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Ayer me envió un mensaje por internet. Comenzaba con la palabra Corazón, como si de repente la película en blanco y negro que fue su despedida pasara a la más rutilante policromía de generosos deseos…

Desde luego no fue así, cuando leí una de las frases finales

Te mereces alguien mejor que yo…

Hasta donde tengo entendido no existe el mes de las bromas pesadas o el día del payaso bribón, por lo que leí de nuevo

Alguien mejor que yo…

Como no se trata de particularizar si era una persona inmadura, que deseaba deshacerse de mí, torturada por sus traumas de infancia y demás, (en lo cual todos van a coincidir, llevándome además el agua sucia por mi escasa visión) me pregunté: ¿Cuánto debe valer uno para merecer que otra persona quiera estar con uno?

En este mes del odio y la enemistad caben las especulaciones. La frase anterior me sonó más a excusa para faltar a clases (yo no merezco estar en este buen colegio) por lo que sí, sufrí por estupideces. Y claro, yo más estúpido por pedir la explicación a lo obvio.

Razones estúpidas sobran por montonones. Ahora lo que se debe hacer, además de desterrar al personaje, es elaborar un plan de desquite. Por lo que sea…vale la pena sacarse la espina. No puedo empezar algo nuevo, ni siquiera soñarlo, si aún esa persona y sus palabras me remuerden la conciencia de que eso no se queda así. Por lo que, para los que me leen, además de enumerar acá otras razones estúpidas que les hayan dado para justificar una terminación, ¿creen importante desquitarse? ¿O seguimos la tradición judeocristiana de perdón-olvido?

Invito a una cruzada contra las personas injustas y simplonas que tienen la suerte de burlarse de otros. Invito a sus víctimas a unirse para expresar su indignación. Para volver a enamorarse primero hay que sanarse… ¿o vengarse? La cena está servida…

juanchopara@gmail.com

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