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La improvisación es el efecto de la incompetencia, y esta ha sido una constante durante los últimos años en Bogotá. Lo fue con el hoy Presidente de la República; lo fue con Enrique Peñalosa y lo ha sido con Claudia López, de principio a fin.

Pero si somos honestos esa improvisación no comienza con los mandatarios de turno, sino con las elecciones y, por supuesto, sus electores. Somos expertos en equivocarnos al elegir, en creer cuentos y dejarnos deslumbrar por propuestas inalcanzables que, como bien escriben algunos en redes, se parecen bastante a las que hacen los personeros del colegio, con la piscina y el jean day los viernes.

Y lo que tenemos hoy, con la mayoría de los candidatos que aspiran a convertirse en el nuevo alcalde de Bogotá, es justo eso: improvisación.

Salvo Carlos Fernando Galán, ninguno -sí, señores, ninguno- de los candidatos tiene experiencia en la ciudad. Si cualquier otro es elegido serán otros cuatro años de propuestas sin sentido, muy parecidos a los que ya hemos vivido las últimas décadas.

Este señor lleva 16 años trabajando por Bogotá, siendo ésta la tercera vez que intenta llegar al Palacio del Liévano -tiempo que le ha sido muy útil para entender, aprender y vivir la ciudad-; fue dos veces concejal y presidente de esa corporación.

Pero, entiendo, ustedes dirán que esa no es una garantía infalible. Es cierto. No lo es. Peñalosa ya había sido Alcalde cuando volvió a aspirar y ¡qué cantidad de errores!

Por eso, vale la pena decir que la improvisación también se mide en la viabilidad de las propuestas, y en eso también Galán supera a sus contendores.

Sí, lastimosamente, las principales preocupaciones hoy vuelven a ser, en su orden, la inseguridad, el caos en movilidad y la pobreza, mientras la deuda histórica se la lleva la protección del ambiente.

El plan de gobierno de Galán aborda, en su primer capítulo, la seguridad, el eterno coco de la ciudad. ¿Qué me gusta? Entiende que los problemas de inseguridad están asociados al crimen organizado; que los delincuentes no son ruedas sueltas y que sí o sí se requiere de un trabajo conjunto entre policía y justicia para atacar a la criminalidad.

El segundo punto que destaco es el seguimiento de la ejecución de los recursos en seguridad, que planea hacer durante consejos de seguridad semanales. La verdad es que hoy no se sabe qué pasa con el dinero que las alcaldías locales y las secretarías que tienen que ver con planes en materia de seguridad reciben para ese fin.

Algo innovador a exaltar: la creación de la Ruta de Prevención del Delito y la Violencia. Esta es una estrategia que resultaría muy bien en prevención del delito y atención de la reincidencia.

En movilidad también hay cosas por destacar: el carro compartido -que existía hace unos meses cuando se convirtió en obligación pagar más de 50 mil pesos si se quiere sacar el carro los días de pico y placa-, horarios escalonados en el sector público y privado, ciudad 24 horas y movilidad activa.

Finalmente, en este ranking de necesidades, la política social también es clave, por lo que Galán incluye dentro del paquete de medidas estrategias como las tiendas comunitarias y cooperativas de distribución de alimentos, que se sumarían a las transferencias monetarias, las ollas comunitarias, “comedores móviles y llevando los servicios de alimentación a zonas de difícil acceso o con mayor necesidad”, dice el programa.

Bogotá necesita retomar el rumbo y abrir las puertas del Palacio Liévano a alguien que pueda solucionar la cantidad de problemas que deja la Alcaldesa saliente, que no son pocos, y que vendrá en otra entrada de este blog. El balance, como quiera que sea, es bastante pobre en prácticamente todo lo que dijo hacer, lo que dejó de hacer y lo que cambió de parecer e hizo en contra de los que la eligieron.

Que el voto sea por Galán.

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