POLARIZACIÓN INTENTA CONEJO A CANDIDATOS QUE NO FUERON A CONSULTAS. Para el esperado 2022, la democracia puso todas sus esperanzas en tres días de elecciones. Quienes dicen defenderla, lo primero que deben hacer es respetar la filosofía y función de cada día electoral.
Como siempre, los dos lados polarizantes, buscan hacer esguince a las normas y al espíritu de la democracia. Si no hacen nada ilegal, la parte ética es bastante cuestionable y en el amplio espectro de hacer política incluyen malabares para tratar de sacar provecho de cada situación, sin importarles que la misma democracia salga afectada.
El día uno (D1) fue diseñado para elegir Congreso, pero además se aprovechó para elegir candidatos en tres consultas, con el fin de filtrar un gran número de precandidatos. Desde ahí empezaron las jugadas políticas que, aunque legales, trataron de afectar o aprovecharse de la democracia, unos para lucrarse de ella y otros para posicionar un candidato. Las cosas en este D1 no salieron muy bien. A un congreso desprestigiado por años por lo que hacen sus miembros, ahora lo van a cubrir con un manto de deslegitimidad, gracias a un conteo que cada día ofrece más dudas que garantías democráticas. Y frente a las consultas, aunque se aceptaron los resultados sin chistar, los números no dan.
El día dos (D2) se estableció para que, en franca lid, todos los candidatos, los que salieron de las consultas y los que esperaron pacientemente, le ofrecieran al ciudadano una amplia gama de posibilidades, que les permita escoger al que mejor representa su modo de pensar y su idea de país. La idea es que todos vayan en igualdad de condiciones y quienes saquen los dos más altas votaciones pasen a segunda vuelta: día tres (D3). Si uno de esos candidatos saca más de la mitad, ganaría la presidencia y no se haría segunda vuelta. Esto lo están tratando de viciar los extremos y en medio de la polarización quieren hacer creer que desde ya hay que actuar como si estuvieran en segunda vuelta, lo cual les garantizaría a ambos el paso a segunda vuelta y dejaría a los candidatos que apenas llegan viendo un chispero. Teoría tendenciosa y anti democrática, ya que todos los votos de todos los candidatos suman, si entre 4 candidatos suman un 63%, el otro candidato lo máximo que podrá sacar será un 37% y no podrá ganar en primera vuelta. Es más peligroso que algunos ciudadanos piensen que sus candidatos ya no tienen opción y se abstengan de votar o voten en blanco porque los dos que quieren hacer creer que ya ganaron no los representan. La idea es que no sabemos quienes van a pasar a segunda vuelta, pueden ser dos diferentes a quienes nos quieren hacer creer los patrocinadores de la polarización.
El D3 es el día de decidir, ese sí definitivo, entre los dos candidatos más votados, de verdad, no los que nos quieren hacer creer que son la única opción, o los que les están obligando a votar con base en el miedo y unas cuentas acomodadas a intereses de la polarización. Previo a esta segunda vuelta, cumplida la primera vuelta, es el momento de las alianzas en torno a los candidatos que los colombianos escogieron en libertad de pensamiento. Esas alianzas pueden ser necesarias, si uno de los dos candidatos más votados pone en riesgo la democracia, o si hay dos candidatos que tienen ideas muy parecidas y uno obtuvo una gran votación pero el otro no tanto, de lo contrario, no tendría mucha importancia, de hecho se daría naturalmente sin comprometer más burocracia con sus jefes, cuando las bases igual votarían en ese sentido.
En el juego libre y justo de la democracia, los partidos que se consideran demócratas, deben con reciprocidad dar la oportunidad de participar en franca lid en primera vuelta a los candidatos que, de manera caballerosa y en cumplimiento de las reglas de la democracia, se mantuvieron al margen de las elecciones a consultas. Ahora es su turno, llegan en el momento oportuno al escenario electoral. Es el momento que esperaron y quienes hicieron tranquilos sus consultas no les pueden hacer conejo, con la campaña del miedo y la amenaza del coco de cada lado. Ni a los candidatos ni a sus seguidores, quienes hasta ahora se están inscribiendo para votar, porque no tenían interés en participar en las consultas, sin sus candidatos a primera vuelta.
La primera vuelta, justa y democrática, debe permitir que muestren sus programas y los dos cupos a segunda vuelta sean ganados por cualquiera de las ocho opciones en igualdad de condiciones, no los dos que ya se acomodaron. No hay por qué hacerle bullying a quien ose decir que quiere cumplir honestamente con la cita democrática del 29 de mayo.
Cada día se presentan más acciones, jugadas, maniobras y conductas que atentan contra nuestra democracia. La coherencia no es la mayor de las virtudes de muchos en competencia, en especial de los candidatos en los extremos y menos de quienes los respaldan pública o veladamente. En una esquina ya se vio que se participó en una consulta sin razón, para escoger al ya escogido de ese grupo y reclamar una gran cantidad de dinero, mientras se tiene como bandera la lucha contra la corrupción y tener en sus huestes los más denotados representantes de la misma. En la otra esquina se tiene a los supuestos defensores de la democracia, pero de una democracia a su medida, participando de manera masiva a favor de alguien que no era su candidato, renunciando al que si lo era, adoptando al candidato por el que votaron y ahora exigiendo que si no se vota por él en primera vuelta nos traga el coco, cuando una votación masiva por cualquiera suma para neutralizar a cualquiera de los dos extremos.
Dados los resultados del D1, la democracia no aguanta más jugaditas ni maniobras ilegales o poco éticas. Los colombianos, cansados de la politiquería, tuvieron una gran abstención y un significativo voto en blanco en protesta por toda esa marulla con que se ha conducido el camino a las elecciones. Hoy percibimos muchos descontentos por los resultados, tanto de los votos a congreso, como los increíbles resultados a las consultas, en donde los lados polarizantes lograron que sus candidatos pasaran por encima de quienes pueden haber sacado, incluso, una mayor votación. Se habla de reconteo, por ahora de Senado, pero no se menciona Cámara ni Consultas. Difícil de entender para el colombiano de a pie, que un proceso que tiene “errores”, sean todos a favor de un solo grupo político y solo en uno de los tres sub-procesos llevados a cabo ese día, cuando los tres usaban el mismo método de conteo y uno de ellos, la consulta, que aunque más fácil de contar, no le cuadra a nadie los números con los antecedentes a la elección.
El empeño de los extremos polarizantes por hacer creer que sus candidatos ya pasan a segunda vuelta, está desvirtuando la necesidad de dos vueltas. En su momento se vio como una necesidad y se estableció para que todos participaran en igualdad de condiciones. Pero, los partidos políticos, que deben ser la máxima representación de la democracia, cuya existencia también está cada día más cuestionada, alimentan esta duda tratando de desvirtuar la necesidad de la primera vuelta y quieren que tengamos dos segundas vueltas, haciendo creer que no unirse desde ya va a hacer que el otro extremo gane. Entonces señores “demócratas” ¿se necesitan dos vueltas o una sola? O ¿se necesitan dos segundas vueltas?
Como en cualquier competencia, esta se hace más interesante si todos los competidores obedecen las normas y reglas del juego durante la misma. El que cualquiera, por su influencia, acomode las reglas para su conveniencia, le resta razón de ser a la competencia. Y en el caso de las elecciones, donde todos los ciudadanos hacen parte de la justa, crea un gran sinsabor, que los lleva a incrementar la abstención y el voto en blanco si se dan cuenta antes de la votación, pero con consecuencias insospechadas si se dan cuenta después de tomarse el trabajo y depositar la confianza en el sistema democrático a través de su voto.
Los colombianos podemos y necesitamos darnos el lujo de participar en la competencia electoral en igualdad de condiciones. Queremos ver un proceso justo, que en cada una de las vueltas presidenciales se haga lo que se debe hacer para lo cual fueron diseñadas. Estamos cansados de las trampas y las restricciones a nuestra libertad, en este caso de ir a las urnas a votar por quien nos apetezca, que no nos lleven de la nariz en esta primera vuelta bajo el látigo del miedo y la amenaza, ir paso a paso, dar este paso con nuestra conciencia y dependiendo de quienes pasen a segunda vuelta, tomar nuestra decisión final que marque el futuro del país, para los próximos cuatro años, con la seguridad que la sabiduría del pueblo colombiano hará que esa decisión mantenga la democracia más antigua de América y ojala nos dé una esperanza de un mejor vivir.
Es evidente que nadie tiene la fuerza para ganar en primera vuelta, entonces, por qué no votar por quien realmente a conciencia creemos es el mejor y vemos si muchos estuvieron de acuerdo con nuestra selección, para decidir en segunda vuelta, dándonos la oportunidad que entre todos escojamos el mejor presidente.
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