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El pasado sábado los delanteros de Millonarios y Nacional ratificaron que no sólo se necesita anotar para trascender, su funcionamiento táctico también influencia en el juego.

 

Foto: AFP/Guillermo Muñoz (2018)-Roberto Ovelar celebra un gol frente a General Díaz.

Foto: AFP/Guillermo Muñoz (2018)-Roberto Ovelar celebra un gol frente a General Díaz.

Azules y verdes disputaron el clásico de la fecha, un duelo tradicional en nuestro fútbol. Y como era de esperarse, el espectáculo y el nivel estuvo a la altura. Este encuentro dejó varios detalles, pero hubo uno que llamó poderosamente la atención y fue el funcionamiento de los delanteros de cada escuadra, el caso de Roberto Ovelar y Hernán Barcos que tuvieron un sobresaliente rendimiento. No necesariamente fueron importantes por haber marcado un gol, sino por sus movimientos y funcionamiento que fueron algunos de los elementos que hicieron atractivo este partido. A su vez, esto deja una enseñanza importante al momento de evaluar el desempeño de un “9” en cancha.

Millonarios ya tiene un ADN construido, este se fundamenta en el orden defensivo, líneas largas, agresividad por los costados y juego directo iniciando desde el primer cuarto de cancha. Para este tipo de estilos, el delantero juega un papel fundamental, pues con sus movimientos y desmarques puede generar una distracción en la defensa rival para que otro jugador ingrese al área y pueda definir, o simplemente crear la línea de pase que le pueda permitir anotar. El paraguayo Ovelar, realizaba movimientos diagonales para marcarle el pase en largo a sus volantes de recuperación (Duque y Carrillo) o arrastrar la marca para que llegaran los extremos Pérez o Quiñones a rematar. Y muchos de esos movimientos se traducían en jugadas de peligro en favor de Millonarios. Además, Roberto por momentos se retrasó unos metros atrás para pisar el área con sorpresa y darle oportunidad a un rebote, no dar por muerta la jugada.

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Con esa fluidez y distintos desmarques, le dio la seguridad a Millonarios en el último cuarto de cancha. Y si a esto le añadimos que siempre jugaba de espaldas al arco, pendiente el movimiento del balón y sus compañeros para acomodarse y permitir un juego sencillo, sin rifar el esférico y forzándose a correr un poco más para llegar al control de la pelota, podemos concluir que la labor de Ovelar fue fantástica, es más, si se fijan en la jugada del gol del conjunto “Embajador”, el paraguayo siempre estuvo pendiente a cómo se movía el balón y cuando vio que le llegó a Marrugo, no lo pensó dos veces para meterse entre los centrales, marcarle un pase en diagonal y definir con potencia.

Tampoco podemos olvidar al otro equipo, Atlético Nacional, que por las circunstancias del juego fue privado de tener una posesión continua del esférico, pero que aún así se paró bien en el terreno de juego y poco a poco fue encontrando los espacios. Su arma más letal era el argentino Barcos, que, como ese típico jugador inquieto, nunca dejó descansar a la defensa del rival, siempre estuvo presionando, moviéndose de lado a lado, buscando sociedades y priorizando el juego colectivo. También su virtud fueron sus movimientos, marcando diagonales constantemente, jugando fuera del área para poner el orden y la creatividad, cuando pudo actuó como pívot y liberaba los espacios para que se dieran remates de media distancia. Barcos siempre fue inteligente y aprovechó sus dotes técnicos para sorprender.

 

Foto: AFP (2019) – Hernán Barcos, jugador de Atlético Nacional.

Foto: AFP (2019) – Hernán Barcos, jugador de Atlético Nacional.

El argentino fue el jugador clave en el gol de Nacional, con velocidad le ganó la espalda a Rambal y aprovechó el hueco que Millonarios dejó atrás y cuando vio que le podían robar la pelota, baja el ritmo con un enganche magistral sobre Palacios y tener la comodidad de definir sobre Fariñez, quizás la jugada se ensucia un poco con la atajada del golero venezolano, pero Vladimir estuvo atento para concluir con el trabajo que hizo su compañero.

Entonces, todo esto, ¿A qué conclusión lleva? Los delanteros no sólo están para hacer goles. Son jugadores guerreros, inteligentes y que con sus movimientos también pueden contribuir para las anotaciones de su conjunto. Por ello no se les puede decir que han tenido un mal rendimiento por no hacer goles, cuando perfectamente han ayudado a que una buena cantidad de ellos hayan sido convertidos. Seguramente muchos después de leer este artículo seguirán pensando que la única misión del “9” es anotar, y están en todo su derecho de pensarlo así, pero en este fútbol moderno, que ha visto el crecimiento de la táctica y la estrategia, cualquier movimiento o acción puede desencadenar mayores cosas. Al fin y al cabo, también los defensores, los volantes y hasta los arqueros pueden anotar, y terminan convirtiéndose en los goleadores de su equipo.

Alejandro Matiz

@amatiz12

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