adecuadamente estos ecosistemas.
Sin embargo, nosotros desde lo personal podemos contribuir de manera importante para que estos grandes ecosistemas se puedan preservar. Por ejemplo:
1. Comprar productos locales que provengan de los océanos, es una acción responsable. Debemos procurar porque estos sean producidos de manera sostenible.
2. En cuanto a nuestros hábitos personales, tomar el transporte público, desconectar los equipos electrónicos, ahorrar energía, nos ayuda a disminuir la huella de carbono, que impacta de manera considerable en el aumento del nivel del mar.
3. Reducir el uso de plásticos y, si estamos en la playa, ayudemos a que estas mismas de mantengan limpias.
Entre todos podemos contribuir a que nuestros océanos perduren para nuestra existencia, para la conservación biológica de las especies, para la vida misma, porque en el mar, la vida es más bonita.
Por: Carolina Barreto, docente de la Facultad de Negocios, Gestión y Sostenibilidad del Politécnico Grancolombiano