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(De izquierda a derecha: Jaime de la Pava, Juan Carlos Ángel, Eduardo Bechara – Esta travesía no podría hacerse sin el patrocinio de Gótica Eventos, Damovo y Hanna Estetics, Bogotá)

 

Favor hacer las donaciones para los niños con cáncer en la cuenta de ahorro exclusiva para Brasil en dos ruedas, número 0483124605-2 de Bancolombia a nombre de OPNICER (Organización de padres de niños con cáncer, Nit: 830091601-7). Con estas donaciones usted está ayudando a un niño enfermo de cáncer a tener una posibilidad de vivir.

(Crónica especial: Se publica saltando el orden cronológico por su actualidad)

 

La mañana es cálida, aunque el sol no se divisa por entre los espacios vacíos del cielo que los interminables edificios dejan sin cubrir. El horizonte es de un color gris nebuloso extendido sobre la distancia que la cortina de smog forma contra las nubes. Eso es lo que se ve desde el balcón del edificio. Un avión que se cuela por entre ella enfilado hacia el aeropuerto, pasa sobre nosotros produciendo un silbido agudo y luego un resoplido intenso que invade la cuadra. Miro el abarrotado escenario pensando que si Bogotá es un gigante herido, Sao Paulo es un monstruo de cien cabezas. Adriana me dice que ya está lista. Bajamos y salimos del apartamento a un tráfico endemoniado de 4.9 millones de carros que por fortuna no está en su hora pico.

 

Luego de un tiempo llegamos al barrio Itaím de modernas oficinas a lado y lado de la calle Tenente Negrao, en donde ubicamos el edificio, parqueamos y subimos por el ascensor que nos lleva al noveno piso en el que queda el consulado colombiano.

 

– Ojala que no haya mucha gente – dice ella empujando el coche de su pequeño hijo de seis meses.

 

Tan pronto nos acercamos a la puerta vemos el recinto invadido de personas en su mayoría hombres vestidos con sudaderas de color vinotinto y amarillo, que revolotean por entre los espacios del consulado.

 

– Preciso – dice ella.

 

– Es el equipo de fútbol Deportes Tolima. Están jugando la Copa Libertadores y anteayer perdieron con Cerro Porteño por uno a cero – le digo.

 

– Quien sabe cuánto tiempo vamos a tener que esperar para que nos atiendan – dice con cierta decepción.

 

Esperamos frente a una pequeña baranda que sirve de recepción, hasta que viene una brasilera que nos informa que hoy el consulado está imposible.

 

– ¿Qué hace el Deportes Tolima aquí? – le pregunto.

 

– Están sacando el pasaporte – dice afanada y se va. En ese momento pasa a mi lado un hombre de rostro simpático a quien reconozco de la televisión.

 

– ¿Usted es el que le metió el gol al Gremio en Ibagué no?

 

– Sí.

 

– ¿Que les pasó en Asunción?

 

– Tuvimos mala suerte. Ahora tenemos que matarnos contra el Cúcuta – responde. Le digo que soy cronista y le pregunto si puedo hacerle unas preguntas. Dice que si, pero en ese momento un hombre de corbata que ha estado hablando por celular a un volumen muy alto, les dice a todos que tienen que irse a tomar las fotos. Me hace señas de que ahora hablamos. Los veo a todos montarse en los ascensores y por fin se respira paz en el consulado. El cónsul, un hombre bien afeitado de camisa azul y corbata de visos rojos, pasa frente a nosotros y Adriana le dice que venimos a sacarle el certificado de nacimiento al bebé. Él hace cara de: hoy algo así no se va a poder, pero una agradable funcionaria colombiana algo gruesa, de pómulos anchos y anteojos a mitad de nariz, que luce una enorme hebilla café en el pelo y una camisa clara de flores, interviene en la conversación y se ofrece a hacerlo. Pasamos a un espacio al interior en el que hay una vieja máquina eléctrica de escribir. Saca un formato y empieza a presionar las teclas.

 

– ¡Ajjjjjj! Me equivoqué – dice. Se levanta y toma otro formato que vuelve a meter sobre el rodillo de la máquina. Empieza de nuevo a llenarla.

 

– ¡Ajjjjjj! Volví a hacer el mismo error. Estoy poniendo 2007 en el año de nacimiento y no 2006 – dice. Saca el formato, lo arruga y lo bota en una caneca con desespero. Se rasca la cabeza. Una vez más, toma otro y empieza a llenarlo ante la mirada silenciosa de Adriana, quien hace fuerza para que no se equivoque de nuevo. – Me estoy arrepintiendo de haberme ofrecido para esto – la escuchamos susurrar. Deja de escribir por un momento y Adriana me mira.

 

– ¿Te podemos ayudar? – le digo. Adriana me hace caras de que no le diga nada pero yo le respondo con un gesto de hay que romper el hielo. Saco la cámara y le tomo una foto.

 

– Esta va para la crónica.

 

– ¿Cuál crónica? – pregunta. Le explico.

 

– No sé a qué horas le robaron los pasaportes a ese equipo. Ayer vino una persona, hay días en que no entra nadie y hoy esto parece un mercado.

 

– ¿Quien les robó los pasaportes?

 

– Nadie sabe bien, el hecho es que tienen un vuelo a las 3:00 p.m. necesitan los pasaportes ya y ni siquiera hay aquí, el último se lo dimos a ese bebé que está afuera y llegó antes de que esto pasara. Yo lo que necesito es fumarme un cigarrillo – dice apartándose de la máquina. – Es bonito el bebé. Va a ser un hombre apuesto de ojos grandes y rasgados. La mezcla entre rasas siempre da buenos frutos El papá es brasilero ¿no?

 

– No, es colombiano – responde Adriana.

 

– ¿Pero el apellido del niño es Mitsúo no?

 

– No, ese es su segundo nombre, el apellido es Fuse.

 

– ¡Ajjjjj! – dice tomando su cara con las manos. La veo sacar de nuevo el formato de la máquina y botarlo a la caneca. – Vamos a hacer una cosa. Tomamos la impresión de los pies del niño, yo lo lleno con calma esta tarde y mañana pasan por él – dice liberándose del problema. Le indica a Adriana quitarle los zapatos a su hijo, saca un rodillo al que embadurna de tinta y lo pasa por las plantas de los pies del bebé. Mancha su pierna sin culpa y dice riendo: – untado un dedo untada la mano. Guía el pie con tinta estampando su huella en la hoja.

 

– Sonrían – digo tomando una foto.

 

Algunos de los jugadores del Tolima se asoman de nuevo por ahí. Salimos y nos topamos con el cónsul quien entra a su despacho en donde están dos jugadores sentados sobre un sofá de cuero. Identifico al portero Agustín Julio quien jugó varios años en Santa Fe. Tiene un rostro simpático y luce tranquilo en una pose en la que está con sus largas piernas cruzadas y una de sus manos encima de la rodilla. El cónsul se va y Adriana me dice que va a aprovechar para darle la compota a Santiago afuera.

 

– ¿Qué les pasó? – le pregunto a Julio.

 

– No se sabe bien. Por lo regular hay un utilero que se va a hacer las vueltas de inmigración. Él estaba en un micro en el que se montaron unos chilenos y se perdió la bolsa en la que iban los pasaportes. Hoy teníamos que jugar contra el Pereira en Pereira. Esto ha sido maratónico; ayer cenamos a la 1:00 a.m., acá en Sao Paulo después de llegar de Asunción.

 

– Y hoy estamos levantados desde muy temprano – anota el centrocampista Emir González.

 

– Yo los vi en televisión aquí en Brasil las dos veces que jugaron contra el Gremio en Ibagué y en Porto Alegre. Que lástima ese gol que les metió Gremio – les digo.

 

– Si, perdimos con una jugada chimbísima en la que era más fácil rechazarla – comenta Julio moviendo su cabeza para un lado y para otro. El cónsul vuelve y se sienta a mi lado.

 

– Yo aquí en Brasil me he dado cuenta de que no existe mucha diferencia entre el fútbol Brasilero y el colombiano – dice él.

 

– Yo estuve en el partido del Gremio contra el Cúcuta en Porto Alegre (que el Cúcuta debió haber ganado), en el de Internacional contra Emelec y en el de Sao Paulo contra el Necaxa, y en realidad no veo una gran diferencia. ¿Qué nos pasa? ¿Por qué no se ven los resultados en el fútbol colombiano? – pregunto.

 

– Es un problema de dirigentes y de manejo corporativo. En Colombia siempre se está economizando dinero. Esto que nos pasó hoy es un ejemplo. El utilero estaba muy embolatado, tenía varias maletas a su cargo – dice Julio.

 

– Tiene que asumir funciones que no le tocan o que deberían estar en cabeza de varias personas, no sólo una – anota Emir sirviendo de eco. – Braman Sinisterra está puto porque tenía la visa gringa y la alemana en el pasaporte. Su pase aún es de un equipo alemán y ahora le toca hacer todas las vueltas de nuevo.

 

– El Bolillo dice que lo peor que nos pudo haber pasado fue el 5 a 0. Ya nos creíamos los putas. Y la gente decía nos toca ganarle a Raimundo y todo el mundo – anota Julio de la nada.

 

– ¡Yo no estoy de acuerdo con eso! – dice el cónsul. El problema es de infraestructura. Clubes como el Sao Paulo, el Flamengo, y muchos otros aquí en Brasil tienen sus propios estadios y complejos perfectamente acondicionados en los que se cuida hasta el más mínimo detalle.

 

– Todo es un desorden en Colombia, los directivos son el reflejo del país – anota Emir.

 

Entra una funcionaria y se los lleva a tomarles las huellas. Al despacho entra Jaime de la Pava y el preparador físico. Les cuento lo de las crónicas.

 

– ¿Cuál es la expectativa? – le pregunto a Jaime.

 

– La expectativa es clasificar. Ganando se clasifica y jugamos de locales.

 

– Jaime, aquí en Brasil y también en la Argentina los equipos rivales se odian. River pierde y los de Boca salen a celebrar, Sao Paulo puede estar jugando la final de la Libertadores pero los hinchas del Palmeiras o los del Corintians quieren que pierda. En Colombia todos le hacemos fuerza al equipo colombiano que está jugando la Copa. ¿Por qué cree que se da esa diferencia?

 

– Normalmente a los equipos chicos como el Cúcuta, el Pasto o el mismo Tolima la gente quiere que les vaya bien. Es muy diferente a lo que ocurre aquí porque el país no tiene tantos títulos. El equipo que juega se vuelve el representante de país.

 

– Cuales son las expectativas con respecto a la Copa – le pregunto esperando a que me responda: ganar.

 

– Clasificar a varias fases -, se corrige – a todas las fases – deja pasar un instante y dice: -ganar –. Descanso cuando escucho esa palabra. Señala al hombre que está a su lado. – Juan Carlos Ángel, nuestro preparador físico,  fue campeón de la Copa con El Once Caldas en 2004 – dice.

 

El cónsul le pregunta cómo está el profe Montoya y él responde que no muy bien. Que le tienen que dar antibiótico hasta cuando le da una gripa. – Tiene una silla especial como la que tenía Superman pero está subutilizada – agrega.

 

– Uno no entiende las cosas que pasan en Colombia – anota el cónsul.

 

– Sí, y pasan todos los días, la diferencia es que en este caso le pasó a una persona importante.

 

– Qué pasó con los pasaportes – pregunta el cónsul.

 

– Según James, fue un robo. Alguien se llevó la bolsa en la que estaban – dice Juan Carlos.

 

Entran algunos otros futbolistas al despacho y el cónsul pregunta: – Alguno de ustedes quiere el pasaporte completo. Si es así tienen que pagar 70 dólares más – dice mientras sale del despacho.

 

– Jaime, ¿y cómo ve el fútbol colombiano y su perspectiva?

 

– Ahora la selección jugó dos amistosos y le ganó a Suiza y a Paraguay.

 

– ¿Pero el país si está para cosas grandes?

 

– Lo importante es tener visión a largo plazo. No se puede tener inmediatez. Tu para escribir un libro necesitas tiempo. Todo en la vida es así. Para hacer un buen whisky, un buen vino se necesita tiempo. En Colombia sólo se piensa en la inmediatez. Es un problema de mentalidad y en un gran porcentaje viene de los directivos. Claro que es un problema general de sociedad. Somos muy negativos. Nos toca ser más optimistas en lo que tenemos. Es como este equipo, estamos en esas. El Once Caldas fue campeón con mucha convicción, le ganó a los mejores equipos de América: Santos, Sao Paulo, Boca.

 

Brahman Sinisterra entra y se sienta en el sofá diciendo que la noticia ya la saben en Colombia. En ese momento entra Adriana y me dice que ya le terminó de dar la compota a Santiago. Tomo unas últimas fotos y me despido.

 

– No pensé que los futbolistas fueran tan queridos. Hasta me ayudaron a darle compota a Santi – me dice en el ascensor, al tiempo en que pienso que aquí los brasileros dicen que son los mejores del mundo en muchas cosas, y de tanto creérselas, lo son.

 

Esta historia queda en continuará…, porque el mundo es mejor verlo con los propios ojos que por el Discovery Channel. (Las publicaciones se harán los martes y jueves aunque su periodicidad no puede garantizarse dada la naturaleza del viaje). Para ver más fotos del viaje diríjase a las páginas www.eduardobecharanavratilova.blogspot.com y www.brasilendosruedas.blogspot.com Agradecemos a los siguientes colaboradores: Embajada brasilera en Colombia, Ibraco (Instituto cultural de Brasil en Colombia), Casa editorial El Tiempo, eltiempo.com, Avianca, Gimnasio Sports Gym y la revista Go “Guía del ocio”.

 

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Mi nombre es Eduardo Bechara Navratilova. Escribo como acto liberador que me ayuda a escapar del mundo, así termine volviendo a él. Me sirve para entender mis propios actos, aunque admito que acabo con más preguntas que respuestas. Tengo defectos despreciables, que dejaré al lector descubrir por si mismo. Detesto los trancones, las modelos y hacer fila en los bancos. Me gusta el fútbol y la rumba, me gusta la gente que persiste. Tengo los títulos de derecho (1999) y literatura (2005) en la Universidad de los Andes. La novia del torero, Editorial La Serpiente Emplumada (2002) y Unos duermen, otros no, Editorial Escarabajo (2006), son mis dos novelas publicadas. No tengo un peso en el banco, pero me he recorrido medio mundo en viajes. El ser humano y su comportamiento son mi tema de fondo.

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5 Comentarios
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  1. QUE BUEN REPORTAJE. PARA LOS SEGUIDORES DEL VINOTINTO Y ORO, ES AGRADABLE SABER DE LA EXISTENCIA DE ESTA CRÓNICA ACERCA DE LA AFUJIAS QUE VIVIÓ EL VINOTINTO Y ORO EN TIERRAS BRASILERAS. ESPERAMOS QUE LA SITUACIÓN EN EL ASPECTO DEPORTIVO, SE RECOMPNGA PARA EL TOLIMA Y PODAMOS AVANZAR EN COPA. ARRIBA TOLIMA.

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