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Por Álvaro Rodríguez Hernández, docente de la Escuela de Comunicación y Gestión de la Información. Director de PoliRadio y PoliDeportes del Politécnico Grancolombiano.

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Entre calificativos como: “hipócrita” y “lambericas”, la periodista Vicky Dávila, quien hoy está a la cabeza del canal digital y contenido multimedia de la revista ‘Semana’, y el Consejero Presidencial de Comunicaciones, Hassan Nassar, se enredaron en un alegato bajo y ramplón.

La opinión pública tenía su atención centrada en el viaje de la primera dama de la nación, María Juliana Ruiz, al lado de unos menores y sus familiares rumbo a la celebración del cumpleaños de su hija en el eje cafetero. Un tema que merecía ser discutido y aclarado ampliamente se diluyó desencadenando el enfrentamiento público entre dos reconocidos comunicadores del país.

Lo que inició como una entrevista, de manera rápida, se convirtió en una pelotera que desde ningún punto de vista se ve bien, pero menos debe tener como escenario un medio de comunicación.

Sobre lo sucedido se pueden construir múltiples hipótesis, por ejemplo, que es una estrategia para incrementar la audiencia de los canales digitales de la revista ‘Semana’, es claro que este medio no necesita de eso, más el hecho si resiente su reputación; otra opción puede ser que se construyó una cortina de humo para desviar la atención del tema central de lo que iba a ser el diálogo, pero insisto, esto son solo hipótesis, no una afirmación, tan solo es lo que se puede pensar frente a lo que protagonizaron Nassar y Dávila.

Lo indiscutible es que ellos son los protagonistas de uno de los hechos más bochornosos de la reciente historia de los medios y el periodismo en Colombia. Vicky Dávila y Hassan Nassar dieron rienda suelta a su emocionalidad propiciándole un duro golpe al ejercicio profesional del periodista y la función del comunicador al interior de las organizaciones oficiando como vocero.

Eso no es periodismo

El maestro Miguel Ángel Bastenier definió la entrevista como: “el género que está en la misma base de todo el quehacer periodístico. El encuentro en estado puro entre el periodista y la fuente”. Al tratar de cautivar a las audiencias se habla de que la entrevista debe ser un diálogo; en realidad, es un interrogatorio que al momento de hacerlo no debe parecer como tal.

Ahora, ese rifirrafe arrabalero del cual fue testigo Colombia y se puede ver en cualquier momento en YouTube, no tiene ningún tipo de presentación, lo peor es que no correspondía a una vulgar pelea callejera, sino al diálogo entre uno de los medios más prestigiosos del país y un vocero del gobierno con alto cargo.

El periodista busca la verdad por medio de sus preguntas, pero no con insultos y ataques. El vocero aclara los hechos desde la versión oficial, pero no con ejemplos de hechos pasados para justificar el tema a tratar. Los errores se dieron de parte y parte y el verdadero perjudicado fue el ejercicio periodístico y el del comunicador organizacional, acá perdió la profesión y se cometió un flagrante irrespeto a la audiencia.

Ese compromiso que tenemos los periodistas de verificar que los dineros y recursos públicos se empleen de manera transparente corresponde, de manera clara, al informar la verdad a partir de la investigación, es así como los contenidos periodísticos se convierten en una pieza clave de la construcción del pensamiento de la opinión pública.

Frente a lo protagonizado por Nassar y Dávila quiero formular dos preguntas, a la primera daré mi respuesta, pero obviamente, usted tendrá la propia, y la segunda si la dejaré abierta para que cada uno brinde su análisis.

La primera pregunta es: ¿qué informaron los dos comunicadores? En realidad, nada, fueron minutos carentes de información en donde lo único que pasó fue que los protagonistas se sacaron los trapos sucios a la luz pública. Y la segunda pregunta, la cual espera su respuesta es: ¿qué queda en el pensamiento de la ciudadanía que ha visto este lamentable episodio?

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