El uso de cannabis con fines medicinales ha ido en aumento a nivel mundial, sobre todo a partir de que en 2020 la Organización de las Naciones Unidas (ONU) decidiera retirar el cannabis y su resina de la Lista IV de la Convención sobre drogas de 1961, donde se la catalogaba como particularmente nociva por sus propiedades adictivas y con escaso o nulo valor terapéutico. La ONU toma esta decisión luego de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2019, reconociera el potencial medicinal y terapéutico especialmente del Cannabidiol (CBD).
El Cannabidiol tiene pocos efectos psicoactivos y ha mostrado ser un potente antioxidante, antiinflamatorio y neuroprotector, a diferencia del Tetrahidrocannabinol o THC, que sí produce euforia, relajación y agudización sensorial, por lo que es usado con fines recreativos, por tanto, se la considera una sustancia adictiva, sujeta a todas las medidas de fiscalización aplicables a los estupefacientes.
El uso de cannabinoides con fines médicos debe aprobarse basándose en pruebas científicas que demuestren su calidad, seguridad y eficacia. Una vez son aprobados, deben ser recetados únicamente por un médico y suministrados por un farmacéutico autorizado. Cada gobierno está llamado a vigilar a quienes recetan, a quienes suministran las sustancias y a los pacientes para evitar su uso indebido.
Esta situación ha generado que en distintos países del mundo las investigaciones sobre el uso medicinal del cannabis vayan en aumento al igual que su producción. A la cabeza de esta misión está el Reino Unido, Países Bajos y Canadá. En Colombia, a partir del Decreto 613 de 2017, el Estado colombiano asumió el control y la regulación del cultivo, producción y fabricación de cannabis y sus derivados con fines medicinales y científicos, sin embargo, su industria no se ha desarrollado con tanta potencia, limitando su uso medicinal debido a la escasez de estudios locales que demuestren su potencial en el tratamiento de ciertas enfermedades, síntomas o condiciones médicas.
Estudios adelantados al respecto de sus beneficios indican que, gracias a que los seres humanos poseemos un sistema endocannabinoide con receptores como el CB1 y el CB2, el Cannabidiol podría ayudar en el tratamiento de inflamaciones, epilepsia, trastornos de la alimentación, glaucoma, enfermedades inflamatorias intestinales y trastornos neurológicos. Esto es posible porque los receptores CB1; ubicados en el cerebro, médula espinal y regiones sensoriales periféricas, modulan las funciones cerebrales como aprendizaje, memoria, emociones, movimiento, ciclos circadianos y de regulación central, además de funciones endocrinas, metabólicas y de balance energético, y los CB2; son responsables de la modulación de procesos inflamatorios e inmunitarios.
Así mismo, el Cannabidiol ha mostrado ser seguro y eficaz para muchos pacientes con dolor crónico, migrañas y como paliativo del dolor en el cáncer avanzado, al igual que para tratar las náuseas y vómitos asociados con la quimioterapia. Además, ha mostrado ser efectivo en el control de la epilepsia intratable en niños y adolescentes reduciendo las convulsiones.
Con respecto al efecto sobre afectaciones psicológicas, el cannabis ha mostrado también ser útil en el alivio de la ansiedad y el insomnio y para reducir los síntomas del trastorno de estrés postraumático. De manera especial, el aceite de cannabis sería seguro y eficaz para los síntomas conductuales y psicológicos de la demencia tipo Alzheimer.
No obstante, es evidente que existen vacíos importantes respecto a su evidencia científica, sobre todo sobre su uso en niños y en pacientes que pueden ser propensos al consumo problemático de cannabis y en aquellos con dolor crónico, pues al usar cannabis como paliativo, pueden presentar un mayor riesgo de problemas de uso de sustancias. Esta situación ha llevado a que el uso medicinal del Cannabis esté restringido y su incorporación al sistema de salud de muchos países este aún lejos, esto como resultado también de la falta de conocimiento que tiene el personal médico respecto de esta alternativa de tratamiento, pues muchos no están preparados para recetar cannabis medicinal.
En conclusión, si usted ha pensado en el cannabis como una opción medicinal, se recomienda acudir a médicos expertos, seguir sus recomendaciones e informarse no solo de sus beneficios, pues como todo fármaco puede poseer también efectos adversos.
Por:
Yury Estafania Perdomo
Docente
Escuela de Estudios en Psicología, Talento Humano y Sociedad
Politécnico Grancolombiano