Huele a ropa vieja. A Pollo a la broaster, un poco de marihuana y café con empanada mixta. A mujer de la calle, niño explotado, dulce de jalea o policía sin bandidos que atrapar.
El centro de las ciudades suele ser la atracción que recomiendan casi todos los taxistas y diestros representantes de oficinas de turismo para ir a conocer y deleitarse con un pasado embadurnado de modernidad. ¿Por qué el centro? El de Bogotá lo he experimentado en cada una de las 24 horas del día: desde su abarrotada jornada matutina hasta su desolada madrugada. Realmente no me agrada para vivir, muchas veces me insisten en trasladarme, pero no me llega al corazón, si bien la oferta cultural es amplia.
Cuando pienso en el centro, inmediatamente se me viene a la cabeza la idea de desorden. Caos. Es inevitable cuando por allí confluyen siempre las manifestaciones de todo tipo: desde las marchas gay hasta las protestas sociales y los desfiles militares. No hay un centro comercial digno de Palm Beach. Es la creencia que el centro ha de culturizarnos, pero vaya que podemos encontrar la zona de tolerancia a solo seis cuadras del Museo de Arte Moderno de Bogotá. Donde las casonas luchan por abrirse paso en medio de estrafalarios edificios.
El centro me atrae y me repele al mismo tiempo. Donde compras el mismo pan de 200 pesos y a un paso siguiente, diez veces más caro por cuenta de un Juan Valdéz. No sé, para los que me leen de otras ciudades, si el centro de sus ciudades les genera esa misma sensación de invitación y abandono simultáneos.
¿Qué es lo bonito y lo feo del centro de su ciudad? ¿Qué deberían hacer los gobiernos locales para lograr del centro esa verdadera convergencia? No es únicamente la mera convivencia indiferente. Tiene que haber más.
BOCADILLO: ¿Rock al Parque en el festival de Verano? ¿Les suena? Podría experimentarse el cambio…
BOCADILLO 2: Por más que renuncie todo el Ejército Nacional ¿quién le devuelve las vidas a los muchachos que ejecutaron? En este país se volaron todos los límites a cuenta de un poco de prestigio. Lástima por los pocos honrados que deben quedar ahí dando la cara. Lástima a quienes creen aún en que un ejército es una respuesta a nuestros problemas.
Scarpetta1984, «Cullo nombre»…. NOoooooooo, CUYO por favor CUYO, » una centro de ciudad» nooooo «una centro con olor noooo, dele una vueltica a la gramatica y ortografia por favor.
Califica:
Los olores siempre nos transportan a los recuerdos buenos o malos, segun las vivencias, recordar el olor a café de la tostadora del Tía, el pan de la Cometa, hamburguesas de la 21, el olor particular de los baños,los cambios de olor de los buses de la mañana a los de la tarde. El perfume de la primera novia diferente al de la actual esposa.
Califica:
en la jimenz con 10ma ahi en pleno eje ambiental huele a bolsillo de loco y a paloma
Califica:
Hola Soy Colombiano Y Bogotano de pura sepa, osea con abuelos Bogotanos y conozco gran parte de la historia de la que fuera mi ciudad hasta hace muy poco, por las miles de historias que me cuentan mis familiares y que han tenido lugar en una u otra calle Bogotana, El centro de Bogota aveces huele bien y aveces mal, me encanta el olor de la zona del Museo Nacional, La plaza de toros y Las torres del parque, me gusta tambien el olor del centro internacional, La Rebeca, La torre colpatriay el Hotel; Huele mal, pero es un olor soportable la zona de la 17 con caracas, El hospital de san Jose y las bodegas del san Andresito. Es que los olores hacen parte de la memoria y tienen la facilidad de autotransportarte a instantes de la vida.
Ahora Vivo en la ciudad española de Zaragoza un ciudad de pocos metros y escasos habitantes, punto intermedio y zona de intercambio entre Madrid y Barcelona, el centro lo compone una pequeña plaza cruzada por una rotonda y cullo nombre alude al pais, Una centro de ciudad de corte europeo en donde se dan cita la mas grandes marcas de ropa y centros de shopping, una centro con olor a guardado que conserva lo magno de construcciones milenarias y edificios con varios siglos a cuestas. El centro de zaragoza en verano huele a hedores humanos y en invierno a huele a elegancia, a glamour.
Califica:
En Bogotá el septimazo sabe a chicharrón, a gente gritando, a indigentes acosadores, a ciegos limosneros, a hippies vendiendo manillas, incienso, a orines, polvo mojado, perro, poetas, indígenas cantando dust in the wind… Aun así hay un gran atractivo citadino, quizás la noche, pero la pasamos bien
Califica: