Ahora resulta que el destituido e inhabilitado ex ministro y ex embajador Sabas Pretelt de la Vega, es quien asesora al alcalde y decide cómo recordarnos la historia a los cartageneros, por cuenta de reencontrar a su cuñada Vicky de Zubiría con el príncipe Carlos quienes se conocieron en esta misma ciudad en sus años mozos. Esa es toda la historia que valía para tan insultante decisión: la placa conmemorativa a Vernon y sus hombres por su fallido intento de tomarse a Cartagena.
Realmente no sé qué es más ofensivo, si la placa o sus declaraciones en defensa de lo indefendible: “Aquí no hay ninguna polémica, esto es el resultado de la gente que no conoce la historia y que malinterpretó el sentido de la placa”. Agregó que la placa por decir “a todos los que perdieron la vida” incluía también a los cartageneros y españoles, y cerró con el estimulante consuelo de que dicho homenaje atraería más cruceros ingleses a nuestras costas.
En definitiva, nos vio la cara. Con salidas dignas del carismático Cantinflas, asume que no sabemos leer y que por el hambre hacia el turismo justificaríamos un acto insultante a la memoria y también a los descendientes de un pueblo que no gratuitamente se reconoce “heroico” por no rendirse ante los más crueles y salvajes ataques que amenazaron con extinguir al último cartagenero.
La leyenda de la placa es clara: «Esta placa fue develada por sus altezas reales el Príncipe de Gales y su esposa la Duquesa de Cornualles, en memoria al valor y sufrimiento de todos los que murieron en combate intentando tomar la ciudad y el Fuerte de San Felipe bajo el mando del almirante Edward Vernon en Cartagena de Indias en 1741″.
Si, una sola frase puede resultar tan violenta como los ataques de cañón de la época, por ello, no podríamos los cartageneros ser indiferentes y más que manifestar indignación a través de las redes sociales, deberíamos formalmente solicitar el retiro de la placa y no estarían de más unas disculpas del Alcalde, quien si desea seguir gobernando debe reivindicarse, bien podría, retirar sus fotos de los colegio, retomar el escudo de independencia, escuchar los clamores de sus gobernados que se defienden solos de los corsarios contemporáneos que con túneles, puentes, obras, eventos, hoteles, amenazan con despojarnos y desplazarnos de la Cartagena “colonial”, que al parecer es la única que vale y por la que delira Dionisio.
El acto que se resume en servilismo y arribismo, demuestra que la emancipación es solo de papel y que al parecer tanto a la cuñada de Sabas, al mismo Sabas y a Dionisio los trasnocha el sueño inglés.
En 1741 Cartagena no era Colombia y los indígenas Americanos
que estuvieron peleando junto a los Españoles no lo hacían por su
propia voluntad. No entiendo cual es la molestia cuando en
Colombia abundan los homenajes a sus verdugos: la estatua de
Sebastian de Belalcazar en Cali, el monumento a Alonso de Ojeda
en Cartagena, la estatua de Gonzalo Jimenez de Quesada en la
plazoleta de la Universidad del Rosario…
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