CAPÍTULO LIX. Algunas reflexiones en torno al diálogo Estado – Mercado – Sociedad
«Algunas reflexiones en torno al diálogo Estado – Mercado – Sociedad[1].»
Para tratar de aproximarnos a una mirada sobre el mundo actual, debemos tener en cuenta diversos factores que delinean lo que podríamos llamar la situación global: un crecimiento económico sostenido, aunque vacilante e incierto; una inequidad social persistente; una degradación ambiental constante; y, un proceso de desintegración institucional creciente.
Es cierto, el mundo es hoy capaz de producir riqueza como nunca antes: el acceso a formas más eficientes de producción y comercialización, el surgimiento de nuevas economías –llamadas emergentes- especialmente en Asia, un crecimiento del mercado mundial, han hecho un mundo más confortable para una gran cantidad de personas que gozan de una oferta abundante de bienes y servicios para consumir.
Después de estar entusiasmados por décadas con un modelo de crecimiento y desarrollo, nos damos cuenta de los costos del sistema que lo han hecho insostenible: las desigualdades y las brechas entre ricos y pobres antes que disminuir aumentan, el ambiente se ha degradado y las instituciones nacionales y mundiales pierden credibilidad y capacidad de gobernar. Esta situación ha hecho al Papa Francisco, mirando la situación ecológica, hablar de “una sola y compleja crisis socio-ambiental”.
Algunos estudiosos del tema hablan de que el sistema y sus lógicas actuales se han agotado: hemos tocado los límites del crecimiento económico y de la depredación de los sistemas naturales y las dinámicas sociales y políticas piden un cambio de rumbo. Dicho de manera radical: Nos encontramos en un ciclo de transición entre una civilización que ya ha cumplido su ciclo histórico, y otra que aún se encuentra en proceso de formación. Eso que llamamos un cambio de época.
¿Cómo afrontar y gobernar este cambio de época? Tenemos que evitar “huir hacia adelante”, comportándonos como si no pasara nada, poniendo la confianza en la creación de nuevos productos que incentiven nuevas formas de consumo, encontrando nuevos lugares para producir a menor costo, dejando que la lógica del capital y del mercado sigan indicando el camino. No podemos seguir comportándonos como egoístas inteligentes, cada uno buscando maximizar su propio interés a espaldas del mundo y de la sociedad.
Un mundo nuevo necesita instituciones y formas nuevas. Hay que volver a un principio esencial de la vida social y de la economía: los seres humanos deben estar en el centro. La Economía es una ciencia social que está hecha para mejorar la vida de las personas, su fin no puede ser exclusivamente buscar rentabilidades crecientes en el capital aun a costa de la vida de la gente.
[1] Inspirados en el texto: “Doce ideas para el diálogo en torno a las relaciones entre el Estado, el mercado y la sociedad en el marco del respeto a nuestra Casa Común”, escrito por Guillermo Castro, Fundación Ciudad del Saber, Panamá ¨
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