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El próximo 10 de marzo se cumple una cita más en el Dolby Theatre de Hollywood, y mientras los apostadores hacen su agosto especulando con el duelo entre Emma Stone (Poor Things) frente a Lily Gladstone (Killers of the Flowers Moon), para mí, la categoría más difícil de esta contienda, quise mirar al pasado por esta vez.

Las recientes declaraciones del laureado director canadiense Dennis Villeneuve al medio The Times of London sobre su animadversión al diálogo en el cine hicieron mella en varios grupos privados de cinefilia en los cuales unos y otros daban ejemplo de películas absolutamente visuales o abigarradas de diálogos punzantes. Aunque el debate no ha terminado, lo cierto es que en mi experiencia como espectador disfruto enormemente todos los elementos que se combinan en una producción cinematográfica, ¡y el diálogo es uno de ellos!

Premios Oscar - Imagen Alexa en Pixabay

Está bien querer jugar con otras posibilidades narrativas apoyadas en lo visual, con o sin presencia de sonido, pero desde luego no es una regla y es así que tenemos cine para todos los gustos. Que si adoramos la verborrea de los personajes de Tarantino o los juegos de miradas en el spaghetti western…el director de la futura trilogía de Dune plasma su visión de cómo quisiera el cine contemporáneo, en franca oposición al streaming o al teatro, pero creo que todo parte de un planteamiento tanto artístico como práctico. Y gran parte de ese derrotero lo plasma un guion. Por eso desempolvé los galardones otorgados hace 50, 40, 30 y 20 años a los mejores guiones originales que la Academia de Artes y Ciencias de la Cinematografía estadounidense ha reconocido.

1974: El “golpe” de Ward

La película que reunió por segunda vez a Paul Newman y Robert Redford, The Sting, se basó en un texto escrito por David Ward, quien no se prodigaba mucho en las altas esferas dela industria hasta este descomunal éxito que se lo llevó todo. Como curiosidad, veinte años después volvería a repetir la hazaña de lograr que un guion con su firma fuera nominado a la estatuilla dorada en una película radicalmente opuesta a The Sting: Sleepless in Seattle (Sintonía de Amor o Algo para Recordar), en co autoría con Nora Ephron y Jeff Arch.

Le ganó a: nada más y nada menos que al ilustre Ingmar Bergman, quien competía con Gritos y Susurros.

1984: ‘Country’ para el alma

Tender Mercies, conocida también como Gracias y Favores o El precio de la felicidad le valió el único Oscar protagónico que ha recibido el actor Robert Duvall por encarnar a un cantante del género country en plan de redención tras batallar con su adicción a la bebida. Aunque las chispas volaron durante su filmación entre el protagonista y el director Bruce Beresford, el guion escrito por Horton Foote superó esa y otras desaveniencias, desde el constante rechazo de las productoras hasta el desinterés del estudio durante la promoción de la cinta.

Le ganó a: Ingmar Bergman (que suerte la del sueco), quien competía con la portentosa Fanny y Alexander

1994: el sonido de “El Piano”

El éxito de la producción escrita por la neozelandesa Jane Campion quedó reconocido en el apartado, el mismo año en que Steven Spielberg fue el centro de atracción por su monumental Schindler’s List. Campion se consagraba con su segunda película en una historia que se apoya con frecuencia en imágenes potentes con las que refleja el conflicto interno de sus protagonistas, acompañada de la música de Michael Nyman. Ese piano en la playa…

Le ganó a: Ron Nyswaner, guionista de Philadelfia…y al señor Ward, que se lo gaño en 1974.

2004: ‘Perdidos’ con Coppola

Vamos a jugar a las casualidades: el año en que debuta la serie Lost es reconocida una película con la que comparte algo del título: ‘Lost in Translation’ (Perdidos en Tokio), estrenada en el 2003, juntó a la jovencísima Scarlett Johansson con el hierático Bill Murray, de la cual surgió una curiosa historia de amor que ha sido comentada desde entonces por un diálogo que no se escucha en la película, pero que nos puso a pensar en la profundidad de algunos encuentros fugaces. Sofia Coppola refrendaba así sus méritos propios, al margen del peso del apellido paterno.

Le ganó a: la franco-canadiense Las Invasiones Bárbaras, de Denys Arcand…y a los guionistas de Buscando a Nemo. Una de esas extrañas competencias en los premios de la Academia.

Y en el 2024

La película francesa Anatomía de una Caída ha sido un inesperado y merecidísimo éxito para su directora y co guionista Justine Triet, y en mi concepto es la ganadora del año, salvo que se decanten por reconocer lo local con David Hemingson por el guion de The Holdovers. Cuenta con otra gran rival, Past Lives, a cargo de Celine Song.

¿Quiénes son sus favoritos para la ceremonia del 2024? Vía X estaré comentándola en vivo y en directo por si desean seguirme por allí: @juanchoparada

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