¿No queríamos una reforma política? ¡Hagámosla en las urnas!
LA PRIMERA VUELTA, UNA OPORTUNIDAD SIN IGUAL PARA LA COHERENCIA POLITICA DE LOS COLOMBIANOS.
Desde hace años hablamos a diario de una reforma política que, entre otras cosas, haga los resultados de las elecciones menos dependiente de dineros de los grandes grupos económicos, e incluso de los ilegales. Pero al manifestar nuestra intención de voto (si las encuestas fueran ciertas) a quienes encuestan y quienes opinan en nuestros chats y redes, se dejan obnubilar por quienes muestran un despliegue y hasta derroche de dinero en forma de toda clase de publicidad paga, vallas, entrevistas en todos los medios, debates (cada vez más discriminatorios), encuestas, volantes, artículos impresos y digitales, a sabiendas que es solo el producto de quienes más tienen para pagar por ellos.
Si todos consideran que quienes más publicidad tienen son quienes van a ganar, ¿cómo vamos a exigir que no haya llegada de dineros de toda índole a las campañas? Nos hacemos los locos tanto del origen de los recursos, y si estos son de buena fuente, como del compromiso que hay detrás de cada peso conseguido, para crear la atmósfera de candidato ideal, que no es más que el repique diario de que nos lo digan en todos los medios posibles, gracias a grandes gastos de recursos, cuyos topes se verifican después de que ya quien gana está ejerciendo el cargo obtenido por votación.
Los colombianos nos dejamos meter en un maremagnum bipolar que nos arrastró a una contienda electoral atípica para una primera vuelta, donde la pluralidad de candidatos serían su mejor condición; pero, guiados por unos vivos con intereses grupales y personales, mucho más que nacionales, nos llevan pendiente abajo hacia una elección de candidatos que muchos no quieren, pero los han hecho pensar que es lo necesario, así se vote por el abismo o por el continuismo, robándole las esperanza de un futuro mejor al pueblo colombiano, que le podrían dar otros de los candidatos en contienda. Gran parte de ese arrastre a la bipolaridad insana es llevada por la publicidad resultado de los dineros con que cuentan algunas campañas.
Los colombianos que no nos ponemos de acuerdo para nada, tenemos unos gurús del engaño y la aglomeración de opinión que nos han hecho el gran favor de unir a todos los interesados en el poder presidencial, en dedicar esfuerzo y muchísimo dinero a dos candidatos. Mientras nos quejamos que sin dinero no podemos optar por una posibilidad a ser presidente, y no porque no haya quien más tenga la capacidad para ejercer esa posición. Nos crean una segunda vuelta, la cual da a la primera vuelta la oportunidad de elegir entre 8 y nosotros mismos (dice la tendencia) vamos a votar por los dos que han ostentado más gasto de dineros, descalificando a quienes, al no tener todos esos recursos, pareciera que no tienen la fuerza, que no los conocen y que nadie va a votar por ellos.
La pregunta obligada es ¿no deberíamos aprovechar para escoger a quien muestre las mejores propuestas y aun mejor, si se ve que no quiso adquirir compromisos que lo obliguen a actuar contra el pueblo colombiano con más impuestos y exigencias para poderle cumplir a quienes lo subieron a puro billete al poder? ¿No es eso lo que que queremos entre la siempre solicitada reforma política? Eso es lo que queremos, poder llegar a los cargos públicos, sin tener que gastar tanto dinero que se empeñe todo para lograrlo, comprometiendo como se va a ejercer ese cargo.
Aprovechar esta oportunidad sería una excelente muestra de coherencia entre nuestros anhelos de una política cada vez más limpia y a quien le damos nuestro voto. Además, un castigo a quienes con una excusa o la otra no liberaron a tiempo los dineros para las campañas políticas, a sabiendas, o con el pensamiento que los votos “se compran”, no se consiguen con exposición de programas. No haber liberado esos dineros fue una muy débil contribución a la equidad de participación de los candidatos en esta campaña para la primera vuelta, dándole ventajas a quienes «lo consiguieron» por otro lado.
La mayor contribución que podemos hacer en este momento a la transparencia de las elecciones y a la democracia, es votar por quien presente los mejores programas, las mejores soluciones y si ese alguien no está en los dos polos apoyados por los dos bandos políticos que aglomeraron todos los dineros y compromisos de todos los grupos y politicos de siempre, haríamos moñona.
Que oportunidad de oro tenemos para hacer nuestra propia reforma política y renovación. Todos los políticos conocidos, que han gobernado el país los últimos 20 años y algunos más, desde el ejecutivo y desde el legislativo, se reunieron en su gran mayoría en los dos bandos, tres a lo sumo, que tal que mirando hojas de vida y propuestas veamos que hay otros dos candidatos mejores que quienes se autoproclamaron ganadores de la primera vuelta y votáramos por los dos mejores, dejaríamos por fuera todos los males que han aquejado al país por todo ese tiempo y enviaríamos el mensaje que quienes tienen el poder político y económico más grande no puede llegar con cualquier candidato a exigir que lo votemos y que lo que cuenta son las propuestas y los antecedentes políticos de cada uno, más que la cantidad de dinero que logre reunir a su alrededor.
Definitivamente la coherencia no es nuestro fuerte, en este momento las encuestas y los vivos nos hacen creer que la primera vuelta la van a ganar dos de los candidatos por seguro. Uno, que ya fue alcalde de Bogotá, que muchos no reelegiríamos de alcalde y por lo que hizo, nadie considera que tenga alguna posibilidad de éxito para volver a administrar una ciudad, sí que mucho menos todo el país, con el agravante de que al ser un gobierno nacional pueda hacer un cambio “irreversible “ que nadie quiere, pues entonces no se le debería dar una responsabilidad muchísimo mayor y con poderes exponencialmente más grandes, que pueden llegar a afectar hasta la misma democracia y economía como la conocemos. Y otro, que es el continuismo de un gobierno que no pudo con la inflación, la devaluación, ni la inseguridad, con la incoherencia de mostrar a diario índices de crecimiento inmejorables, pero su candidato ya anuncia llegar a hacer reforma tributaria por lo mal que está la economía, ni ellos mismos se entienden. Según encuestas y vivos nos encontramos entre el continuismo y el abismo, con el agravante que quienes han llevado al país a la situación en que estamos hoy, están reunidos en esos dos bandos y algunos que se mantienen todavía en un tercero, que al ser la tercera vez que participa, no se le ve mucha opción de poder hacer algo.
Que puede ser entonces más oportuno que hacer nuestra propia reforma política, dejar a todos los políticos y mayores grupos económicos del país reunidos en esos dos, o a lo sumo tres, candidatos y nosotros votar por otros dos, que han mostrado mejores propuestas y no tienen alrededor toda esa gente, lo cual no es aislado, va con el compromiso que hay con cada uno de ellos. ¿Se imaginan que elijamos a un candidato, con excelente hoja de vida, sin antecedentes y sin compromisos con medio país político y económico el cambio que haríamos? El nuevo presidente llegaría a revaluar todo sin compromiso, lo que sirva, que no todo es malo, continua y lo que no sirve, al no tener compromiso con nadie, lo puede cambiar. Es nuestra oportunidad de hacer nuestra reforma y renovación políticas, de mostrar algo de coherencia, y una muestra irrefutable que nuestra democracia se respeta y que el voto de los colombianos vale.
Todo lo anterior, en el supuesto que la primera vuelta se va a definir realmente por los votos depositados y bien contados. Sin una garantía de la registraduría, de un voto limpio, toda esa campaña y desgaste en que nos han metido a los colombianos en estos años fue perdido.
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