Con el anuncio de las nominaciones a los Premios Oscar 2019 el pasado 23 de enero quedaron en el aire varias inquietudes.
-La ampliación del número de candidaturas a Mejor Película se convirtió en un dolor de cabeza para los integrantes de la Academia. Si el margen de maniobra es amplio ya no se puede pensar con la ingenuidad del estricto criterio artístico. Entendiendo el esquema que lleva una película u otra a los miembros de la Academia -léase apabullante publicidad, screenings, etc- ¿se repite una votación producto de un arrebato contestatario que busca eludir señalamientos de cualquier exclusión y que durará el resto de mandato de Donald Trump? ¿Se entregaron sin miramientos a un afán comercial que rasguña desesperadamente la atención del público más joven?
-Si presumen de sus aires renovadores, ¿dónde están las mujeres nominadas en la categoría de mejor dirección? Ojo, no comparto esa visión de administrar cuotas de género, raza o preferencia sexual, simplemente me pregunto si cada año también se hace difícil encontrar al menos una película destacable ejecutada con brío por parte de una profesional.
– ¿De verdad Black Panther se encontraba por encima de Vengadores: Infinity War a la hora de dar contentillo por los blockbusters de superhéroes? En lo personal, para lo poco que me gusta esta clase de cine, la película de Ryan Coogler tira a normalita, por lo que sus méritos para romper la indiferencia de los académicos tienen otras raíces.
-El caso de Roma no lo acabo de entender. ¿Por qué causa más indignación que orgullo en su país natal? Más allá de leer entre líneas sus diez nominaciones en los Premios Oscar 2019 como un airado reclamo a la política exterior del actual gobierno de Estados Unidos, la película de Alfonso Cuarón constituye un hito en cuanto estilo, distribución y agenda que ya desearían haber ideado otros colegas de la industria. Sea como sea, este insólito logro le impone un reto mayúsculo al cine iberoamericano, uno que interprete acertadamente los nuevos tiempos y se permita tomar libertades para contar historias que susciten tal grado de admiración a nivel global, algo que está ocurriendo a nivel de plataformas de streaming.
-Desde luego, Netflix. Su papel como mecenas del relato de Cleo ha sido absolutamente recompensado y dejó con un palmo de narices a los productores y críticos más anquilosados de Hollywood. Se salió con la suya y marcó el camino para lo que vendrá en materia de creación y difusión de entretenimiento.
–Glenn Close ha forjado una carrera envidiablemente maravillosa, sin temores de ninguna clase ha ido del cine independiente al comercial, y aunque su corazón anhele el triunfo este 24 de febrero, si llegara a ser ninguneada se mantendrá incólume. The Wife, sin ser una película redonda, se convertirá en el pasaje a la ratificación de su talento, porque la consagración ya la obtuvo hace rato. Un pesar en el caso de Olivia Colman, que construye en La Favorita una reina Anne con increíble maestría.
-Lo de Bohemian Rhapsody: sus nominaciones quedarán como reconocimientos, pues a fecha de hoy la persigue la sombra del turbio pasado de su director, Bryan Singer. Ya no es un asunto de doble moral: La GLAAD (Alianza Gay y Lésbica contra la Difamación, organización de peso en la defensa y protección de los derechos de la comunidad LGBTI en Estados Unidos) acaba de retirar su candidatura a mejor película en sus premios anuales, lo que le enrarece el panorama de cara a los Premios Oscar 2019. En cuanto a la actuación de Rami Malek, el Dick Cheney de Christian Bale cuela más en el ala conservadora de la Academia.
Esperen en días previos a la ceremonia un post con las películas nominadas y el cubrimiento a través de Twitter en @juanchoparada
¡Me dejo matar por La Favorita!
En una entrevista al diario español El Periódico, Yorgos Lanthimos, quien por aquellos días presentaba La Favorita en la Mostra de Venecia, afirmaba “Solo sé que en mis películas tiene que haber oscuridad. Todos tenemos un lado violento, y por tanto una historia no está completa si ese lado no está presente en mayor o menor medida. Entiéndame, me encantan el humor y la comedia y creo que esta película lo deja claro. Pero sobre todo me gustan las contradicciones: mezclar luz y oscuridad, ser cómico y acto seguido ser trágico. Esas cosas.” Pues bien, esa dualidad está más presente que nunca en esta otra multinominada a los Premios Oscar 2019.
La Favorita desconcierta y atrae por partes iguales: asincrónica y contemporánea, refinada y escatológica, en constante alarma y en momentos, pasiva. Un relato no realista de un ambiente cortesano inglés, inspirado en la vida real de Ana Estuardo, Reina de Inglaterra en los inicios del siglo XVIII, derrocha mala leche hasta en el más sutil de los detalles, dando toda la relevancia al trío protagonista, donde son ellas las que deciden, las que corrompen y son corrompidas, mientras los hombres aparecen ridiculizados con pelucas y maquillaje, adornando pasillos o aburriendo con actitudes pueriles. Acá no se extrañan coreografías de batallas a sangre y fuego o juramentos empalagosos de amor: el enfrentamiento es en y por la cama de la propia reina Anne, cuyo favor se lo disputan nada más y nada menos que otras dos mujeres, Abigail y Sarah, ansiosas de control y reconocimiento a costa de lo que sea. Pareciera el reverso de cualquier discurso de reivindicación feminista: en La Favorita las mujeres que ostentan el poder pueden ser tan humillantes, paranoicas y astutas que no necesitan comparar el alcance de sus actos con lo que lograrían sus contrapartes masculinas.
Aún así no podemos olvidar su tono fársico que a ratos nos anticipa un “cat fight”, con los sucesivos golpes de vuelta entre la cortesana arribista y la hierática consejera. La sencillez de esta premisa, más propia de una telenovela, se eleva con creces en el intenso duelo actoral que sostienen Olivia Colman, Rachel Weisz y Emma Stone, por lo que resulta imposible tomar partido. Solo recomiendo ver cómo acaba este desvarío, el cual también se encumbró entre las mejores producciones del 2018 y comparte vasos comunicantes con Roma bastante curiosos. Si en la película mexicana la mierda de perro era una constante referencia, el vómito en La Favorita representa una cínica coincidencia. En la brumosa posibilidad de que Roma no sea elegida como la mejor película en los Premios Oscar 2019, esta opción es igualmente ponderable.
Se estrena en Colombia el próximo 7 de febrero.
@juanchoparada
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