La opinión general está recostada en favor de Primoz Roglic como el mejor del año, sin embargo, un compañero suyo es merecedor de esta distinción.
Foto: AFP (2020) – Wout Van Aert triunfando en el Tour de Francia
Dicta el ranking de la UCI que Primoz Roglic fue el mejor ciclista de este 2020, gracias a sus 4237 puntos acumulados por sus espléndidas actuaciones en todas las carreras en las que compitió. Pero no solo es la clasificación de la máxima entidad ciclista la que marca eso, muchos aficionados y analistas concuerdan con que el esloveno fue el número uno de esta temporada. Si acudimos a ver sus resultados y rendimiento, saltan numerosos y sólidos argumentos que sustentan esa afirmación. Sería innecesario e insignificante entrar en un debate para escarbar razones que minimicen la labor de Roglic para decir que él no fue el mejor. No obstante, se puede recurrir a determinadas premisas que reconozcan el trabajo de un pedalista en especial para contrarrestar ese pensamiento. La idea de este artículo es expresar una opinión diferente a las ya plasmadas anteriormente sobre este tema, un parecer acorde con la realidad y argumentado desde las virtudes del ciclista protagonista de este escrito y no desde la idea de vituperar a Primoz, ya que, como dije, es algo irrelevante.
En el ranking ya mencionado aparece en 3º puesto Wout Van Aert, quien también puede ser considerado como el más destacado de este año. A comparación de su compañero, su perfil es distinto, el de un clasicómano, un corredor cuyos objetivos no pasan por ganar un Tour de Francia o una Vuelta a España, sino por conquistar clásicas, múltiples etapas en las grandes vueltas y la clasificación por puntos de estas. Por lo tanto, es ilógico exigir que Van Aert sea al menos podio de una grande para considerar que su temporada haya estado al nivel de Roglic. El belga apuntaba a otros certámenes y claramente era más relevante para él su posición en un monumento que en la general del Tour. Importante tener esto claro, porque de aquí derivan las razones que justifican la idea.
Lo primero y básico son sus resultados:
- 1º Strade Bianche
- 1º Milán-San Remo
- 1º Campeonato Nacional de Contrarreloj de Bélgica
- 2º Tour de Flandes
- 2º Campeonato Mundial de Contrarreloj
- 2º Campeonato Mundial de Ruta
- 3º Milán-Turín
- 8º Gent-Wevelgem in Flanders Fields
- 1 etapa y clasificación por puntos del Dauphiné
- 2 etapas del Tour de Francia
Los números hablan por sí solos, en todas las competencias donde tenía opción de victoria mostró competitividad y nunca salió del top-10. Además, a eso deben sumarse tres cosas, uno, que sus mejores lugares los consiguió en las pruebas de mayor importancia. Son pocos los que pueden estar a la altura de ganar un monumento, ser segundo en otro y en las dos modalidades de los campeonatos mundiales. Lo segundo, su competitividad. A Roglic se le aplaude que en todas las carreras en las que estuvo presente corrió con la mentalidad de ganar, pues bien Van Aert hizo lo propio en las pruebas que estuvieron a su alcance. Y tres, que sus conquistas fueron ejecutadas en una gran variedad de ejercicios: contrarreloj, etapas en grandes vueltas, clásicas de pavé, etc…
Sin embargo, hay que detallar su actuación en la Grande Bouclé, puesto que ahí, a mi juicio, se halla el elemento de más valor y que encabeza el listado de los argumentos dados hasta ahora. En dicha competencia, Wout llegaba con dos funciones primordiales, la de pelear por títulos parciales cuando la situación fuera idónea para ello y por supuesto, colaborar con la causa de Roglic. A lo largo del Tour, a Van Aert se le concedieron cuatro oportunidades para lograr una etapa. La primera se produjo en una atípica jornada sin fuga, con el viento protagonista en los últimos kilómetros donde con la presencia de todos los velocistas de renombre se impuso con autoridad. Dos días más tarde fue la siguiente, resuelta con victoria también al superar los intensos vientos laterales que generaron cortes importantes que descartaron a la mayoría de los expertos en el embalaje. En la tercera, en otra jornada llana, sin mayores desafíos, fue tercero ante la descalificación de Peter Sagan. En un embalaje más ‘normal’ fue mejor que otros sprinters como Elia Viviani o Alexander Kristoff. La última se dio en la famosa crono de La Planche, donde evidentemente fue superado por un extraterrestre como Pogacar y ocupó la cuarta casilla a tan solo 10 segundos de Dumoulin y Porte, y superando a su compañero Roglic. Esto se resume en una efectividad del 50 %, 2 de 4. Su primera tarea, la consumó satisfactoriamente.
En esa segunda faena descrestó a todo el mundo. La conformación de Jumbo en ese Tour daba a entender que Gesink, Bennett, Kuss y Dumoulin serían el soporte en la escalada del jefe esloveno, dejando a Jansen, Martin y Van Aert para su protección en el terreno sin desnivel. Pero Van Aert consolidó el mandato de las abejas en la ronda gala porque enseñó una resistencia en el único campo donde no había brillado: La montaña. Su contribución para la selección del lote en jornadas de alta montaña fue significativa. La capacidad para imponer un ritmo intenso por una considerable distancia se convirtió en una cualidad que nos dejó alucinados, teniendo en cuenta sus características que no encajan con la de un escalador. Semejante talante en la ascensión hizo que en algunas fracciones su labor fuera más notoria que la de otros trepadores del Jumbo. Y para reflejar eso desde lo numérico, está su colocación en la clasificación general. Puesto 20. Parece increíble, pero es así. Y es evidente que no cualquiera entra en el top-20 de un Tour, eso requiere de regularidad, de superar con cierto decoro los días vehementes. Hizo una mejor general que otros que, a priori, tienen más soltura para brillar en una prueba de 3 semanas, caso de Bennett, Chaves o Pinot.
Lo de Roglic no es novedad, se ha establecido como una baza fiable en las grandes y está dentro de lo previsible que logre semejantes resultados. En cambio, lo del belga sí es una novedad, en el presupuesto no estaba que él jugara un papel determinante subiendo y eso merece un reconocimiento especial, es meritorio. El fulgor en esta nueva faceta es una suma a las múltiples virtudes deportivas que ostenta y eso trae grandes beneficios, como ser útil para otras funciones como la que hizo para Roglic y para expandir su óptica en cuanto a objetivos, ya que puede optar no solo a las clásicas o etapas de carreras, sino a la general de un certamen de una semana, como él mismo ya ha declarado. Van Aert es hoy en día el único corredor capaz de ser eficiente en todas las modalidades del ciclismo, de ingresar en el favoritismo de cualquier competición. Hoy por hoy es el mejor.
En conclusión, fue el más destacado de la temporada ante sus descollantes resultados, su nuevo talento para sobresalir en las ascensiones, su mentalidad de pelear por todas las pruebas sin importar su relevancia y dificultades. No con tanta diferencia con su compañero, pero marcando la diferencia por su avance deportivo y el afianzamiento como un ciclista completo.
Alejandro Matiz
@amatiz12
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