Diez novedades bibliográficas como para las vacaciones
El espíritu de la ciencia-ficción
Roberto Bolaño (Alfaguara)
Treinta años tenía Bolaño cuando terminó esta novela, acaso la primera, si es que no siguen apareciendo manuscritos suyos, como del baúl de un mago. El título es un despiste (constante en toda su obra) pues es más propicio para un ensayo que para una novela. El tema de la narración, es la vida de rebusque de dos perdularios que aspiran a ser poetas. Uno de ellos, Jan Schrella lleva el alias de Roberto Bolaño. En su ambición literaria, él y Remo, su compañero de andanzas y buhardilla, trasiegan cafés, teatros, librerías, editoriales, gimnasios y burdeles del D.F. y dan con mujeres que también andan por ahí, como al desgaire, en una especie de “carpe diem” sin restricciones. Por el lenguaje, el tema, la naturaleza de los personajes, el espacio narrativo y el estilo, mucho tiene esta novela de cuota inicial de Los detectives salvajes.
Todos mis amigos son superhéroes
Andrew Kaufman (Turner)
Tom es el «Hombre invisible», pero sólo para su novia, la «Perfeccionist»a, y eso es todo un drama para él, que debe conseguir que ella lo pueda ver antes de que el vuelo en el que viajan juntos llegue a Vancouver. Durante el viaje se rememoran encuentros y aventuras con toda una panda de mujeres y hombres que detentan los más absurdos superpoderes: “La Diletante”, por ejemplo, es una superheroína tranquila que pone nervioso a todo el mundo; “El Empresario” puede ver cuánto dinero hay en cualquier tarjeta de crédito; “La Chica que cae”, nunca le ha caído bien a nadie; “La Conejita Antiestrés”, absorbe el estrés de todo el mundo en ciento cincuenta metros a la redonda. Y son decenas de superhéroes más, entre los que figuran,” Hipno” y “El Hombre sin sombra”. Oriundo de Ontario (como Alice Munro), este joven poeta canadiense, con esta novela rebosante de humor e imaginación, nos regala un vaso de agua fresca
Aquí viven leones
Fernando Savater & Sara Torres (Debate)
Ocho de sus autores predilectos escogió Savater para compartir con nosotros su conocimiento sobre ellos. Cómo vivieron (y murieron) y por qué escribieron lo que nos legaron. Así que nos encontramos a Shakespeare enfrentando a los envidiosos que prontito vieron en él la competencia que se les venía encima; a Valle-Inclán perdiendo un brazo por un insulto; a Poe inspirado en la muerte prematura de su madre; a Leopardi luchando con su deformidad; a doña Agatha Christie aplicando en sus novelas su experiencia como enfermera; a don Alfonso Reyes haciendo gala de cosmopolitismo; a Flaubert enseñándole a Maupassant, y a Stefan Zweig socorriendo autores antes de suicidarse. Savater, siempre tan agradecido (como se debe) con los escritores que más le han alegrado l vida.
Mamut
Esther García Llovet (Malpaso)
La trama policíaca de esta novela transcurre en dos, tal vez tres, ciudades que nunca se mencionan y que podrían ser norteamericanas o, de golpe, españolas. Un hombre sale de la cárcel, después de pagar dos años, derechito a ajustar cuentas. Su búsqueda que lo lleva a lugares sórdidos, crea una atmósfera amenazante y de suspenso que arrastra al lector hasta la última página. Tanto los diálogos como la estructura, sugieren un guión cinematográfico. Su autora nació en Málaga en 1963, y con ella en su nómina de autores, esta editorial, más bien periférica, va convenciendo.
El Expreso del Sol
Tomás González (Seix Barral)
Con esta decena de cuentos, este autor colombiano regresa a su vocación de narrar en corto y con mucha sencillez. “Flotar” es tal vez el mejor de todos porque trata un tema tan sensible como la enfermedad y porque le da validez a un verso de Alfonsina Sorni: Que morirse es cosa dura/ se ensaya mucho y no se aprende bien. En “Mar sin orillas”, después de treinta años de un asesinato, la hermana de la víctima sigue visitando su tumba en medio de la selva. En “Perros”, un vagabundo no tiene clemencia con un animal que lo había atacado. En “La casa en llamas”, una mujer cansada de su matrimonio decide adoptar a un niño que se le aparece en la casa. En “Brisa, flores”, un bombazo ayuda a que una burguesa aburrida tome la decisión de largarse. Finalmente, “Playa silente” es un magnífico relato de dato escondido y final abierto.
La invención del pasado
Miguel Torres (Tusquets)
Con esta extensa novela, el escritor bogotano cierra su ciclo sobre el bogotazo. Su contenido roza en algo con el del libro El cadáver insepulto, de Arturo Alape, pues no se centra en lo ocurrido durante el Bogotazo como tal, sino en las consecuencias sociales que acarreó. Para ello pone en escena a una mujer que perdió a su esposo en el cruento episodio, pero que no ceja en su empeño por encontrarlo, al tiempo que se hace cargo de un niño que como muchos quedó huérfano. La novela se abre en dos direcciones. Por un lado, la más que sugerida relación edípica del joven con su madre adoptiva, y, por el otro, la forma como los bogotanos tuvieron que reconstruir la ciudad y recomponer sus vidas, con la llamada “violencia” como telón de fondo. A la obsesión de Ana Barbusse por encontrar a su marido (cosa que la va enloqueciendo), se une la del hijastro por encontrar (valiéndose de un retrato hablado) a un múltiple asesino encubierto por el Estado.
Bravura
Emmanuel Carrère (Anagrama)
Si no le paramos tantas bolas al ya gastado ardid literario de meter una narración dentro de la novela o de crear a otro autor dentro de la misma, probablemente nos percatemos de la verdadera intención del escritor francés en este libro: Menoscabar un poco el mito de la genialidad (ya aceptada por los lectores y críticos) de la adolescente Mary Shelley, autora de Frankenstein. Carrère surgiere algo bastante plausible: que fue en la mente de Polidori en donde se gestaron las ideas para una novela que entre Byron y Mary, en cierta forma piratearon. Polidori descubrió el entuerto e intentó suicidarse. Ficción o no, la trama de Carrère se sostiene, debido a que ahonda en la condición de médico y anatomista de Polidori; en su éxito en los estudios sobre el sonambulismo y en sus ambiciosos y aventados experimentos con cadáveres: “Cuanto más estudiaba la anatomía, más me parecía que las carnes muertas podían revivir bajo mi escalpelo y la sangre circular de nuevo por las venas de los cadáveres”.
Terceto
Pablo Montoya ( Random House)
El título de este libro que trasluce toda la cultura de su autor, obedece a que distribuye en tres secciones las 195 semblanzas, retratos o, como él las llama, minificciones. Su objeto de observación, estudio o admiración, son, en su orden, viajeros, pintores y músicos. Cada parte del “terceto” o tríptico es como un mosaico hecho de teselas que a su vez cuentan una historia o reflejan un mundo en miniatura. El enorme fresco nos pasea por la Edad Media (sin haber olvidado lo greco-latino), el Renacimiento y la modernidad, hasta la semana pasada. Con los viajeros vamos de la mano de personajes bíblicos, argonautas, conquistadores como Alejandro, descubridores como Magallanes, náufragos como Crusoe, exploradores como Humboldt, aventureros como Melville, embaucadores como Raleigh o suicidas como Zweig. Con los pintores descubrimos lo que narran las pinturas de Brueghel, El Greco o Gericault, entre otros que completan sesenta y cinco. Ese retablo del tríptico es un recorrido por la historiografía pictórica, desde Giotto, pasando por italianos y flamencos; del manierismo y el barroco; amplia mirada a los impresionistas, para terminar con las Vanguardias. La tercera parte, dedicada a los músicos, deja ver las flaquezas de quienes fueron genios y las circunstancias dramáticas que vivieron algunos como Viktor Ullmann o Pavel Haas, perseguidos por los nazis; o tragedias tan absurdas como Anton Webern, cuando ya había sobrevivido a lo peor.
La presa
Irène Némirovsky (Salamandra)
Como acontece en todas las novelas de esta mujer, quizá la mejor escritora del mundo en el primer tercio del Siglo XX, esta novela publicada en 1938 (pero de tema tan vigente que parece escrita la semana pasada) nos retrata una sociedad en la que el arribismo y las ganas de poder, son sus móviles. De esta manera, Némirovski hace desde el comienzo de la narración, lo que debe hacer todo novelista que se precie, tocar la vida: “Edith…Aquella chica adinerada, criada y educada en un mundo que él no conocía, que apenas sí era capaz de imaginar, un mundo de financieros y políticos –ella era hija del banquero Abel Sarlat-, aquella chica que nadaba en la abundancia sería su mujer.”
Con su acostumbrado despliegue de prosa poética y conocimiento del comportamiento humano, Irene muestra cómo un trepador llega dónde quiere si elige bien “la presa”.
The Night
Rodrigo Blanco Calderón (Alfaguara)
Interesante, impactante y compleja novela sobre la violencia urbana, política y social que se ha vivido en Venezuela, concretamente en Caracas, desde la dictadura de Pérez Jiménez, por allá en los cincuentas, hasta nuestros días. La escritura de este autor (uno de los 39 de “Bogotá 39”) emite muchos destellos. Trae asuntos referidos a la lingüística y la literatura; otros abordan el cine y la pintura; mete mano en política, economía, derecho penal, religión y sociedad; pero, sobre todo, al hacer girar la trama alrededor de varios feminicidios y crímenes atroces, convoca, a un tiempo, psicoanálisis y psiquiatría. Personajes de la realidad objetiva (poetas, políticos, psiquiatras, locos famosos y escritores) se desplazan a lo largo de 350 páginas y le dan valor documental a la episódica narración, que si se lee con atención, puede explicar en algo el nefasto presente de Venezuela.
Comentarios