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El Ministerio de Transporte declaró ilegal a Uber, pero Viajes Imperial, del magnate de los taxis Uldarico Peña, presta el mismo servicio y pasa inadvertido..

Cuando ayer en la W Camila Zuluaga y Claudia Palacios  le preguntaban a Uldarico cuál es la diferencia del servicio que él implementó  a través de una aplicación, (que le copió descaradamente a Uber), con la de Uber,  sencillamente no supo que responder.

Cuando las mismas periodistas le preguntaron a la ministra de transporte Natalia Abello  si sabía de la existencia de la empresa creada por Uldarico para prestar ese ´servicio especial´  tampoco se dio por enterada.

Tanto Uber como Viajes Imperial prestan un servicio de transporte puerta a puerta, a través de una aplicación, utilizando los carros de placa blanca, los cuales están afiliados a empresas de transporte especial. El argumento de Uldarico es que los vehículos son de su propiedad y que los de Uber no, algo que no tiene que ver nada, porque la norma no permite a esos carros transportar pasajeros puerta a puerta en forma individual, esos vehículos pueden prestar servicios especiales como rutas escolares, corporativas, de turismo y grupos de personas, mediante la existencia de un contrato. Uldarico le hace el quiebre a la ley porque esos carros son de su propiedad y ya tiene el contrato ´amarrado´.

Con esta situación queda demostrado que  en este país siempre se favorece a los monopolios y a los grandes empresarios, sin tener en cuenta las necesidades de los usuarios. Si a Uldarico le dieron licencia para eso, pues muy mal hecho, y si no la tiene, mucho peor..

¿Por qué a Uber lo declaran ilegal y lo de Uldarico si es legal?   Nos parece, y eso no compromete la opinión de EL TIEMPO, que  la ley del embudo es la que se aplica en estos casos, que al que tiene se le debe dar más, que  el transporte, en lugar de ser un bien público, es un negocio, como lo es la salud, la educación, la televisión.  Si Uber llegó a solucionar una necesidad expresa de los capitalinos, que no están a gusto con el servicio de los taxis amarillos, pues se le debe dejar trabajar, obviamente reglamentando su labor, pero no se le debe autorizar ese servicio, si es que el ministerio de transporte lo hizo, (y si no lo hizo peor),  a los magnates de los taxis, que ya de por si tienen monopolizado todo el mercado.

Aquellas personas y familias que adquirieron sus carros blancos, con placa pública, para lograr un ingreso y mantener sus hogares, no tienen por qué quedar a la deriva. . A ellos se les debe permitir trabajar también. El negocio del transporte no debe ser privilegio de pocos, y ya que no es un bien público, entonces que lo reglamenten para que genere empleo a dueños de esos vehículos y sus conductores, que no todo sea para los dueños y conductores de los amarillos.

Uber existe porque el transporte de taxis es, en su mayoría, ineficiente, inoperante e irrespetuoso. De seis de la mañana a ocho de la mañana no se consigue un taxi en Bogotá, igual de seis de la tarde a ocho de la noche. ¿Debemos supeditarnos a la ruta que a los conductores les guste, pagar lo que les venga en gana y soportar su maltrato y su grosería?  Obviamente no son todos, pero si la gran mayoría.

¿Por qué negarle a los bogotanos la posibilidad de usar Uber, carros limpios, conductores decentes, puntuales, atentos, que no preguntan para dónde va?, ¿y por qué al magnate de los taxis si se le permite hacer lo mismo que Uber y lo de él si es legal?

Bogotá necesita Uber, y no solo Bogotá, todas las ciudades de Colombia también, y no solo Uber, bienvenidas mil aplicaciones más, pero no nos obliguen a usar taxis sucios, con emisoras grotescas a todo volumen, con malos tratos, con cobros exagerados, con intimidación, amenazas y con miedo. Repetimos, no todos los taxistas son así, pero si la gran mayoría.

Lo que se debe hacer es reglamentar el servicio de Uber, de Uldarico y del que quiera entrar en el negocio. Ese cuentico ´chimbo´ que los carros blancos no tienen todos los seguros es pura paja, a esos vehículos les piden los mismos seguros porque los deben tener al afiliarse a las empresas de transportes especiales. El gobierno no tiene argumentos para declarar a Uber ilegal, y si puede, si le pone voluntad, permitir que estas empresas que quieren operar mediante una aplicación, trabajen sin perseguirlos y sancionarlos. Es claro que todo debe ser reglamentado pero el Ministerio de Transporte debe rodar de acuerdo a la tecnología y las necesidades de la gente. Las aplicaciones son más rápidas que las leyes por eso se deben modificar rápidamente.

Como diría el Totono Grisales, (exjugador de la selección Colombia) luego de una derrota, ´´Queda un sinsabor amargo´´ por la declaración de ilegalidad de Uber y por la permisividad del Ministerio de Transporte, (si es que lo sabe), por dejar al magnate de los taxis, Uldarico Peña, operar sus carros mediante su aplicación, (copiada descaradamente de la Uber), prestando un servicio puerta a puerta, (aunque él lo niegue), con carros blancos, de placa blanca, con el argumento absurdo que los vehículos son suyos y que Uber no es dueño de ninguno.

Las normas y las leyes no pueden ser ortodoxas y retrógradas, deben evolucionar al ritmo de la tecnología y de las necesidades de las ciudades y sus habitantes. Queda en manos del Congreso modificar lo que el Ministerio de Transporte no fue capaz, y ya que van a legislar, entonces que se presente un proyecto de ley donde se acaben de una vez por todas los monopolios del transporte, de la salud, de la educación, de la televisión, de los medios de comunicación, de los grupos económicos, y hasta de los pañales y del papel higiénico.

Acá les dejamos un artículo anterior sobre el mismo tema

Blanco es, Uber lo pone, y los amarillos se indisponen

giovanniagudelomancera

periodista

Tarjeta Profesional #8356 Expedida por el Ministerio de Educación Nacional

síganos en twitter @giovanniagudelo

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