Según el documento de trabajo sobre Economía Regional y Urbana, titulado “¿Quiénes son los docentes en Colombia? Características generales y brechas regionales” (2018), del Banco de la República, las situaciones de contratación, provisionalidad, condiciones de trabajo y dispersión territorial afectan a una de las carreras más importantes para el país, pero también de las peores pagas en términos profesionales. Ser docente en Colombia ha dejado de ser una propuesta atractiva para los jóvenes por esas mismas brechas salariales y de reconocimiento y valoración de una sociedad, frente a los trabajos y profesiones que le son fundamentales.
Además, el informe contrasta los resultados en las pruebas Saber 11 como en las pruebas Saber Pro de los futuros docentes, evidenciando brechas importantes en temas como la lectura crítica y matemáticas (razonamiento cuantitativo), entre los colegios rurales y urbanos, y entre los docentes que se forman en las capitales y quienes deben hacerlo desde el territorio de forma remota en los diferentes modelos que hoy existe: licenciaturas a distancia, con virtualidad asistida, virtuales, etc.
Este elemento es un factor determinante en la distancia que empieza a estructurarse de manera más evidente entre la formación que ese maestro urbano pueda dar y el que puede brindar el docente de aula en la ruralidad, quien entra en desventaja a la hora de ejercer su labor. Lo que asalta a la labor docente es que la Escuela sea hoy una reproductora de la desigualdad en el país, como lo señalan Juan C. Cárdenas, Leopoldo Fergusson y Mauricio García Villegas, en su libro de 2021 “La quinta puerta: de cómo la educación en Colombia agudiza las desigualdades en lugar de remediarlas” -Ediciones Ariel-.
En este orden de ideas, estamos hablando de las diferencias cada vez más abismales, en términos de la calidad, que recibe uno y otro docente, y de la doble condición de desventaja cuando ese docente rural se enfrenta a comunidades y territorios sin ningún equipamiento cultural que refuerce su labor educativa: bibliotecas, museos, cines, casas de la cultura o del patrimonio, etc.
Es claro que la tarea de mediación cultural con la producción nacional y globalizada, y los procesos básicos en matemáticas, lenguaje, pensamiento espacial y otros, requieren de elementos del entorno que puedan estimularlos continuamente. El territorio puede ser un laboratorio de aprendizajes en la ruralidad, pero requiere de los apoyos tecnológicos necesarios para que esa labor tenga mejores desarrollos y alcances.
Con las visitas a las instituciones educativas, que desde 2021 viene adelantando la Licenciatura en Ciencias Sociales del Politécnico Grancolombiano, ha podido constatar cómo la falta del programa de alimentación, de recursos, de internet, de equipos electrónicos y de profesores en varios campos del saber, la educación y la profesión docente se dificultan en estos lugares y que la labor de cada profesor se vuelve titánica para resolver el problema del aprendizaje, muchas veces sin el debido acompañamiento por parte del Estado.
También los profesores del programa hemos sido testigos que en los territorios postconflicto, nuevamente los docentes se han quedado solos ante la llegada de nuevos o renovados actores armados como es el caso de Caquetá, Antioquía, Cauca. En este sentido el programa insiste una vez más en la deuda histórica que el Estado y la sociedad colombiana tiene con la educación de niños y niñas en condiciones de igualdad y con los maestros y maestras que se enfrentan a las dificultades de acceso y conflicto en varias partes del territorio nacional.
A quiénes hacen su labor con convencimiento y compromiso en el campo y la ciudad… FELIZ DIA MAESTRO.
Por:
Doris Lised García Ortiz
Doctora de Estudios Sociales
Coordinadora de la Licenciatura en Ciencias Sociales
Líder del Semillero Educación y paz, memoria y territorio
Comentarios