En las regiones cafeteras de Colombia, como Antioquia, el Eje Cafetero (compuesto por Caldas, Risaralda, Quindío y parte de Valle del Cauca), y Huila, el cultivo del café enfrenta el desafío del cambio climático.  Estas áreas, ricas en biodiversidad y tradición cafetera, están adaptándose a las nuevas realidades climáticas para asegurar la sostenibilidad del café, un pilar económico y cultural del país.

La investigación y el desarrollo de variedades resistentes al cambio climático han tomado prioridad, con instituciones como Cenicafé liderando el camino en la creación de semillas que pueden soportar temperaturas más altas y variaciones en la precipitación. Estos esfuerzos son vitales, ya que el café es particularmente vulnerable a las fluctuaciones climáticas. En Colombia, más de 2.7 millones de personas dependen directamente de la agricultura cafetera, lo que representa una parte significativa de la población rural.

Las regiones como Huila, que se han convertido en un importante productor de café de alta calidad en Colombia, y el Eje Cafetero, conocido por su tradición histórica en la producción cafetera, son ejemplo de la adaptación al cambio climático y el desarrollo sostenible. Estas áreas demuestran la resiliencia y la capacidad de adaptación de las comunidades cafeteras, así como el potencial del café para ser un motor de cambio social y económico.

El gobierno colombiano ha jugado un papel crucial en la transición sostenible de los cultivos de café, enfrentando desafíos como precios bajos, costos de producción altos, y la competencia de mercados internacionales, especialmente de Brasil. Además, la incidencia del fenómeno de La Niña ha impactado negativamente la producción, causando un desplome del 19 % en las exportaciones de café al inicio de 2023. A pesar de esto, Colombia se mantiene como un líder en la producción de café, con 842.400 hectáreas dedicadas al cultivo en 658.525 fincas cafeteras, generando un sustento principal para la economía de 603 municipios. La mayoría de los caficultores en Colombia son pequeños productores, con el 96,7 % teniendo fincas de menos de 5 hectáreas​.

Para abordar los retos actuales y futuros, se han implementado estrategias como la renovación de cafetales y el fomento de prácticas sostenibles. En los últimos 10 años, aunque el área cafetera se redujo en un 7 %, la producción aumentó un 65  %, gracias a la renovación y mejoras en la productividad. El gobierno y la Federación Nacional de Cafeteros han colaborado en lanzar líneas de crédito subsidiado para inversiones en los cultivos, con un presupuesto de $35.000 millones de pesos, ofreciendo a los pequeños productores incentivos de hasta el 40 % del valor de su inversión.

El cambio climático no es solo una amenaza para la producción de café, también representa un riesgo para la estabilidad y la reconstrucción de la paz en regiones que han sufrido el impacto del conflicto armado. La industria cafetera ha ofrecido una ruta hacia la recuperación económica y la reintegración social, proporcionando empleo y una alternativa a la participación en actividades ilícitas o en grupos armados. La capacidad del café para generar ingresos estables es crucial en este proceso, ofreciendo esperanza y un medio de vida sostenible para muchas familias.

La sostenibilidad de los cultivos de café en Colombia, frente a los desafíos del cambio climático, requiere un enfoque integral que incluya prácticas agrícolas resilientes, inversión en investigación y desarrollo de variedades resistentes, y programas de apoyo a los caficultores para mejorar la productividad y la calidad del café. Al mismo tiempo, el sector cafetero continúa siendo un pilar en los esfuerzos de Colombia para construir una paz duradera, ofreciendo oportunidades económicas en regiones que buscan superar las secuelas del conflicto.

Adicionalmente, la imagen de Colombia como nación cafetera, más allá de sus desafíos con el conflicto armado y problemas socioeconómicos, es una cuestión de importancia reputacional y estratégica tanto para su economía como para su posición en el escenario mundial. El café colombiano, reconocido globalmente por su calidad superior, se ha convertido en un símbolo de orgullo nacional y un vehículo para transformar la percepción internacional del país.

La identidad cafetera de Colombia ofrece una narrativa alternativa a las historias de violencia y conflicto que han dominado los titulares internacionales durante décadas. Esta reputación no solo mejora la imagen del país, sino que también abre puertas para la diplomacia cultural y comercial, estableciendo a Colombia como un líder en la producción de café de alta calidad y sostenible. La marca del café colombiano, respaldada por la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia y el icónico personaje Juan Valdez, ha sido fundamental en este esfuerzo de marca país, promoviendo la percepción de Colombia como un lugar de riqueza natural, tradiciones ricas y comunidades resilientes.

 

Autores:

Allyson Venegas Camargo

Rodrigo Atehortúa Santamaría

Docentes de la Escuela de Administración y Competitividad

Politécnico Grancolombiano

 

Nota: este artículo se escribe en el marco y esfuerzo conjunto de las investigaciones del Laboratorio de Análisis Sectorial del Politécnico Grancolombiano y los estudios de la propuesta de investigación de tesis doctoral de Rodrigo Atehortúa del Doctorado en Administración de la Universidad Nacional de Colombia.