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CAPITULO LXXVI.El mucho dinero.

Comienza el año y no podíamos hacerlo sin esa PLUMA a la que no se le escapa ninguna consideración actual, de esa que lo llevan a uno a lo más profundo de las meditaciones con definiciones posteriores que lindan con lo PROFÉTICO o mejor con el SENTIDO COMÚN… Para ello, el especialista es el Padre RAFAEL DE BRIGARD MERCHAN Pbro,quien nos deja esto:
El domingo 24 de diciembre de 2017 se publicó en El Tiempo un artículo firmado por el profesor de Princeton, Peter Singer y en el cual se refiere a los 400 millones de dólares que un príncipe pagó por una obra de pintura de Leonardo da Vinci. El autor deja ver su extrañeza y tal vez su escándalo por este uso del dinero, siendo que podría haber sido destinado a mejorarle la vida, incluso a salvarla, en millones de personas a través de programas de salud o vacunación o mejoras sanitarias. Pero no. El dueño de esa gruesa suma de dinero se dio el gusto de emplearla en ostentar su poderío económico y quizás, aunque habría que averiguarlo bien, su refinado gusto artístico. Este ricacho seguramente se mueve en la vida bajo el lema de que cada uno hace con su plata lo que mejor le parece y nadie tiene por qué indicarle un uso u otro. Y aquí es donde nos distanciamos del príncipe derrochón.

Unknown

Entramos en terrenos movedizos pues se respira en el ambiente la idea de que el dinero es intocable, más cuando se trata de mucho y es de otra persona. O de una sociedad, aunque esta la conforman personas. Es usual, muy usual hoy en día, que la riqueza monetaria sea exhibida y que se atribuya una especial importancia a quien es adinerado. Tal vez sea como una forma de quitar a la gran riqueza en dinero una posible connotación de extravagancia, de ser un tanto absurda, de ser desproporcionada cuando es de una sola persona. Entonces, lo que se debe hacer es elaborar unos listados en revistas de economía para “canonizar” a quien ha logrado llenar sus arcas con cifras desconocidas para el hombre del común y merecer el título de “rico” o de “millonario”. Por cierto, que la gente rica existe desde tiempos inmemoriales y del uso de su dinero se cuentan desde las historias más nobles y filantrópicas, hasta las más descabelladas y ofensivas, pasando por todos aquellos vericuetos en los que el dinero se comporta como vara mágica o llave maestra. Pero la reflexión que suscita el autor de Princeton es acerca del uso del dinero cuando este abunda en forma extraordinaria.Y mientras existan tantas necesidades básicas de millones de persona por resolver es inevitable preguntarse sobre cómo se debería utilizar el dinero que le “sobra” a la sociedad, o mejor, a personas que se han hecho verdaderamente ultramillonarias. ¿Todo se resuelve simplemente diciendo que cada uno hace con su dinero lo que le plazca? No para quienes creemos que el mundo debería ser justo con todos. Y está claro que parte de la justicia no llega sino a través de planes y acciones que cuestan mucho dinero. Y si se necesita mucho dinero pues hay que acudir a quienes lo tienen en grandes cantidades para que lo aporten de buena gana al mejor vivir de quienes están en condiciones existenciales muy precarias. Por eso es que resultan muy chocantes las noticias de los gastos superfluos de quienes podrían aportar para, literalmente, salvar vidas. El arte sobrevalorado, los automóviles más refinados, el deporte de élite, el lujo de siempre, la vida desordenada, la servidumbre que atiende desde el arreglo de las uñas hasta la preparación del baño, los gustos deportivos extravagantes y otras tantas cosas del estilo ofenden con razón la sensibilidad de la mayoría de las personas pues el sentido común sugiere que por ahí no es la cosa.
Es importante que a los dueños de mucho dinero alguien les pueda dirigir la palabra con cierta capacidad de persuasión, no para que se sientan mal ni autores de ningún crimen por ser ricos, sino para que miren por un momento las inmensas posibilidades que se esconden, no solo para ellos, sino para millones de personas, detrás de su acumulación de dinero. En efecto, un gran número de los problemas que padece la humanidad hoy en día se resuelve si se cuenta con el dinero para ello. Temas de alimentación, salud, higiene pública, educación, transformación de la tierra, potabilización del agua, extensión de redes eléctricas, apertura de caminos, etc, no se pueden resolver si no hay disponibles cantidades considerables de dinero. No es lo único que se requiere, pues deben estar presente también la verdadera planeación, la respuesta adecuada a cada problema, la voluntad política y también la de la ciudadanía, el gasto bien hecho, etc, pero el dinero suele ser el que hace que muchos de estos otros componentes tomen cuerpo. Y es por eso que tiene todo el sentido el buscar que los adinerados se resuelvan a destinar la mayor parte de sus fortunas a estas causas que son de toda la humanidad, que es su propia especie, y que no se despilfarre la riqueza en gastos que a la hora de la verdad son, no solo superfluos, sino bastante ridículos comparados con el bien que de otra manera se podría hacer.
Hay que perder el pudor para pedirle a los ricos, bien sean personas o instituciones o fundaciones, que aflojen el dinero de buena gana para impulsar el bienestar de la humanidad. Al mismo tiempo se le debe perder consideración a los herederos, sin dejarlos en la olla, pero legándoles algo justo y suficiente, pues gozan de muy buena suerte y esa no se debe criticar. Pero el mundo es más amplio y nadie necesita tener en sus cuentas personales cantidades fabulosas de dinero que incluso no puede utilizar en todo el transcurso de su vida. Los Estados, las instituciones especializadas, la academia, los centros de estudio y observación, los medios de comunicación, deberían poner continuamente ante los ricos las verdaderas necesidades del mundo para ver si de esta manera los persuaden de trasladar allí sus abundantes capitales ociosos. Con toda seguridad ya son muchos los adinerados que han comprobado el potente poder de su dinero para resolver las necesidades de los más pobres pues lo han destinado a fines de ese tipo. Urge seguir insistiéndoles para que el mundo sea mejor para todos y para que los ricos encuentren una fuente grande de bienestar personal para ellos mismos: el dar con gratuidad.

Y si le quedan motivos para entrar en su interior y escarbar esas lineas , póngale esta  MÚSICA   como complemento ideal de esa MEDITACIÓN…

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Padre RAFAEL DE BRIGARD MERCHAN Pbro.

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