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Politécnico Grancolombiano

Es un hecho que cada país suele sobresaltarse con su realidad, no por sí misma, sino por la manera cómo la conocemos, y esto se refleja en el reciente feminicidio que conmovió al país, calificado por los medios como: “cargado de sevicia”, (El Tiempo), “lamentable caso” (La W), “por motivos pasionales” (RCN), “…un hecho aislado y puntual entre dos personas” (Centro Comercial Santa Fe), “Los hijos…las otras víctimas del feminicidio” (El Espectador) por mencionar algunas expresiones registradas por los medios. Lo anterior, es una evidencia de la extrañeza (y no es para menos) que producen estos hechos catalogados como violencia de género que siguen sucediendo en Colombia y en las regiones.  Pese a la multiplicidad de campañas, a las iniciativas de las instituciones del Estado, organizaciones, colectivos, medios de comunicación, influencers, entre otros, siguen sucediendo. Por tal razón, es válido seguir preguntándonos: ¿Qué pasa con estas violencias y qué podemos hacer como sociedad?

Al preguntarnos por esas violencias de puertas hacia afuera, no podemos dejar de examinar esas que se generan de puertas para dentro, esos imaginarios que se esconden, que se manifiestan y al importante papel que cumplen los medios de comunicación. Esas agresiones silenciosas que se manifiestan con toda su furia se evidencian en hechos como el sucedido el pasado 29 de mayo en el Centro Comercial Santa Fe. Pero demos un vistazo a los registros que ofrecen las autoridades.

De acuerdo con el SIEDCO[1], en Bogotá durante el periodo comprendido entre el 2020 y 2023 se registraron 100 asesinatos de mujeres, solo el 20 % fueron reconocidos como feminicidios. En el 2023 se registraron 89 homicidios y solo 25 casos fueron catalogados como feminicidios. Es preciso adicionar que, de acuerdo con la Secretaría de Integración Social, durante el 2023 la violencia intrafamiliar constituyó un hecho preocupante que retrata esa violencia de puertas hacia dentro, pues se registraron más de 40 mil casos y en el primer trimestre de 2024 ya se contabilizan más de 8 mil, en los que mujeres entre los 27 y 59 años siguen siendo las víctimas, con un 67 %.

Por su parte, la Secretaría de la Mujer, entre enero y abril de 2024, ha realizado más de 19 mil atenciones y las víctimas de estas violencias, más de 11 mil mujeres que corren el mismo peligro que Stefanny Barranco y muchas otras.

Si bien esta realidad sobresalta y sigue causando extrañeza, también es necesario desnaturalizar este tipo de hechos, pues la acción de todos los miembros de la sociedad es fundamental; así lo reclaman las diferentes instituciones que trabajan incasablemente para que ninguna mujer sea víctima de violencia en cualquiera de sus manifestaciones. Debemos superar las diferentes explicaciones que tienen las violencias de género, pasando por la invisibilidad absoluta, la violencia episódica, la culpabilidad de la víctima, la falta de denuncia, la patologización del victimario, etc., a otras más profundas como: las manifestaciones de esquemas machistas que se reproducen día a día en pequeña y mediana escala de puertas adentro y que, preocupantemente, se naturalizan, la exploración a los modelos de crianza que constituyen un peligroso caldo de cultivo que jamás justifican un feminicidio. Todas estas justificaciones deben superarse en el discurso y en la realidad.

Contrarrestar imaginarios: alertas tempranas, ¿de qué se trata?

Desde hace cuatro años, en esa línea meramente pragmática, instituciones como la Secretaría de la Mujer y el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses vienen implementando el Sistema Articulado de Alertas Tempranas (SAAT)  que permite reconocer esas señales que presiden a un posible caso de feminicidio, pero que también generan un real cuestionamiento sobre el papel que entonces debe asumir la mujer para identificar en su pareja un posible maltratador, violador o feminicida.

¿Acaso este sistema de alertas tempranas estima que la mujer debe convertirse de un momento a otro en la directa y única responsable de su potencial feminicidio al no reconocer cualquier señal de riesgo? En la mayoría de los casos esto no sucede, simplemente porque su rol no es el de estar a la defensiva frente al acecho o posible agresión, esa no es la lógica. Creo que la lógica va en la línea de desmontar esos comportamientos e imaginarios, de ver la raíz de estas manifestaciones violentas de los hombres.

Por tal razón, es necesario contrarrestar imaginarios que justifican el feminicidio y que se encuentran  anclados en el pensamiento, actitudes y comportamientos de las personas, basta examinar  algunas expresiones cotidianas y populares que se desatan en las redes cuando sucede un feminicidio: “Es que escogió mal”, ”Quien la manda a andar con gente rara”, “Eso le pasa por no tener cuidado” “Por qué no denunció” “No hizo lo suficiente para protegerse” y esta última que conecta con esa línea pragmática: “Por qué no vio esas señales?” Si observamos con detenimiento estas expresiones solo reflejan el resultado de una sociedad que está regida por un esquema machista y a la que le cuesta muchísimo desapartarse de esa culpabilidad que cae ineludiblemente sobre la víctima. Si bien, no se desconoce la importancia de cada campaña e iniciativa que permita la disminución y la prevención de estas violencias, es necesario seguir explorando ese peligroso caldo de cultivo que justifica, que minimiza las responsabilidades que tenemos todos en sociedad y aquí la mirada recae sobre todos.

Por último, esta reflexión no deja de lado el rol que tienen los medios de comunicación y allí sigue siendo importante la forma como informan estos feminicidios. Cabe recordar algunas formas que evitan perpetuar esa violencia simbólica, invisibles que no deben replicarse; es necesario, por ejemplo, no reproducir los detalles, hechos y circunstancias que rodearon el hecho de la violencia; no divulgar datos o imágenes que vulneren y revictimicen a la víctima; proteger a la víctima, sus familiares, menores, evitando el sensacionalismo; y proteger la intimidad y la dignidad de la víctima.

Debemos desnaturalizar este tipo de hechos, estas violencias de puertas hacia dentro y hacia afuera, no pueden seguir siendo parte del registro, debemos superar cualquier explicación que justifique una sola agresión y vulneración a las mujeres. Línea Púrpura Distrital 01 8000 112 137, dese el celular, o al Chat Púrpura 300 755 18 46.

 

Por:

Doria Constanza Liscano Rivera

Docente

Escuela de Comunicación, Artes Visuales y Digitales

Politécnico Grancolombiano

[1] Sistema de Información Estadístico, Delincuencial, Contravencional y Operativo de la Policía Nacional

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