En el marco de la conmemoración del Día Internacional de la Lucha Contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas, fui invitado por parte del gestor poblacional de sustancias psicoactivas de la Secretaría de Salud de Bogotá, al evento sobre los “desafíos de la prevención de drogas desde un enfoque poblacional”; un evento de la Alcaldía de Bogotá y la ONUDC.

Me invitaron a presentar uno de los proyectos que he venido desarrollando hace un tiempo como investigador Poli en la Mesa Distrital Cannábica sobre la autodeterminación en la comunidad, un gran honor teniendo en cuenta el listado de personas asistentes de las diferentes oficinas distritales y de la ONUDC, que figuraban en la programación. Mi expectativa era tan alta, que la noche anterior al evento no tuve el mínimo reparo en extender mi jornada laboral que ya cumplía nueve horas, para preparar mi presentación por una hora y media más.

El día del evento me retrasé desarrollando mis responsabilidades matutinas de docente, realmente la evaluación de esos proyectos de mis estudiantes era prioritaria, y aunque para la academia generar conversación con las instituciones es un punto fundamental, hay cosas que no pueden esperar.

Finalmente arranqué en un taxi para el evento, el afán y el entusiasmo apaciguaron el desespero por el típico tráfico capitalino bajo el torrencial aguacero, que luego se convertía en lluvia de gotas grandes, luego en llovizna, y de repente en torrencial aguacero otra vez. Hablar de las aproximaciones comunitarias en temas de uso de sustancias es para mí como hablar del mundial para un fanático del fútbol, llevo años investigando el tema del uso de drogas desde el dos mil catorce cuando trabajé en la cárcel distrital de Bogotá. Además, la oportunidad de divulgar mi experiencia a organismos que se encargan de generar y aplicar políticas públicas en este tema me hacía sentir que tantos años de trabajo en investigaciones, semilleros, redes académicas y mecanismos de participación están dando fruto; tanta era la emoción que no pude privarme de decirle al conductor del taxi para donde iba y a qué. El señor con su habitual comportamiento amigable me mantuvo la conversación sobre el tema, para concluir con el respetable y siempre cordial “¿cómo llueve en esta ciudad no?”

Después de pagarle lo que le debía, y una cuadra más al norte de mi destino, corrí de vuelta al evento donde me dejaron ingresar sin mayor dificultad al PH del hotel en el que fui recibido por Andrés, el gestor que me había invitado, y Daniel otro compañero emprendedor que viene a la Mesa Distrital Cannábica como ciudadano usuario de sustancias. En el atril estaba una mujer conversando sobre la estrategia de prevención que desarrolla con familias, me pareció interesante y bien fundamentada, aunque no pude dejar de pensar que era de esas personas que suele terminar con “¡alguien quiere por favor pensar en los niños!”. Andrés me explicaba quién era quién, y en la medida que iba revisando el salón me daba cuenta que había varias sillas desocupadas, imagino que para la preparación del espacio hicieron un conteo de cien personas aproximadamente, y como resultado de un vistazo rápido y por encima, no contaba más de cincuenta. El presentador nos anunció, me nombró de primero a mí con mi perfil de investigador, docente, editor de revista, y miembro de diferentes redes, y luego a Andrés con su perfil de gestor, experto, y con experiencia de más de veinte años en el tema.

Ya habíamos acordado que de los veinte minutos para nuestra presentación él se tomaba diez y yo los diez finales. Con sus aportes empecé a notar que esas cincuenta se reducían probablemente a cuarenta personas, me sentí un poco ofendido, pero entiendo claramente que hay diferentes responsabilidades que nos alejan de estar en los eventos toda la mañana, a mí también me sucedió. Mientras Andrés seguía con lo suyo yo le enviaba mensajes a mi enamorada por teléfono contándole lo que sucedía. El tiempo pasaba y yo seguía viendo a Andrés con su presentación, repasaba en mi mente los resultados de mi investigación, la voz de la comunidad, la importancia del análisis académico y poblacional para la construcción de políticas públicas, las necesidades de la gente para el desarrollo de un enfoque diferencial con las personas usuarias de sustancias. La moderadora volvió a sacar el letrero de tres minutos, nuevamente. La agenda estaba corrida, ya nos habíamos tomado diez minutos extra del tiempo de las personas que todavía quedaban en la sala, finalmente Andrés me presentaba como vocero de la comunidad y me daba la palabra. Cuando agarro el micrófono otras tantas personas salieron de la sala, ya no había tiempo de cargar mi presentación y la moderadora me recordó que ya “nuestro” tiempo había terminado.

<<Hola yo soy Julián Hernández, docente investigador del Politécnico Grancolombiano y vengo a conversarles un poco de la investigación que vengo realizando con la comunidad usuaria de sustancias a la que pertenezco>>, en ese momento las personas que quedaban en sala me miraron, unas con interés, otras con sueño, otras me miraban sin verme; y devolviéndoles la mirada no me quedó más que resumir un año de investigación, ocho años de experiencia en el tema de sustancias, una vida de análisis en torno a las políticas públicas y la discriminación estatal de las personas usuarias de sustancias en dos minutos de conclusiones ante el persistente letrero de tres minutos. La prevención es una estrategia válida para las personas que no tienen interés en usar sustancias, pero inefectiva con las que quieren usar y con las abstemias que a veces consumen. Otros países han tomado la ruta de la regulación y evidenciado mejoras en los temas de salud, seguridad, y participación ciudadana; los ejemplos clásicos Uruguay, Portugal, Suiza, y Nueva York que reguló el uso recreativo a través de dispensarios de cannabis recreativo (THC) en mayo. Al estado no le molesta la ilegalidad, sino la informalidad, por lo mismo la mejor manera de mitigar efectos negativos del uso problemático de sustancias ilegales no es criminalizar, sino regular y brindar opciones en reducción de riesgos y daños. Las estrategias de educación y acompañamiento en gestión de los placeres son el futuro, teniendo en cuenta que la prevención no hace nada diferente a fracasar a diario. Por último, todas las personas somos usuarias de sustancias, todas, simplemente algunas tienen un trato más humano por diferentes factores, y otras están sumergidas en un sistema que lo único que hace es hundirlas más. La autodeterminación de esta mesa está basada en el relacionamiento, con leves rasgos de autonomía y pocos de competencia.
Finaliza el evento.

Me bajo del atril un poco decepcionado por todas las expectativas falseadas y me preparo para irme. En medio de la salida y las disculpas siempre programadas por la falta de tiempo y respeto por mi aporte desde la academia y la comunidad, viene lo que realmente hizo valioso el haber estado ahí. Se me acercan diferentes personas de diferentes oficinas distritales a preguntarme sobre mi investigación, sobre cómo pueden participar en la comunidad ya que también usan sustancias, cómo podemos replicar o asesorar otra investigación similar a la que iba a presentar y se quedó sólo en conclusiones, entidades sin ánimo de lucro interesadas en conocer a la comunidad y apoyar los procesos, distintas instancias participativas que nos quieren tomar como ejemplo a seguir.

Intercambio de mensajes, teléfonos, contactos, promesas de hablar la próxima semana, y salgo corriendo de vuelta a una reunión sobre prácticas del programa académico que claramente requiere mi participación para poder seguir educando estudiantes, que a futuro nos ayuden a convertir esos dos minutos de conclusiones dichas por mí en una realidad.

 

Por:

Julián Andrés Hernández Gómez
Docente e investigador de la Institución Universitaria Politécnico Grancolombiano