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El éxito de este concierto deja en claro un fenómeno irregular y demasiado positivo: Que se tengan los que no creen en Colombia como escenario de buenos conciertos.

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Para los interesados en el verdadero rock de los años 60: Hoy, concierto de Roberto Fiorilli (ex Speakers, Génesis, Time Machine, Columna de Fuego), Fabio Gómez (ex Flippers) y Camilo Ferrans (ex Génesis) tocarán en un sitio llamado Matik-Matik, en la carrera 11 con calle 67 [ Facebook ]. Venderán a 25 mil el disco de reedición de Speakers en el maravilloso mundo de Ingeson. Un evento del sello Salgaelsol, del profesor Mario Galeano, que en sus ratos libres es un ‘resonante’. Allá nos vemos.

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catpowerlogo

Esto es el único minuto que grabé con mi cámara del concierto de casi 2 horas de genial actuación de una artista completa, Cat Power:

Y esto fue ‘Metal heart’, mi canción favorita en la voz de CP, en un video grabado por el usuario de Youtube Spektorholic, que subió varios videos chéveres… qué hermosa la gata del poder intentando presentar la canción en español:

Yo estaba resignado: Desde que soy consciente de mi melomanía, sabía que no iba a poder ver en concierto nunca a Janis Joplin ni a su Big Brother and The Holding Company. Sé que ella no era muy agraciada, más bien ‘sucita’, pero algo tenía que yo me habría encantado con esa mujer. Y lo que menos me esperaba es que en una fría noche de Bogotá fuera a sentir eso mismo, encarnado en el año 2008, como si me hubieran puesto a la Joplin ahí pa’ darme gusto.

Era Cat Power, y ya no era la Big Brother sino The Dirty Delta Blues. Y también ‘sucia y desprolija’, como la canción de Divididos, sudando a chorros pero abarrotada de flores. Así fue la noche del miércoles, inolvidable para todo el que se pegó su pasada por el nuevo Teatro Ecci, en el centro de la ciudad.

¡¡¡Y no tuvo que ponerse la camiseta de la selección Colombia para encantar!!! Qué bueno que un artista -y supongo que tiene que ver también con el empresario- rompa el molde cliché.

No tengo el setlist pero creo que fueron unas 17 canciones las que Cat Power interpretó en esta presentación, en Bogotá, el pasado miércoles 7 de mayo.

Es impresionante como aún con una infección en la garganta, la voz de Chan Marshall se proyectaba por todo el teatro con la misma brillantez de sus discos. Es una maestra en técnica vocal y es además un encanto en escena que se toma todo el escenario y que canta con tanta energía que a veces tenía que descargarla dándose palmadas en los muslos. Es una artista completa.

Un encanto que raya entre la actitud de mala y la de dulce. Por algo, mucha gente le gritaba desde el público que la amaba: Es una mujer que se hace amar.

La banda fue espectacular. La inexpresividad en los rostros de los músicos iba en total contradicción con el ambiente tan expresivo que generaba su música. Gregg Foreman, el tecladista, lleva la batuta musical en el grupo.  Y qué agradable es ver tocar a un baterista de blues con escobilla, en este caso a este hombre de aspecto casi paternal que se luce. Igual barbaridad alcanza el bajista, creo que se llama Elkin Paparazzi. Y el guitarrista no se quedó atrás.

Estas son algunas fotos que tomé:

Aunque sé que algunas personas se quejaron de que las luces no fueron lo mejor (y si, supongo que podrían ser mejor), creo que pocas veces ve uno un concierto con tantos aciertos, o mejor, con casi ningún desacierto como este.

La banda de apertura, Two Way Analog, de Daniel Jones, fue espectacular, con un sonido muy de afuera, sin ningún ingrediente colombiano más allá de que casi todos sus músicos lo son, pero espectacular en técnica y calidad. Para dar comparaciones entendibles, era un sonido que estaba enmarcado entre Dire Straits, Bruce Springsteen y hasta con un toque de Leonard Cohen. Muy buena banda.

El sonido, digan lo que digan, fue muy bueno. Cat Power tuvo un problema con un retorno que su técnico de sonido le solucionó. Fuera de dos pitidos y el hecho de que casi no comienza el toque por una falla de energía de un amplificador de los teclados, todo salió técnicamente muy bien.

Del teatro, cuyo ambiente es como muy lounge, pienso que si hay algo cuestionable talvez sería lo bajito y cercano que es el escenario del público. Está a más o menos 1,20 metros de altura con respecto al piso, y sólo lo separa una baranda. Por supuesto, eso se presta para pendejadas como que dos tipos se subieran a intentar besar a Marshall tan pronto se terminó el concierto o, lo que fue peor, que cuando ella extendió una mano hacia el público, algún imbécil intentó arrebatarle el guante que tenía puesto. Ay, Dios mío, no mostremos el hambre.

¿QUÉ ESTÁ PASANDO?

Leía entre los comentarios al blog de mi amigo Tokka Tonkka (Santiago Higuera) uno que me llamó la atención porque resume la sensación de lo que está ocurriendo:

"El mes pasado caminaba por la carrera 13 y en el mismo muro se publicitaba Cat Power, Groove Armada y The Doors….Que? Londres? …", comentario del lector Toponel.

Creo que debe ser una apreciación compartida por mucha gente… ¿Qué está ocurriendo que está cambiando el panorama de conciertos tan radicalmente? Tuvimos antenoche, en un teatro-bar que creo no supera la capacidad de 1500 asistentes, a una de las artistas más poderosas y actuales de la escena musical mundial, en un momento ilustre de su carrera en que el mundo le está poniendo mucha atención, probablemente porque además ha salido recientemente en películas.

Estamos hablando de lo que es vanguardia afuera… lo que tantos críticos de la ola de conciertos en Colombia vienen reclamando desde hace años: "Ah, es que sólo traen artistas en decadencia que ni disco nuevo tienen"… Esas personas tienen que ver lo que ocurrió antier.

Y además lleno en el Ecci, un escenario en el centro de la ciudad, antigua sala de cine porno que fue rescatada y preparada de forma muy inteligente para la acústica de conciertos con piezas de madera en techo y paredes que evitan el rebote de las ondas. Y por fortuna, tampoco concentra el calor de la masa.

La idea de tener a un artista de semejante nivel en un espacio reducido nos resulta insólito porque venimos con una tonta idea, por años, de que al hablar de conciertos debemos pensar en megaconciertos, de esos de estadio, de esos que precisamente no podemos hacer porque no tenemos dónde meterlos y, cuando lo hacemos, medio público se queda sin ver y a veces sin oír al artista. Ya se hizo vox populi entre los asistentes a conciertos que "si no pagas la mejor localidad en el Simón Bolívar, ni vayas, porque en otra localidad no vas a ver nada".

Cat Power no habría llenado el Teatro Jorge Eliécer Gaitán y mucho menos el Palacio de los Deportes. Pero eso no está mal, está MUY BIEN. Qué bueno que los empresarios dejen de pensar en el gigantismo ilusorio del Simón Bolívar. No es una invención mía y creo que Eduardo Arias tampoco fue el primero en decirlo cuando lo dijo: una cultura del rock no se construye sólo de oír pocos grandes conciertos, sino de tener muchos conciertos en escenarios pequeños, en los que la gente puede escuchar realmente al artista -Y que la gente vaya, por supuesto-.

Si vemos las ciudades cosmopolitas en todo el mundo, el fenómeno es así… los artistas tocan generalmente para públicos de no más de 2.000 espectadores -obvio, también hay conciertos de estadio-. Moby es feliz hoy en día tocando de nuevo en clubes nocturnos… ¿egoísta con el público que no puede ir a ese bar? No lo creo; es más un estado de conciencia.

Hoy los artistas son conscientes de que no van a vivir de vender discos sino de dar conciertos. Todos los artistas quieren viajar y mostrarse, más cuando en otras regiones del planeta andan en invierno, así que bienvenidas todas las opciones. Es probable que cada vez más tengamos buenas visitas de buenos artistas. No tiene que ver con ser buena o mala plaza, pero claro, hay que hacer las cosas bien.

+ Parece ya fija la fecha del 20 de julio para el concierto de The Muse, dato que ya salió tanto del empresario como de la disquera. El grupo sólo podía en esta fecha o el 5 de agosto, así que no se trata de un capricho patriótico de nadie sino de una mera coincidencia. Lo extraño es que ese día se va a presentar el Gran Concierto Nacional, una serie de presentaciones simultáneas de músicos nacionales en diferentes regiones del país, por lo que puede resultar confuso el mensaje en la prensa. Buen concierto, buena banda, buen momento.

+ Un organizador de conciertos me hizo una consulta bastante curiosa: Me preguntó qué pensaba de traer bandas de rock del Japón. Me dio un nombre de un artista muy interesante. La sola idea de que eso ocurra es sorprendente y refrescante, pues reitera el propósito de algunos empresarios de arriesgarse para que el público bogotano se nutra al tener visiones tan variadas de la música. Le dije que por nombre no conquistaría público, pero en principio, la excentricidad del primer concierto sería la clave de la atracción. Y qué bueno por los empresarios que se arriesgan.

+ Pronto se viene el Festival de Jazz. Para Bogotá ya se sabe que viene el contrabajista Ron Carter; hay otros nombres muy buenos que repiten asistencia. Sabía que estaban haciendo vueltas para traer a Salib Keita a Barranquilla, pero no hay nada confirmado en ese respecto.

+ Y prepárense para leer el Teléfono Rosa de El Tiempo este domingo, pues ahí se va a dar un dato importantísimo y esperadísimo por muchos fanáticos. Ñaca ñaca.

Suerte y pulso.

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Yo, Carlos Solano, su autor, soy periodista, ejerzo actualmente como subeditor de Cultura de EL TIEMPO y trabajo con la música desde mediados de los años 90. Espero disfruten este recorrido.

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