Para estas elecciones atípicas en Cartagena elegir un mal alcalde no va a ser tanto culpa de la gente por su falta de criterio para votar, como por falta de candidatos en quien creer.
Angustiada por la falta de opciones le dije a una persona que admiro que por qué no aspiraba a la Alcaldía y me dijo que porque no tiene los dos mil millones de pesos que se necesitan para hacerlo. Inmediatamente le contesté que si él conseguía los dos mil millones para su campaña, yo no votaría por él.
Todavía no conozco a la primera persona con vocación de servicio auténtico que desee ir a un cargo de poder dispuesto a ser un «empleado» más, sin ninguna ambición distinta de recibir el sueldo que reciben, el cual, es acorde a las responsabilidades de su cargo, pero jamás suficiente para pagar los «préstamos» tan altos que se hacen en campaña, y mucho menos para enriquecerse él, su familia completa y al menos los dos aportantes más significativos. Sin embargo, sin reparos, somos testigos de campañas onerosas que deberían al menor indicarnos, las cantidades que sacarán por derecha del erario para recuperar la «inversión». Yo invito a votar por la campaña más austera.
Rasgándose las vestiduras dirán que son aportes voluntarios de gente desinteresada que tiene fe en sus capacidades para dirigir los destinos de la pobre ciudad, o que son producto de unos «ahorritos» que han hecho a lo largo de su vida para este fin. Entonces uno pensaría que si es tan noble su intención, por qué esperar ser alcalde para trabajar por la ciudad y no mejor coger los ahorritos y los aportes de sus buenos amigos, y donarlos a una fundación o a la alcaldía misma, que suele no tener presupuesto para los problemas estructurales de la ciudad pero sí para los proyectos o contratos que curiosamente se adjudican a los financistas de la campaña del gobernante de turno, a quien adicionalmente le corresponde una comisión.
La unión de fuerzas liberales, conservadoras, verdes y de Cambio Radical en torno a la candidatura de Vélez Trujillo, sorprendieron por la eficacia con la que el «joven empresario» consolidaría en tan poco tiempo lo más parecido a la Unidad Nacional de Santos, quien goza de toda una dinastía poderosa.
Pero, no todo iba a ser tan sencillo para el «inexperto». Pronto las espuelas de los veteranos se hicieron sentir y logró Navas el aval conservador y María del Socorro, quien habría sufrido un revés por parte de las directivas nacionales de Cambio Radical, el aval de Afrovides. El centralismo volvió a hacerse sentir. Por el lado de Navas ignorando las decisiones del directorio distrital de no llevar candidato a la contienda y por el lado de Bustamante, retirándole el aval que los locales le daban.
Sin entrar a las razones que motivaron tales decisiones, hace daño al sentido de la democracia, el marcado centralismo que vivimos. Dejemos la hipocresía, si es acaso por corrupción y clientelismo en los directorios distritales, las directivas nacionales, que no son ajenas a los mismos flagelos (es que ya parecen apellidos naturales de la política) podrían abrir disciplinarios y sancionarlos, depurando la clase política y empujando su renovación, pero no desconociendo folclóricamente sus decisiones. En todo caso, ni para que me afano, pues todos son avales de papel. Los conservadores de aquí están con Vélez y los radicales de aquí siguen con Bustamante, no por desobediencia de partido, ni por afinidad ideológica, como se pretendería.
Volviendo a lo de la austeridad, Dionisio para la inscripción de su candidatura, llevó varios buses repletos de gente a Chambacú, vestidos de campaña por supuesto, misma practica que le vi hacer en su anterior campaña a la alcaldía, la cual debo confesar me pateó porque desde entonces pensé que no estaba haciendo nada distinto a lo que criticamos de los veteranos.
María del Socorro, la señalan de haber asistido a una fiesta en la cual se repartieron electrodomésticos y billeticos de cincuenta. Esto al parecer fue lo que motivó a Cambio Radical retirarle el aval.
Alcides Arriera va por firmas con el movimiento Cambiemos esta vaina y Wilson Borja es candidato por el Polo Democrático. Por su parte, el Verde se la hizo a Maturana, quien ahora le toca la puerta al ASI, el partido que le dio el aval al ex alcalde Campo Elías (QEPD).
Ya saben, mientras más sola y pobre sea la campaña, menos compromisos y más libertad para gobernar del candidato. Muertas las ideologías, programas de gobierno fusilados, candidatos poco convincentes, feria de avales; hay que votar por la campaña más austera, apostándole a reducir la corrupción. Yo estaré atenta hasta el último día para determinar quién merece mi voto.
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