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Cali – Colombia. Dobló
el sexto toro del día 30 y en ese instante, creo para muchos, llegó el
momento de hacer el balance de la Feria de Cali, no el balance de la que
terminó, sino de las que han pasado en los últimos años, y el de las
que vienen. Si, de las que vienen, porque del balance final nacen los
presupuestos para una nueva era. Quizás en algún momento pensemos que lo
últimos que vimos, es decir la feria que terminó, tuvo aciertos o
desaciertos, pero la verdad es que tenemos que ser conscientes que la
feria que terminó fue una de transición, una que se tenía que dar por el
bien de la fiesta, y se dio, eso ya hace parte de un buen balance,
porque Cali no se quedó sin toros, como si le ha pasado a la capital
taurina de Colombia, por culpa de un señor que tiene ínfulas de
dictador, con ideas y postulados de quinta.
Dice un adagio popular “a partir de la
cenizas hay que edificar”, mientras que otro reza “de los errores hay
que aprender, para no volver a cometerlos”, y los dos son muy ajustados
al caso que nos ocupa. El balance para la partida nos dejó como ejemplo
que hay que acartelar para Cali ganaderías que brinden garantía, no las
dehesas de “mis amigos”, ni tampoco “las de los amigos de mis amigos”,
porque ese círculo vicioso nos lleva a una tergiversación de valores en
la que tú me das, yo te doy, nosotros nos damos, y eso lleva a la
decadencia total. El que funciona lidia y el que no, que espere su turno
a mejorar y ganarse el puesto. Los toros no tienen que ser de tal o
cual región, tienen que ser de garantía, de calidad de buen presente y
no de buen pasado. Hay que vivir el presente y con miras a un mejor
futuro.
Que las ganaderías triunfadoras sean las
que verdaderamente hayan traído el mejor encierro, que el mejor toro
sea verdaderamente el mejor toro, y que sean toros y no novillos
adelantados e impresentables como ha sucedido en el pasado reciente. Eso
en cuento a las ganaderías.
Por su parte, la nómina de toreros tiene
que ser de categoría si queremos volver a ver a Cañaveralejo llena. Soy
consciente que la labor para la Sociedad Plaza de Toros de Cali y de su
presidente Alfonso Domínguez Borrero, no es fácil, sé que se tendrán
que hacer muchos ajustes, que los próximos años veremos temporadas en
las que el fin único será levantar la Feria de Cali para que regrese al
importante sitial que ocupó por tantos años. Vienen Ferias, quizás con
menos tardes de toros, pero tardes marcadas por la confianza en
recuperar el buen nombre.
Menos gastos en burocracia, más
inversión en mercadeo, fomento y consolidación de la fiesta tienen que
ser el objetivo primordial. Que hay que recuperar las pérdidas
acumuladas, es verdad, que hay que volver a las 10 o más corridas,
también, pero para ello hay que invertir, y al decir invertir no me
refiero a gastar dinero, sino a invertir, que es sinónimo de apostar
para ganar.
No podemos, o mejor la Sociedad Plaza de
Toros no puede escatimar esfuerzos o recursos (humanos o económicos)
para reeditar el pasado feliz en un futuro sólido y taurino. Recordemos
el lema de “sin toros no hay feria”, porque es verdad, la ciudad, el
departamento y la Colombia taurina necesitamos de una Feria de Cali
fortalecida y esa es la meta.
Desde que yo asistí por primera vez a
una Feria de Cali oí hablar de los “problemas” entre Fundación y
Sociedad, y la verdad no me preocupe por indagar más al respecto, pero
cada año que pasaba veía que la Feria iba perdiendo en todo sentido, y
seguía escuchando de aquellos “problemas”. Hace unos meses me dijeron
por fin van a terminar los “problemas” porque la sociedad recuperó la
plaza y en adelante se pondrá al frente del coso. Hoy eso es verdad la
plaza regreso a las manos de sus verdaderos dueños y ellos tienen que
construir a partir de las cenizas que haya dejado el pasado, sin espejo
retrovisor para juzgar lo que ya ha pasado, pero si, con ojos muy
abiertos para analizar y no repetir los errores de los que ya no están.
No todo lo viejo sería malo, como tampoco todo lo anterior fue bueno. De
todo debemos sacar la mejor enseñanza y edificar en pro de la Fiesta,
de la Feria y de la Plaza.
Tenemos que regresar a la plaza
emblemática, la de palcos exigentes, en los que las orejas se concedían
por méritos en el ruedo y no por lograr que el torero, llámese como se
llame, firmara un nuevo contrato. O porque le habíamos quedo devenido
algo de la tarde anterior. Cada tarde es una nueva lucha, cada triunfo
se desliga del que siguiente, pero eso sí, lo logrado en el ruedo tiene
que ser valorado en su justa medida y servir como partida para las
contrataciones del año siguiente. Basta ya de los toreros que han
resultado triunfadores tengan que mendigar puestos para el seriado
siguiente, esto para el caso de los nuestros, porque los de fuera tienen
las puertas abiertas, basta de pagar toreros a sumas astronómicas,
cuando su realidad taurina más allá de los mares no da para ello. A las
figuras pagarles como figuras y no como dioses, a los buenos como eso,
buenos. La métrica tiene que ser el toro y lo hecho frente a la cara de
estos. El pago no tiene que ser de acuerdo al pasaporte, tiene que ser
de acuerdo a su presente taurino y como lo dije para el caso de las
ganaderías, el que no funciona a la cola, ha esperar una nueva
oportunidad. Y esto es tanto para los nuestros como para los foráneos,
basta de “paquetes chilenos” que pagamos muy altos y tienen poco
contenido. A Dios lo que es de Dios y al césar lo que es del césar.
No más juntas de bolsillo, no más
presidentes sin criterio, no más toreros del pasado con ínfulas de
dioses y sermones acomodados para su propio beneficio.
No es fácil, no va hacer fácil, pero si
se trabaja con honestidad, con dedicación la Sociedad Plaza de Toros de
Cali, en menos de los que esperamos llevará al mismo sitial con que
conocimos a la Copa Champañera.
Doctor Alfredo Domínguez Borrero, yo no
lo conozco y creo que usted a mí tampoco, y eso me permite hablarle sin
ningún tipo de compromiso personal. Mi compromiso, son mis lectores, mi
compromiso es con la fiesta, esa fiesta que me vio nacer, que me ha
visto crecer, la misma que amamanto mis hijos y que me vera morir, por
eso le deseo la mejor de las suertes en esta nueva era de la plaza de
Cali.