Por:
Mildre Yurani Hernandez Ramirez
Rafael Díaz Vásquez
Docentes de la Escuela de Derecho y Gobierno del Politécnico Grancolombiano
Hablar hoy sobre la profesión del abogado implica reconocer la importancia de la labor desempeñada por los juristas en todo el mundo, sin importar la corriente en la cual se identifiquen dentro de las grandes familias de la tradición jurídica, o pensar la profesión limitándose a la investigación o defensa jurídica. Para esto se ha reconocido el 3 de febrero como el día internacional del abogado, no como el único día para sentarnos a reflexionar sobre una disciplina o una profesión, porque pensar la profesión jurídica nos remite principalmente examinar dos temas de vital importancia, la existencia de los derechos humanos y la noción de justicia, los cuales se han abordado desde diferentes perspectivas teóricas e ideológicas que necesariamente nos remiten a cómo es la relación entre justicia y derechos humanos y, en palabras de Robert Alexy, este proceso nos conlleva a una discusión sobre “elementos morales”.
Si bien, los derechos humanos no se pueden limitar a ser vistos como un conjunto de normas, dichas normas abarcan un referente general de lo que puede denominarse ‘moral’, y con esto influir en lo que Alexy nombraría una ‘concepción de justicia’. Ante esto, en el plano de la profesión jurídica a nivel mundial, se puede explorar lo que se denomina las teorías sobre la fundamentación de los Derechos Humanos, que se originan desde diferentes perspectivas jurídicas y sobre las cuales se plantean enfoques religiosos, culturales, históricos y económicos, con un conjunto de argumentos que intentan disuadir y explicar un problema de interés ante la debilidad de un contraargumento.
De esta manera, en la actualidad, atravesada por acontecimientos como una pandemia, la crisis económica mundial y los innumerables conflictos bélicos, los cuales no son propios de este tiempo sino el resultado de la propia existencia de un conflicto social en diferentes escalas; plantean de manera permanente la necesidad de espacios para la discusión y la argumentación sobre los derechos humanos y cómo estos se encuentran por lo general en un punto de origen sobre la explicación de la naturaleza de “los seres humanos” y con esto la necesidad de explicar lo que en algún momento Hannah Arendt denominaría la Vida Humana o la Vita Activa, definida cómo “cada una de las actividades realizadas” por los seres humanos, quienes encuentran su origen y su única existencia gracias a la presencia de otros seres humanos en el mundo.
Pensar el derecho va más allá de pensar la Vita Activa desde las Condiciones Materiales de la sociedad y el Estado, la relación del derecho con la Vita Activa no se puede reducir a los efectos de una sociedad capitalista y a la organización de los modos de producción, supeditando el desarrollo propio de las instituciones jurídicas al desarrollo de las instituciones económicas, la Vita Activa es más que un contrato y no puede ser la voluntad de una relación económica donde una voluntad general de un pequeño grupo de individuos establece un derecho privado y penal a su capricho. El derecho permite y facilita la comprensión de una sociedad a partir de la construcción de juicios, producto de una racionalidad, los cuales contribuirán en la construcción de un Estado y una norma con una interpretación de la acción social y una explicación de las relaciones entre la sociedad y sus normas.
La búsqueda de este equilibrio entre la sociedad y sus normas se puede entender como el objeto de la profesión jurídica, teniendo en cuenta, que, de manera equivocada diferentes posturas en la disciplina del derecho y en el área de las ciencias sociales, creen necesario un control social y hacen referencia a la necesidad de imponer un orden que determine las relaciones de la vida, manteniendo una ruptura con su tiempo y las transformaciones sociales, económicas, políticas y culturales, generando espacios que ahondan los conflictos ya existentes, hasta el punto de plantear la reducción o la eliminación de la existencia de la vida y de los derechos humanos.
La profesión jurídica no es la vacuna para la pandemia y tampoco la fórmula matemática que resolverá las crisis económicas actuales, en una sociedad sumergida en la necesidad de una respuesta inmediata a un solo clic, lo que ha generado en algunos el rechazo al sistema de justicia, además el respaldo a la violencia y finalmente el totalitarismo. La disciplina del derecho y el ejercicio de la profesión jurídica, proporcionan las herramientas necesarias para protegernos de la barbarie y la violencia que sigue presente en individuos y gobiernos que rechazan la vida y la libertad.