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Un tema que cobra escabrosa vigencia por los casos recientes de explotación sexual comercial de niños, niñas y adolescentes en nuestro país encuentra nuevos matices con dos producciones que describen un oscuro panorama desde las falsas promesas del espectáculo y la fama. ¿Qué vínculo las une? ¿Por qué no debemos aplazar las conversaciones sobre las realidades que plantean?

Quiet On Set: el lado oscuro de la fama infantil

Nickelodeon es como la casa de dulce del cuento de Hansel y Gretel: rebosante de caramelo, ‘slime’, y risas, no solo creó un imperio mediático abrumador que calcó a la perfección el esquema de Hollywood como fin último de los aspirantes a triunfar en las pantallas, sino que lo entregó en un empaque apto para cualquier menor de edad. Desde luego no se hizo solo, hay adultos en este negocio y, tristemente, algunos de ellos lograron cimentar su nombre y su fortuna sobre la dignidad de toda clase de representantes de la industria.

La serie documental creada por Mary Robertson y Emma Schwartz sabe lo que toca con estas revelaciones de abuso psicológico, depredación e intimidación sexuales, humillantes condiciones laborales y violencia de género, solo por mencionar una parte de la larga lista de vejaciones que durante años fueron invisibles a los ojos del público, aunque fueran evidentes las señales. No se trata únicamente de hablar del pasado con la mirada actual, donde todo parece permitido y sin filtro alguno. Siempre se ha tratado de la infancia, expuesta a situaciones que pasaron de simples anécdotas a actos en vivo y en directo bastante bizarros, a sexualización sin motivo, a chistes de doble sentido disfrazados de buen rollo.

Ningún actor y actriz, guionista, maquillador o director debería haber pasado por eso solo por dinero. ¿Quién hubiera querido trabajar en ‘¿El Show de Amanda Bynes’ con semejante ambiente enrarecido en la sala de guionistas o en el que hasta pedófilos rondaban a las estrellas? Muchos criticarían el poco aguante, que la generación de cristal y no sé cuántos argumentos sobre “la humillación que forja el carácter”. Desde mi punto de vista esa no debe ser la referencia para consolidar experiencia, que se deba aguantar de todo para “aprender”. Mucho menos cuando se trata de medios de comunicación y, aún más delicado, televisión infantil o juvenil.

Ahora, todos los ojos giran hacia la figura del escritor y productor Dan Schneider como la figura central del desmadre que acontecía tras bambalinas de shows como “All That” “Drake y Josh” “I Carly” entre otros éxitos. Aunque no pesan sobre él cargos directamente relacionados con los hechos revelados en la serie, sí que es imposible sacarse de la mente la idea de su responsabilidad ante las escasas o nulas medidas que debió adoptar para proteger a su equipo de trabajo. E indudablemente su reputación voló por los aires, así no lo parezca de momento. Es poco realmente frente a lo sucedido. Creo que las vacas sagradas, esas figuras imponentes e intocables, se encuentran al borde de la extinción, y las que queden por ahí, que se preparen para lo peor si su legado dista de ser un ejemplo de rectitud y buen trato. Acá pueden leer su réplica a la serie.

La diversidad de testimonios que incluyen a algunos padres y madres de familia, los constantes descubrimientos de podredumbre tras los coloridos escenarios y las declaraciones de figuras como Drake Bell cubren tantos terrenos que cuesta creer en un principio tanta omisión frente a todo lo que estaba pasando. Lo que sí queda patente es que la fama no lo vale todo, por lo que ojalá las víctimas que hablaron ante cámaras encuentren la restitución de sus derechos tras años de silencio y terapias. Los cinco episodios se encuentran disponibles en la plataforma Max.

‘Bebé Reno’ va muy lejos

Los primeros comentarios de la serie creada por el británico Richard Gadd apostaban a una serie fundamentada en algún hilo de X, llena de giros dramáticos mezclados con comedia inglesa impertinente. Pero solo era una impresión. Realmente hablamos de una catarsis en el que el cuento de la acosadora solo es el anverso de algo más profundo. En este caso, me permito contarlo, del abuso sexual que vivió el creador de esta serie, siendo un adulto, tras juntarse con una de esas ‘vacas sagradas’ que le prometió un ascenso vertiginoso en el mundo de la televisión mientras lo inundaba de cuanta droga conocida podía conseguir.

No recordaba tanta crudeza en un relato de esta naturaleza desde que vi hace muchos años la película nominada al Óscar “El Príncipe de las Mareas”. Porque aún está vedado reconocer pasados de abuso en los hombres, como si eso no pasara o no dejara huellas. Y si se trata de un hecho acontecido en la adultez, es algo que “uno se busca” y mejor se calla antes de exponerse a burlas o lástimas. Aquí hay una valentía inusual en la necesidad de admitir un hecho y a partir de ello dejar de culparse por lo sucedido. Nada justifica que alguien se aproveche del estado de indefensión o enajenación de otra persona para hacerle lo que se le venga en gana. La serie ha impactado a la audiencia tanto por la consabida lección de las máscaras que creamos en la virtualidad, como en la reflexión sobre en quiénes nos convertimos cuando la vida nos golpea, qué queda de nosotros tras la tempestad, en quién podemos confiar. Y ahí está el nexo con la serie anterior de Max. La confianza es un valor inestimable y su pérdida es un empujón al abismo. Si nadie es digno de ella ¿qué nos queda?

Puede que mañana pase el efecto mareador de esta producción, que nos regala grandes actuaciones de los protagonistas y un ambiente que poco a poco se torna devastador, pero su mensaje debería calarnos hondo precisamente sobre cuán destruidas están las relaciones humanas, bien sea desde el abrazo a lo desconocido como escapatoria, el daño ajeno como supuesto placer o la indiferencia ante el sufrimiento de los demás. Los siete capítulos de esta serie se encuentran disponibles en Netflix.

‘Operación Esperanza’ en Prime Video

Casi un año después de los hechos que paralizaron a todo un país, llega la primera producción audiovisual en formato largometraje documental que aborda detalles de la odisea atravesada por los hermanos Mucutuy en las selvas colombianas, tras sobrevivir al accidente aéreo que les arrebató a su madre. Parece muy pronto, si tomamos en cuenta que también se viene otro largometraje en clave de ficción. No obstante, no se puede obviar el hecho de lo impactante de este relato de vida, aderezado con injusticia social y violencia intrafamiliar como trasfondo, que desemboca en el fatal vuelo y pone a toda Colombia a suplicar con todos los medios posibles el regreso con vida de los cuatro niños. Dirigido por Tom Cross, realizador de formatos como ‘Inside the World’s Toughest Prisons’, y con la locución de Gloria Emilse Martínez Perea, la popular Goyo del grupo Chocquibtown, ‘Operación Esperanza’ no quiere dejar suelto ningún testimonio esencial, sobre todo en lo concerniente al operativo conjunto desplegado por Fuerzas Militares, guardia indígena y demás colaboradores. Este trabajo se suma a las publicaciones que ya inundan las estanterías como el libro “Los Niños del Amazonas, 40 días perdidos en la selva”, del periodista Daniel Coronell, por lo que veremos cómo se amplía la información que ya conocemos sobre lo sucedido. No olvidemos al perrito Wilson, quien también cumplirá un año desde su desaparición en la selva.

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