Alguna vez que estuve en Argentina mi amiga Leslie me advirtió que allá las mujeres eran cosa seria, que no son como en Colombia. Y es que acá con las mujeres hay que ir despacito, que la miradita, que la invitada a bailar y empezar a preguntar pendejadas, como para hacer inteligencia y contra-inteligencia. A la segunda vez que bailas con ella ya sientes que ganaste puntos y puedes considerar la posibilidad de que te dé el número de teléfono que es y no el de alguna panadería de Chapinero. En Colombia las cosas son a otro ritmo, más romántico si se quiere, pero lennnnto. Casi casi que toca conocer primero a los papás y obtener la bendición de la abuelita para poder avanzar alguito con la sujeta. Esa cogidita de mano es bien luchada. En Argentina no. Aunque creo que no logré ningún avance porque yo no supe cómo es la dinámica por allá, o qué tipo de señales hay que saber leer.
La segunda vez que fui a Argentina, iba decidido a intentarlo todo. A dejarlo todo en la cancha, dar el 110 por ciento y hacerle caso a la estrategia del profe, a ver si por «ay» se nos dan las cosas. Fui a sudar hasta la última gota. Empecemos porque allá la rumba empieza mucho más tarde. Es perfectamente normal llegar a un bar (o boliche) a las 2 am. Esa vez iba con un grupo de amigos de la U, con quienes nos reencontramos varios años después para ir a ver el concierto de U2, hace ya muchos años (acá me imaginan con bastón y cobija en las piernas contándoles la historia).
Como buenos turistas nos subimos a un taxi y le dijimos al señor conductor que nos llevara al bar de moda. Cuando llegamos al dichoso lugar sólo había niñas. Y no digo mujeres, digo niñas; yo creo que no pasaban los 20 años. Casi que podía sentir el olor a leche en polvo. Pero bueno, que hubiese muchas niñas podía ser muy bueno o muy malo: por ser pocos hombres hay más probabilidades de lograr avances con alguna, pero por otro lado llega un momento en que ya no te interesa enredarte con mujeres muy chiquitas. Eso de criar ya luego aburre.
Yo iba con la experiencia y advertencias de un par de amigos que me aseguraron que las argentinas se conquistan en tres pasos: 1. Mirada, 2. Beso, 3. Cama. Y entre esos tres pasos no debe pasar mucho tiempo, es decir 5 minutos entre el 1 y el 2, y unas dos horas para el paso 3. Perdónenme pero ese es otro nivel para mí. No sé si es que yo soy muy pendejo, muy chapado a la antigua o muy rolo, pero yo todavía no concibo que darle un beso y llevarse a la cama a alguien sea tan fácil como esos tres pasos. Yo con un beso quedaba tranquilo.
Juro que lo que voy a contar es verdad. Hallábame yo bailando con mi amiga Yadira alguno de los muchos reguetones que sonaron. Hasta ese momento yo pensaba que el reguetón era un género poco conocido en la Pampa pero, ya ven, el perreo llegó hasta Argentina. O sea, hasta abajo mami, hasta abajo. Bueno, supongo que por el hecho de ser caribeños los colombianos bailamos diferente y que por eso poco a poco se fue acercando un grupo de jóvenes nativas, di tú, unas ocho peladitas. Las miraditas fueron y vinieron. Empezaron a bailar con nosotros, festejando el comienzo de cada canción. Como en Colombia.
Las niñas siguieron coqueteando de manera casi descarada, hasta que sin ninguna razón aparente se fueron. Todas. Las ocho salieron instantáneamente. No sé si tenían un chip metido y el papá de alguna les oprimió un botón desde un control bluetooth. O si la líder del grupo se rascó la oreja derecha, seña que en porteño significa «nos largamos de aquí, chicas». El caso es que yo no entendí un carajo. Afortunadamente yo no estaba bailando sólo y pude disimular abrazando a mi amiga mientras gritaba «Weeeeepa». Como en Colombia.
Tras ese imprevisto, decidí alejarme de mi grupo de amigos y aventurarme solo. De cacería. De nuevo empecé a bailar, sólo en la mitad del bar. La misma rutina se repitió. Un grupo de niñas poco a poco se empezó a acercar. Y recalco lo de «niñas». Era la misma escena, como si Jacques Cousteau estuviera narrando el ritual de apareamiento. Varias de ellas me coqueteaban, particularmente una; se me acercaban de manera intimidante (es que uno de rolo inexperimentado por allá tan lejos… no crean, uno se asusta). Claro, yo me dije «aquí fue, carajo. Señores, Gamboa no pasó en blanco». Si una niña me mira, me hace ojitos y me sonríe, ya estoy del otro lado. Como en la patria.
Algunas de las integrantes de la manada tenían blackberry (era esa época de la humanidad) y estaban chateando. La niña que más me coqueteaba -que ahora llamaremos Flori- me estaba bailando muy cerquita, casi pegándome la cola, como en Medellín, mientras estaba respondiendo en su celular un chat de alguna amiga que decía «DALE BOOOCAAAAA». Juro que decía eso. Bueno, es probable que las niñas fueran hinchas furibundas del equipo Xeneixe y se estuvieran lanzando porras en medio de la rumba. Sé que los argentinos son muy amantes del fútbol. Menos mal no les dije que soy del América o sino me habrían humillado hasta el cansancio. Así son los boquenses. Sin embargo era posible que no estuvieran hablando de «Dale Bocaaaa, Dale campeóóóóóón», sino de mí. Al menos eso pensé esa noche, como buen criollo convencido.
Las niñas siguieron coqueteando de manera casi descarada, hasta que sin ninguna razón aparente se fueron. Todas.
Cuando alias Flori se me acercó descaradamente y me bailó poniéndome… bueno, digamos que ya no pasaba la luz entre nosotros… ¿Qué hice yo? pues puse mi mano en su cintura y empecé a bailar con ella. Como en la tierrita. Acto seguido, Flori se dio la vuelta y me empujó amenazante, como retándome a seguir -así son los buenos tangos-. Yo sólo opté por levantar mis manos y decirle «ya tranquila, no pasa nada», y seguí bailando en mi mundo. A los pocos minutos Flori se me acerca de nuevo y me empujó con más fuerza. Ahí ya no entendí. «Esta vieja está muy loca», pensé. Levanté de nuevo mis brazos en señal de paz, que está tan de moda ahora; incluso un muchachito empezó a gritarle «HEEEEEY. HEEEEEY», como diciéndole «marica, no joda que aquí no pasa nada», pero en argentino. Cuando le pregunté al mancito qué pasaba me dijo «¿y qué sé sho? Y así son todas, ¿viste? Están loooocas».
Eso me tranquilizó y seguí en lo mío, inocente y desprevenido. Pero de la nada se acercó Flori y me lanzó una bofetada. Habría sido muy sencillo esquivarla y aplicarle un bloqueo, o regresarle el golpe con gancho al hígado (que de algo sirvan las clases de Kung-Fu y acupuntura por correspondencia que tomé antes de entrar a la universidad) pero estaba tan extrañado y sorprendido por el comportamiento de Flori, que sólo me dejé pegar. Vi la palma de su mano venir hacia mi cara hasta que sonó un PLAF ahogado y sentí ardor en el cachete. La miré extrañadísimo y le dije con el acento más colombiano que pude «oye, ya cálmate. En serio fresca», y me fui antes de que le diera por abalanzarse a golpearme. O de pronto a besarme, violarme y luego fumar, como en los tangos. Y no me dio miedo por lo loca que podría estar ella sino porque no me gusta ser fumador pasivo. Odio que la ropa me quede oliendo a chicote y soy muy estricto con eso.
Me regresé al lugar donde estaba originalmente y allí estaban las mismas niñas del principio. La manada de ocho. Bailé con ellas, me pidieron chicles y les compartí. Como yo era el único hombre del grupo, fui feliz. Estaba a punto de bailarles el trencito cantando ilarilari-é y convencerlas de que eso es lo último en las fiestas reguetoneras por el caribe, pero en ese momento llegó Sebastián a decirme que ya nos íbamos. No pude convencer a ninguna. Culpa de Sebastián, obviamente.
Nunca entendí lo que pasó con Flori y nuestro prometedor amor fugaz. Me fui cabizbajo y pensativo, pasé varias noches sin dormir. Hay temporadas en que me despierto a las 3 de la mañana sudando y gritando «NO, FLORI, ¡NO!». Pero aunque esa noche no me dieron ni medio beso, aprendí algo muy importante: desde chiquitas las mujeres cachetean duro.
Yo juraba que en diciembre iba a tener menos trabajo, pero nada. De hecho, uno de ustedes (Alejandro Navia) me dejó un comentario premonitorio. Pero no me rendiré, voy a llegar, seguiré mi camino, hasta el final.
Como cada semana, les comparto una historia anónima (clic acá). Se llama «Payaso triste». En la entrada anterior les hablaba de un podcast, pues hoy se los presento. Acabamos de publicar el primero de 6 capítulos del Podcast Soy Anónimo. En esta primera temporada hablamos de Infidelidad, Sexting, Swingers, Aborto y Sexo a temprana edad. El primer capítulo es sobre Sexting y acá se los comparto. Me cuentan qué tal les parece. Creo que el reproductor queda muy grande pero no lo pude ajustar. Disculpen. Para escuchar presionen el círculo amarillo y listo.
https://www.spreaker.com/user/soyanonimo/sexting
Les voy a ser sincero. Hay cosas que creo que se hubiesen podido hacer mejor, pero creo que mis estudiantes hicieron un gran trabajo y es un excelente comienzo para estos podcast. Espero que con el tiempo sigamos preparando material y que muchas personas nos cuenten sus historias con estos temas tan difíciles de conversar abiertamente.
Aún les estoy debiendo una denuncia que me hicieron llegar acerca de la falta de civismo. Ese tema lo he querido hablar hace rato. También les cuento que planeo hacer unos cambios en el blog, porque varias personas me han dicho que les da pereza comentar porque toca registrarse en El Tiempo. Estoy evaluando varias cosas a ver cuál es la mejor. A manera de chisme, estoy considerando seriamente escribir el libro «Le pasó a un amigo», con las historias de Andrés que se han publicado acá y otras más que tengo por escribir. Obvio, acá publicaré varias, pero las más «censurables» las dejaré para el libro. Lo que me acuerda de otro chisme. Me contaron hace poco que La Tenista se casó. Cuando Andrés se entere le va a dar duro, jajaja. Aunque él asegura que ya la superó. Más abajo les comparto tres historias de Andrés.
Esta semana fue la noche de las velitas, y quiero aprovechar para agradecerles a ustedes los lectores por tanto apoyo. Créanme que de las cosas que más me alegran la vida es leer sus comentarios. Los siento casi como amigos, como para pedirles plata prestada y todo, jajaja.
En fin, eso es todo por ahora. Feliz diciembre y sean felices. ¡Chau!
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Pero si quieren les recomiendo algunas entradas anteriores: «Le pasó a un amigo: La prima«, “Le pasó a un amigo: La tenista“, «Le pasó a un amigo: El bombón«.
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Omar, buen artículo, pero al final no entendí por que lo golpeo si desde el principio habia buen «feeling»?? ahora bien, el primer empujo, no desperto alguna sospecha?
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Debí leer las señales. Igual, cuando me empujó yo ya dejé de bailar con ella, pero volvió. Estaba loca.
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Omar!!!
Definitivamente sí están locas. Además son la más celosas del mundo y un «poco» lanzadas. Quizás la cachetada que te dio fue por no ser más atrevido, como a ellas les gusta jaja.
Tuve la oportunidad de estar en Buenos Aires unos días de vacaciones e ir a una rumba. El espectáculo que dan es en realidad para sentir lo que llamamos «pena ajena». Niñas tiradas en la calle, borrachas, con sus pintas medio desnudas. Definitivamente otra cultura que para nosotros puede ser lamentable y quizás para ellos puede ser normal, como todo, hay diferentes formas de ver las cosas y hay temas culturales que marcan la diferencia.
Un abrazo!
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Muy cierto. Ya vi que te pusiste al día en lectura, jajaja. Muchas gracias.
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Jajajaja me haces reir mucho, eres muy ocurrente, me meto en las historias que hasta en la oficina me preguntaban que de qué me reia. Y que feo la gente que se toma las cosas en serio; aunque no estamos locas, se que escribes para divertirnos y hacernos pasar un rato (más de 5 minutos) agradable, no para insultar a nadie. La verdad no me interesa si es verdad, o si exageraste o inventaste algo, lo importante es que, a modo personal, empece el dia con una sonrisa. Gracias por escribir para nosotros 🙂
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Tan bonita, gracias por decirlo, Kathe. Es bonito poderle alegrar esos 5 minutos, jajajajaja.
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Jajajaja ¡De veras que te pasan unas cosas! jajajajaja Como decimos en mi tierrita: «Se las tiran de locas pa’ pasar la fiesta encueras». Debes verle el lado amable, aparte de la cachetada también te trajiste una anécdota que ahora compartes con nosotros. ¡Un abrazo!
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De todo se aprende, jajaja. Un abrazo, Irene.
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Creo que la niña era una calientahuevos jajjajajajja
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Jajaja. Pero no me dio ni la hora. No clasifica ni en eso 🙁
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Hola Omar, muy buena historia me divertí en cada renglón.
Saludos!
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¡Hola Jones! Muchas gracias 🙂
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Muy buenas historias.
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Muchas gracias, John!
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bueno como hacer un break y reirse un poco ..
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Gracias Claudia! 🙂
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jajajajaja muy chistoso…
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Gracias, Juanita. 🙂
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Viajé allá a estudiar escritura porque en arte nos llevan siglos. En mi primer fin de semana conocí una pelí roja divina, esa primera noche la besé y como ya era tarde pensando que no tenía nada que perder la invité a quedarse en mi hostal, sorpresivamente aceptó. Amo Argentina!!! Ah, no me gustó ese estilo tan ñoño.
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Jajaja, qué bueno por usted. Yo, con mi estilo ñoño no logré nada, excepto por esa bofetada. Mi sentida admiración.
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Que redacción tan mediocre pobre y vacía.
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Gracias por comentar, Cesar. Ya aquí en confianza, ¿conoce un buen redactor? Uno que permita escribir con riqueza y contenido, uno que ayude a exprimir la pulpa de cada historia. De pronto se gana unos buenos pesos.
Quedo atento.
PD: El primer «que» lleva tilde.
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Que historia tan tonta, y vacía, la de este man…lamento haber perdido 5 minutos de mi vida leyendo su fallida experiencia con las pibes en Argentina, se merece otro bofetón nuestro por esa historia tan cursi….jajajajaja
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Nathaly, de todo corazón la felicito por su velocidad. Realmente le sirvieron esos cursos de lectura rápida. Lo que sí le pido es que no fomente la violencia, mire que La Paz está de moda y en diciembre solo hay fiesta por la llegada del Señor nuestro Dios.
Saludos.
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y pensé que estaba a punto de leer el secreto del universo………quedé tan iniciado como ud
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Le cuento un secreto, Andrés: es muy poco probable que encuentre el secreto del universo en un blog, más en una entrada que se llame «Todas están locas», pero me parece buenísimo su optimismo; como para aprenderle. Un abrazo.
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A mi me caía una chica argentina que se parecía a Claudio Caniggia ,total que a esconderme donde fuera porque si era intensa,corría mas que ese delantero,hasta pensé que era el ….
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Jajaja. Qué peligro. Gracias por comentar.
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Jajajajajajajajajaja genial !!! Morí de risa… gracias
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¡Gracias, Laura! 🙂
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De ver su perfil y sacar la conclusión de que es «buen escritor»…. la verdad deja mucho que decir. Sus comparaciones de niñas con leche en polvo es dramático. Si usted cree ser caballeroso, este artículo es parte de lo que lo aleja totalmente de la realidad de un supuesto hombre que quiere conquistar. La verdad las locas no son las mujeres. Los locos son los hombres que solamente estan pensando en sexo.
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jajajaja me hizo reir como siempre, muy buen blog
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Gracias Luis 😀
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La verdad no entendi. Y menos entiendo que aca algunas mujeres que quien sabe que se creen, validen y acepten que la mujer lo haya agredido sin ninguna razon. Yo por supuesto respeto a las mujeres y rechazo cualquier clase de maltrato. Por esa misma razon es licito que si una mujer le envia la cachetada, usted se la esquive o le bloquee el brazo. El no agredir a una mujer no incluye por ningun lado dejarse golpear. Yo no intentaria golpearla jamas, pero seguro mas de uno si le responde, no puedo decir que lo justifico pero si que uno se busca lo que se merece. A mi en Toronto me ocurrio algo medio parecido con una chica latina, muy joven pero con un espantoso olor a cigarrillo, no le puse atencion y se iba emberrancando, pero no a ese extremo de golpear.
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Pues… la verdad, yo quedé atónito cuando me pegó. No me esperaba eso nunca 😀
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Feliz diciembre y sean felices? En serio Omar? Palabras más, palabras menos, te vas de vacaciones y nos abandonas? Snifff…. Por cierto, los rituales de apareamiento cambian con la variedad de las especies, así que en cada sitio donde vayas la situación muy seguramente será diferente, pero no convierte a las mujeres en locas!
Un abrazo y espero que no sea el último del año!
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Nooooo, jajaja. Por el contrario, pretendo aprovechar diciembre para escribir más seguido. Ya prendí veladora. Un abrazo para ti 😀
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Por eso pasan casos como el de la niña de siete años porque como sociedad se tolera que personajes como este vean a la mujer como un objeto, solo sexo y nada mas. Seguro le leyeron la mente bien merecida tenia la cachetada
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Gracias Diana por traer drama a una historia que no pasó de ser una rumba inocente. Si hubiese querido hablar sobre el caso de Yuliana habría escrito algo al respecto. Feliz día y que superes tu problema con los hombres.
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JAJAJA no tu eres un chiste, gracias por escribir y te aseguro que tu libro va a ser un exito, a mi personalmente me gusta el producto nacional los extranjeros no se no son mi tipo jajajaja cuidate y feliz diciembre
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Jajaja, ¡¡gracias!! La verdad… a mí también me gustan las criollas. Trigueñas, pelo negro, largo, liso, ojos negros…
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Buena historia Omar, espero con ansias el libro.
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¡Gracias, David!
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El texto pobre de redacción, pero muy veridico! Vivo hace una decada en Argentina , y lo que les puedo decir es que solo a un enemigo le recomendaría a salir con un argentino/a…se quedo corto el relato (son tan bonitas o más que las colombianas , son bellas a lo natural) pero lo que ti3nen de bonitos , lo tienen de histericos..no tienen ni idea de como respetar a la pareja, si te cacheteo sin conocerte imaginen los que les pasa a los que se encartan con ellos jaja
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Diagnóstico: bajo coeficiente emocional del autor
PST: no estamos locas
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