Música y drama, drama y música; estos dos elementos de las artes han estado unidos en nuestras sociedades a lo largo de la historia de la humanidad; y las películas no son una excepción.

El cine en sus orígenes, pese a tener una época llamada silente o mejor conocida como cine mudo, realmente nunca ha carecido del arte sonoro como acompañante. El cine inicia con un proyector en una pequeña sala, cuyo ruido era tan distrayente de la narrativa puesta en pantalla, que recurrió al uso de la música como enmascarador del escándalo producido por dicho dispositivo en la sala de proyección. Así que si se pregunta el por qué aparece la música en el cine, la respuesta sería que la música nace como un elemento netamente técnico, para evitar que el público se distrajera de la pantalla por el estruendo producido por el proyector.

Luego de unos años de tapar el ruido, los dueños de las salas de exhibición se dieron cuenta del poder emocional, ambiental y narrativo que tenía la música que acompañaba las imágenes. Es así como cada teatro empieza a buscar obras musicales que acompañaran mejor las emociones suscitadas en pantalla. La música que se utilizaba era la que sonaba en ese momento (finales del siglo XIX y principios del siglo XX). Es decir, música del romanticismo. No se componía para la película en esos momentos, se usaba la música compuesta por compositores como Brahms, Tchaikovski, Beethoven, Liszt, Chopin, Schubert, Schumann, Mendelssohn, Mahler, Verdi, Berlioz y por supuesto Wagner, quien será considerado como el abuelo de la música para cine, porque sus ideas compositivas para la ópera fueron tomadas años más tarde para crear la música de las películas de Hollywood.

Del pequeño café a la sala de cine, y de la sala de cine pasamos a los grandes cinemas. Así fue la manera en la que evolucionó la forma de verse el cine y, por supuesto, evolucionaría la forma de ejecutar la música que acompañaba las proyecciones. De un solo pianista, pasamos a un cuarteto de cuerdas y de un cuarteto de cuerdas pasamos a tener una orquesta sinfónica “amenizando” las películas. De obras para piano de Chopin y Liszt, pasamos a ejecutar obras sinfónicas de Wagner o Beethoven, sincronizadas en vivo con el ritmo de las imágenes de la mano de grandes y afamados directores de orquesta en la década de 1920. Cada película era acompañada de unas obras previamente seleccionadas por el director; de esta forma, la misma película en cada uno de los teatros sonaba de una forma diferente. Es así como evolucionó la música en este periodo “sin sonidos” del cine.

Como en cada teatro de proyección de películas había diferentes ensambles musicales, fue imposible y poco práctico para esta época que los estudios mandaran componer la música específicamente para una película. La primera película en la cual se compone la música exclusivamente para esta fue El asesinato del Duque de guisa, de 1908. Aquí se contrató los servicios de un gran compositor francés de música impresionista: Camille Saint-Saez.

En 1927, de la mano de unas pequeñas líneas de diálogo que pronuncia el actor Al Jolson en la película El cantante de Jazz, inicia el mal llamado cine sonoro (mal llamado, porque el cine siempre ha estado acompañado de sonidos), el cual nos acompaña hasta nuestros días. Con la llegada de este sonido sincrónico a la pantalla gigante (es decir, que lo que pasa en pantalla es ahora sincronizado con acciones sonoras como diálogos, pasos, efectos, música, etc.) se crea una desaforada utilización del recurso del cual había estado carente en el cine hasta ese momento: los diálogos.

A partir de esa fecha, se cambian los esquemas de iluminación para irradiar mejor la cara de los actores; los ángulos de los encuadres en pantalla cambian y se vuelve la cámara mucho más estática para enfocar las reacciones de lo que decían los personajes en las historias. Las cámaras eran ruidosas y para no mezclarse con los sonidos capturados en el set, debían meterse en cubículos insonorizados, haciendo muy estáticos los planos. En definitiva, todo en el mundo del cine cambió, no solo el sonido.

La música usada por los estudios de cine para aquellos momentos, eran la continuación de lo que se venía usando en el “cine mudo”. Había música de principio a fin sin parar, reciclando el trabajo de los grandes compositores del siglo XIX. Todo se vuelve muy aburrido pese al nuevo estilo de cine. La música empezó a aburrir al público.

A principios de la década de los 30`s se inventaron la técnica por medio de la cual se podía grabar por separado la película y colocarle después la música (antes de esto si se quería música, la orquesta debía estar presente en el set).

Gracias a este nuevo invento, surge entonces el padre de la música para cine. Llega Max Steiner al cine, contratado por la compañía productora RKO. Max, un austriaco – judío llegado a América a causa de la primera guerra mundial, fue contratado porque Hollywood vio la necesidad imperiosa de modificar la forma como se estaba utilizando la música hasta ese entonces para, nuevamente, hacer más amena la experiencia del espectador (hasta ese momento, la música iba del principio al final de la película, así como lo hacía en el cine mudo). Steiner fue contratado porque dada su formación en Viena, sabia componer música al mejor estilo europeo, continuando con la tendencia musical romántica usada desde los inicios del cine.

En Viena fue discípulo de Gustav Mahler, quien le enseño cómo componer música del romanticismo en pleno siglo XX. Allí aprende la técnica musical para crear operas e,nfluenciado por su héroe Richard Wagner, entiende cómo musicalizar eficazmente un drama.

Contratado por Hollywood debido al éxito de su música en Broadway, Max, empieza a crear la música original de una serie de películas gestadas por dicha compañía. King Kong en 1933 es una de sus primeras cintas. La manera en la que creó la música de esta película rompe los esquemas hasta ese entonces de cómo usar la música en un audiovisual. Nace aquí realmente la música para cine.

El papel que desempeña este autor en Hollywood a partir de este momento impregna a compositores nativos y no nativos que trabajaban creando la música de las películas. Estandariza que la música solo debe aparecer en algunos fragmentos de las películas y no en todo el film como se hacía hasta antes de 1933. Cada personaje, idea o lugar en la historia, tenía su propio fragmento musical o motivo musical (Leitmotiv). Todo esto heredado de las óperas.

Pese a que el Jazz era la música del momento, se seguía usando música orquestal al mejor estilo del romanticismo, impregnada de todo tipo de emociones, de las más oscura a la más divina. Esta música tenía un don y era el de no distraer al espectador (pasaba totalmente desapercibida). Fue entonces cómo surgió la nueva forma de hacer música para cine.

Luego de King Kong, Max Steiner siguió haciendo la música de muchas películas, incluyendo una de la más importante de la historia del cine: Lo que el viento se llevó (1939). A partir de este momento, todos imitaban a Max Steiner.

Llega en los 50 la televisión y con esta, muchas compañías cinematográficas quiebran. Hay despidos masivos de compositores, músicos, directores, arreglistas, etc. La música para cine evoluciona e intenta salirse de la cuadrícula romanticista en la que estaba. Empiezan a aparecer géneros musicales actuales y comerciales en la pantalla grande para atraer a los jóvenes. Nuevos instrumentos y nuevas sonoridades son agregadas. Para los 60’s la sonoridad del romanticismo desapareció del cine.

La llegada de los sintetizadores y las nuevas tecnologías en la grabación abarató el costo de crear música y por ende debilitó su calidad. La música para cine entro en decadencia.

Para 1976, un joven director llamado George Lucas, contrata para su nueva película a un joven compositor educado en una de las mejores escuelas de los Estados Unidos. Su nombre: John Williams; quien ya había trabajado previamente con otro joven director llamado Steven Spielberg en la fabricación de la música para su película Tiburón. John Williams empieza a devolverle a la pantalla un ingrediente que nos dejó Wagner: El Leitmotiv. Todos recordamos la melodía de Tiburón cada vez que va a atacar a alguien.

Inicialmente contratado para imitar la música de los grandes compositores románticos de los cuales era fanático George Lucas, Williams propuso crear una música original, basado en las ideas románticas extrañadas por todos los cinéfilos (leitmotivs, emocionalidad, heroísmo, melodías líricas, vientos excitantes, maderas delicadas). Crea entonces la música para una de las películas más exitosas: Star Wars; trayendo consigo el gusto del público de nuevo por la música orquestal del romanticismo en el cine. Podemos llamar a John si se nos permite, el segundo padre de la música para cine. A partir de este momento y hasta nuestros días, la música para medios audiovisuales (no solamente para cine) lleva este estandarte impregnado de romanticismo. Es gracias a Max y a su salvador John Williams que la música para el cine y la televisión conserva su fascinación por lo orquestal, y es así que se mantiene hasta que llegue un nuevo salvador.

Este y otros temas serán tratados en la Semana del Audio y la Radio, que se llevará a cabo en el auditorio Jaime Michelsen Uribe del Politécnico Grancolombiano, del 24 al 28 de octubre. Este es un evento anual que busca enlazar el mundo del audio y la radio profesional con la academia, mediante una serie de conversatorios de expertos nacionales e internacionales en estos campos del saber, con la participación de los estudiantes de la carrera de medios audiovisuales y la carrera de Comunicación Social de la institución.

 

Por: Henry Acero Ortega, docente de la Escuela de Comunicación, Artes Visuales y Digitales del Politécnico Grancolombiano