“Yo seré el próximo presidente de Colombia por elección, mas no por posesión. La visión del país de las maravillas de Iván Duque me obliga a no aceptar la Presidencia de la República. Pido entonces que mi posesión se lleve a cabo en ceremonia de cuerpo ausente, y no de cuerpo presente”, anunció Fico.
“Una extraña incapacidad presidencial me invadió ayer”, explicó el candidato. “Incapacidad que no es total, gracias a mí. La tomé del cuello y le exigí que fuera parcial, y, cosa rara, me obedeció”.
“Además, el rechazo también se debe, en parte, a que adoro a mis hijos, y no deseo legarles a ellos la idea que su papá, que soy yo, fue un magnífico estadista con puesto, con un muy alto puesto, pero sin trabajo”, remató Fico.
Se comenta en la campaña que lo que incapacitó a Fico y lo empujó a anunciar su rechazo a la Presidencia de la República fue la entrevista de Iván Duque al programa Hard Talk, de la BBC, de Londres.
Pues lo forzó a hacer algo que Fico no suele hacer, y es pensar profundamente. En este caso, en lo que Duque dijo y no dijo en la entrevista.
Abordó primero el porcentaje de desaprobación con que los colombianos han premiado, justamente, la gestión de Duque. No solo es el mayor logro de Iván, sino también el más elevado de la larga historia de Colombia. Algo imposible de mejorar.
Sé que como presidente debo superar ese índice. Pero tan elevado es, que con seguridad no lo sobrepasaré, y creo, además, que todo esfuerzo en esta dirección resultaría completamente inútil, pensó Fico.
“Prefiero renunciar a la Presidencia antes que consentir en ser lo que probablemente seré: un mandatario con una desaprobación muy por debajo de la de Duque”, dijo. “No seré yo quien, con esto, frustre una vez más a los colombianos”, concluyó.
Y siguió pensando. Esta vez, en otro de las inalcanzables conquistas de Duque: la inflación. Subió a más del 8%. La deja autosostenible, y le quedó tan bien hecha y tan sólidamente, que no bajará ni subirá durante los próximos 50 años.
“Si no voy a ser capaz, como no lo seré, en efecto, de mejorar la inflación de Iván, ¿de que serviría mi ejercicio presidencial”, razonó Fico.
Continuó Fico la lectura de la entrevista y cavilando en lo que leía. Supo que el crecimiento de nuestra economía es el más alto del mundo, y que este es un país en el que, gracias a actual gobierno, la pobreza, el hambre y la inseguridad alimentaria han sido desterradas para siempre.
Y concluyó: “Si esto es verdad, como lo es, según Duque, ¿para qué ser presidente? ¿Para qué?
Una inmensa mayoría de colombianos reconoce que Duque dejó sin trabajo a los presidentes futuros, y considera que Colombia no va a precisar de estos durante los próximos 230 años. Por eso apoya y agradece la decisión de Fico.
Y ve la grandeza que hay en sus palabras definitivas: “No poseo nalgas tan irresponsables y sinvergüenzas como para llevarlas a la Casa de Nariño y allí permitirles el lujo de gastar silla presidencial sin hacer nada, absolutamente nada, puesto que el Duque, el gran Duque, ya lo hizo todo”.
Don Hugo, mientras su odio visceral hacia otras personas lo domine de otras emociones, solo para tener un motivo para escribir, sus opiniones carecen de valor humanístico.
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