Por F.M.J.
En Colombia, elección presidencial que se respete debe producir en los votantes del candidato perdedor la rabia e indignación necesarias para motivarlos a conformar algún grupo de oposición organizada, en ciertos casos de carácter ilegal. Tal como ocurrió después de las elecciones de 1970, cuyo supuesto desenlace fraudulento desembocó en el nacimiento del Movimiento 19 de Abril, o más conocido como M-19.
Conociendo la fama de mal perdedor que tiene el Honorable Parlamentario, Álvaro Uribe Vélez, creador y operario del candidato derrotado Oscar Iván Zuluaga, es posible vaticinar que durante la semana que comienza se producirá el nacimiento de una nueva facción opositora y beligerante: el Movimiento Anti-revolucionario J-15.
Y aunque su nombre suene parecido al de una ruta de Transmilenio con destino “Las Aguas”, este grupo estará muy pronto bajo la mira de las autoridades, ya que con su eslogan “No hagamos nada” empezará a ganar adeptos más rápidamente que cualquier iglesia cristiana.
A juzgar por el modus operandi de otras organizaciones creadas en el pasado por los partidarios de los Doctores Uribe y Zuluaga, su primera operación consistirá en infiltrar el Congreso de la República, con el fin de atentar contra todo proyecto de ley que huela a comunismo, homosexualidad, seguridad informática o libertad de expresión, y al mismo tiempo promover la creación de nuevos días festivos o solicitar subsidios parlamentarios para comprar cabezas de ganado y desayunar siempre con huevitos.
Irónicamente, conocemos de primera mano individuos que votaron por el Candidato-Presidente Santos y que terminarán vinculándose al J-15. Algunos de ellos lo harán por miedo a que los obliguen a trabajar por “La Paz”. En realidad entregaron su voto a “Juanma” confiados de que perdería las elecciones y así quedarían convertidos en impotentes y nostálgicos “amigos de la Paz”.
Otros partidarios del Presidente cambiarán de bando en señal de inconformismo, por haberlos puesto a trabajar en su fábrica de mermelada incluso el pasado domingo, y por supuesto, sin pagarles horas extras.
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