Ser maestro, implica vivir en un estado permanente de reflexión y disposición al aprendizaje. Pensemos, por ejemplo, qué tanto aprendió el señor Germain de su alumno Albert Camus.
Querido maestro, un espíritu abierto al aprendizaje resulta ser nuestro mayor reto. Una oportunidad para tramitar las vicisitudes propias de nuestra labor cotidiana, agudizada por la complejidad de un mundo cada vez más dinámico, difuso y retador. Un espíritu de aprendizaje para:
Reconocer la diversidad en el aula. Sin lugar a duda, junto a la inclusión educativa, han tenido en las últimas tres décadas un importante avance superando una visión netamente médica, hasta comprender que la educación, como derecho, implica el reconocimiento de la diversidad de sus actores y su derecho al desarrollo pleno de sus capacidades.
Y es que el reconocimiento de la diversidad implica potenciar al menos tres elementos en la labor del maestro: 1. La relevancia de la educación, respecto a sus intencionalidades; 2. La pertinencia, en cuanto a lo significativo para los estudiantes; 3. La eficacia, para alcanzar los objetivos en un marco de derechos. Como resultado, tenemos la comprensión de que todos y todas podemos transitar diversas rutas de aprendizaje, las cuales deben ser reconocidas en el espacio escolar.
De ahí, que la implementación de currículos con enfoques diversos supone, de fondo, prestar atención a los procesos de formación docente y de consolidación de comunidades de aprendizaje que involucren a familias, sector externo y claro, a los estudiantes desde una clara apuesta por el reconocimiento y la participación.
Reconocer la influencia de la Era Digital. La expansión del acceso a internet y las tecnologías digitales lleva consigo la transformación de las prácticas de enseñanza en la escuela, y por supuesto, una invitación a reflexionar sobre las apuestas formativas de los docentes. Temas como la Inteligencia Artificial (IA), emergen con importantes controversias alrededor de la educación y sus impactos, aun cuando viene desarrollándose desde los sistemas computacionales hace más de 40 años, pero avivada recientemente por herramientas como el ChatGPT.
Para la Unesco, el tema toma gran relevancia, ejemplo de ello es que, en 2019 en el marco de su Conferencia Internacional sobre Inteligencia Artificial en la Educación, se concilian importantes apuestas sobre el tema, entre ellos, la necesidad de crear espacios de discusión para la comunidad, respecto al uso de estas herramientas y la definición de mecanismos colectivos para adaptarlos en el aula de clase.
Lo anterior, implica la necesidad de generar orientaciones sobre el uso de herramientas digitales como el ChatGPT, siempre asociándolo a los objetivos o resultados de aprendizaje establecidos; lo que nos lleva a pensar en procesos de integración académica, de ésta y otras herramientas.
Reconocer la ciudadanía global. En relación con el punto anterior, plantea que las discusiones alrededor de la ciudadanía global y digital imponen el acento en la necesidad de formar para el ejercicio ciudadano en el marco de un relacionamiento pluricultural que genera relaciones entre lo local y lo global. La escuela, por tanto, se convierte en un epicentro de posibilidades para la interacción más allá del espacio escolar, gracias a la presencia de diversos dispositivos con acceso a internet que terminan ampliando los horizontes socioculturales de las comunidades educativas.
Este panorama supone importantes retos, aun para el acceso a la información en diversas regiones del país, lo que nos lleva a la necesidad de reflexionar sobre la formación ciudadana de forma ampliada, permitiendo que las interacciones glocales se potencien para el fortalecimiento de la democracia, la participación y sobre todo para la formación crítica.
Reconocer nuevos currículos y nuevas alfabetizaciones. Lo anterior nos lleva a repensar el diseño curricular y las apuestas formativas en la escuela. Desde allí, reconocer la existencia de nuevas alfabetizaciones, las cuales ya no se limitan al desarrollo de habilidades para la lectura, escritura o cálculos cuantitativos, sino que se orienta hacia procesos que permitan articular temas informacionales, mediáticos y claro, digitales.
Es decir, frente al alto flujo de información y de componentes digitales al interior de los procesos educativos, se hace necesario reconocer la importancia de generar estrategias que potencien la formación crítica alrededor de los medios y los proveedores de información. Todo esto atravesado por una comprensión profunda de las oportunidades que brindan las herramientas digitales y su influencia al momento de plantear apuestas de aprendizaje.
Con certeza, estos son solo algunos de los múltiples retos de la labor del maestro; una labor que no pasa de moda, que no deja de ser un pilar fundamental en la sociedad, que no proyecta desaparecer, solo transformarse. En resumen, ser maestro, implica vivir en un estado permanente de reflexión y disposición al aprendizaje.
Por:
Escuela de Educación e Innovación
2023