Cada 24 de enero, en el mundo se celebra el Día Internacional de la Educación, una fecha proclamada por la Organización de las Naciones Unidas para destacar el papel que la educación desempeña en la paz y el desarrollo; al ser de calidad, inclusiva y equitativa para todos. A pesar de ser un derecho humano, continúan los esfuerzos para desaparecer las brechas que impactan negativamente en el desarrollo social y económico de la población a nivel mundial.

Equidad de género en la educación colombiana

En Colombia, en las últimas décadas se han alcanzado importantes avances con relación a la promoción de la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres. En educación superior las cifras son muy alentadoras. Según el Ministerio de Educación Nacional, en el 2020 se registró la matrícula de 34.386 mujeres y 35.199 hombres. Aunque aún hay una diferencia, es mucho menor a la registrada en años anteriores.

Sin embargo, los desafíos continúan: “Uno de los más grandes es cambiar las perspectivas que se tiene al vivir cultural e históricamente en una sociedad donde predomina el pensamiento machista, en la que se han estigmatizado los roles de las mujeres y los hombres; además de la necesidad de implementar acciones para empoderar y potencializar los talentos y habilidades de las personas, independientemente de su género”, analiza Javier Mauricio Camargo, docente de la Escuela de Educación e Innovación del Politécnico Grancolombiano.

La docente y coordinadora de la Oficina de Inclusión del Politécnico Grancolombiano, Carolina Jurado, explica algunas acciones que se pueden implementar en temas de educación para fomentar la equidad de género en el territorio colombiano:

La principal acción es continuar trabajando en la sensibilización y en políticas que propendan condiciones seguras que mejoren y aumenten las oportunidades de la población diversa para vincularse a los procesos formativos en cualquier nivel, pero también para su convivencia y permanencia en estos contextos educativos, puesto que muchas veces los esfuerzos no son tan explícitos para favorecer la vinculación y el tránsito por ese proceso. En esa medida, el ejercicio debe estar orientado a generar incentivos para aquellas instituciones que favorecen la participación de mujeres en estos contextos educativos.

En términos de la permanencia y graduación, es necesario implementar herramientas que identifiquen las razones por las que las mujeres y la población transgénero eventualmente no continúan sus trayectorias educativas, lo que se vincula a la transformación cultural que se está viviendo. Además, es importante hacer visible cómo es posible incorporar la equidad de género a través de pequeños cambios y transformaciones, al hacerlos consientes de sus propios esquemas de pensamiento y de funcionamiento personal.

“Otra iniciativa y forma de empezar a promover la igualdad al interior de las IES es a través de la creación de oficinas y áreas que se encarguen precisamente de velar por la igualdad de los derechos y condiciones de todas las personas que hacen parte de la comunidad académica. En el caso particular del Poli, la Oficina de Inclusión trabaja para garantizar los derechos de toda la comunidad, al contar con espacios donde todos tienen voz, voto y juegan un papel fundamental, esquema que debe replicarse en la sociedad, pues, así comienzan los grandes cambios”, agregó el docente Camargo.

¿Como romper con los estereotipos que identifican las carreras universitarias como femeninas o masculinas?

“Parte del ejercicio tiene que estar en el trabajo con las familias. Muchas veces son estos núcleos quienes sesgan esas decisiones de carrera, a la hora de acompañar a sus hijos en la elección vocacional. Esto se refuerza con los mensajes que implícita e inconscientemente a la hora de ‘vender’ las carreras se presentan en las piezas publicitarias, que ratifican la desigualdad. Yo creo que parte del ejercicio tiene que estar en los procesos de comunicación y en el acompañamiento que se le de a los jóvenes que estén próximos a ingresar a la universidad, incluso desde el colegio”, agregó la docente Jurado.

¿Qué pasa cuando hay desigualdad en la educación?

La desigualdad amenaza los avances en materia de desarrollo logrado por el país y a su vez genera una fuga de cerebros, ya que los colombianos deciden buscar oportunidades en otros países. Afectando así el desarrollo y avance de la sociedad colombiana, al no estar innovando, produciendo, desarrollando, ni potencializando el talento colombiano.

Muestra de los grandes beneficios de la inclusión de las mujeres en la educación es su desempeño en el mercado laboral. El estudio coyuntural laboral en América Latina y el Caribe de la Cepal y la OIT destaca beneficios como la caída de las tasas de fecundidad, mayores niveles de ingreso y acceso a las tecnologías que reducen el tiempo necesario para llevar a cabo tareas domésticas, logros en derechos políticos y sociales, mejores indicadores de rentabilidad por algunas habilidades blandas y estrategias gerenciales que, dado el perfil neurológico y neuropsicológico y de carácter de las mujeres, generan unos valores agregados en las organizaciones.

Rol de las instituciones de educación superior como plataformas de liderazgo

“Las instituciones de educación superior impulsan el liderazgo femenino, las nuevas masculinidades y formas de identificarse en cuanto a género en el mundo, al propiciar condiciones de equidad, respeto y sororidad para que cualquier persona, independientemente de su identidad, pueda desarrollarse, participar y aportar de manera positiva a las dinámicas de funcionamiento institucionales”, afirma la directora de la Oficina de Inclusión.

Por ello, es importante trabajar de la mano con estudiantes, comunidades minoritarias, personas con experiencia de vida transgénero y personas que no se identifican con ningún género, para entender sus necesidades y sus vivencias dentro de las instituciones universitarias y así generar estrategias de sensibilización hacia toda la comunidad educativa. Para que el reconocimiento de género se entienda no como una moda, sino como un proceso de transformación que se está viviendo e incorporando en todas las áreas y actividades diarias del funcionamiento, de las universidades y así evitar circunstancias que sean revictimizantes en el proceso y afecten psicológicamente el tránsito de los estudiantes.