CAPITULO XCVIII
Termina el AÑO ; y tal lo hicimos al PRINCIPIO ; no podíamos hacerlo sin su PLUMA a la que no se le sigue escapando ninguna consideración actual, de esa que lo llevan a uno a lo más profundo de las REFLEXIONES con definiciones posteriores que lindan con lo PROFÉTICO o mejor con el SENTIDO COMÚN…
Para ello, el especialista es el actual DIRECTOR de COMUNICACIONES del ARZOBISPADO de BOGOTA DC el Padre RAFAEL DE BRIGARD MERCHAN Pbro, quien es uno de los que nos UNIÓ y nos deja esto:
“Juéguesela, Señor Presidente…
Tal vez no haya ningún tema en el que los colombianos estén tan unidos como en el de la necesidad de la educación para todos. Los ríos de estudiantes que ahora están llenando las calles de las ciudades solo están haciendo más notable este acuerdo de la ciudadanía. Pero también está manifestando que hay que hacer mucho más por el acceso a la educación superior, bien sea esta pública o privada. El problema es de dinero, en parte. Hay otros factores en juego, pero de momento es necesario reconocer que tener más estudiantes requiere más recursos. Y hay que encontrarlo como sea. Y esta es una oportunidad de oro para cualquier gobernante con verdadero sentido de justicia y equidad. Y quiero sugerir al Presidente Iván Duque que se la juegue toda con los estudiantes y haga de ellos su mejor apoyo político para cambiar muchas cosas.
Tuerza, Señor Presidente, el presupuesto de la nación para el lado de la educación superior. No le pregunte tanto al Congreso qué deber hacer con el tesoro nacional. Le aseguro, Señor Presidente, que, si decide quitarle plata al Congreso, a las Car, a las superpensiones, a los escoltas que deambulan por Bogotá, a las Fuerzas Militares pues ya no hay tanta guerra, a las consultas electorales y a muchas otras áreas del despilfarro nacional, aunque las leyes se lo impidan, va a tener un respaldo político inobjetable. Sería usted un valiente que se decide a arreglar definitivamente uno de los problemas nacionales que nadie ha querido solucionar. Sería resolver algo importante en un país donde los gobernantes nacionales y locales nos han acostumbrado a su proverbial incapacidad de arreglar ninguno de los problemas que afectan a la gente del común: ni el tránsito, ni la educación, ni la salud, ni la seguridad alimentaria. Son de una ineptitud monumental. Ud, Señor Presidente, podría pasar a la historia con solo arreglar este nudo de la educación superior.
Sin educación todo es flor de un día. A punta de subsidios no salimos pronto adelante. Lo que quieren los jóvenes y sus familias es oportunidades, no tanto regalos, ni kits de aseo o escolares. Oportunidades para dotarse de herramientas en la vida y salir adelante, como lo pide a gritos la misma condición humana. Y la educación produce esto en tiempos relativamente rápidos. Si usted, Señor Presidente, voltea la torta del presupuesto radicalmente al campo de la educación, al finalizar su mandato les habrá cambiado la vida a miles de personas y les habrá regalado un horizonte de esperanza que actualmente ni siquiera pueden soñar miles y miles de jóvenes. No pregunte, no consulte tanto, Señor Presidente. Los ministerios, planeación, grupos técnicos, le enredarán la vida y le harán ver tormentas y oscuridades donde no los hay. El liderazgo requiere superar esta burocracia que a punta de estudios y estadísticas nos tienen paralizados en muchos campos que gritan al cielo más sentido común y acción en las soluciones
Señor Presidente: juéguesela del todo por la educación. Preséntese al Congreso con un presupuesto desmedido por este campo. Tome la carrera séptima a pie, convoque a miles de jóvenes en la calle y llegue al parlamento con papeles y pueblo. A ver quién le dice que no. No se levante de la sesión hasta que la masa indolente de congresistas le aprueben hasta la última coma de un proyecto de educación para toda la nación. Si toca dormir allá, le llevamos cobijas y sandwichs. Hora de sacudirse la modorra del Palacio de Nariño y de tomar decisiones históricas. Hora de hacer con la poca plata del país lo que beneficie a las mayorías y no a las minorías y sus intereses ocultos que se han ido apropiando de todo. Y cuente con todo el que esté metido en la educación, sea pública o privada; sume fuerzas, no destruya lo que ya funciona, impulse lo que requiere mejoramiento, estimule el ejercicio de la educación y también la creación de nuevas instituciones. Señor Presidente: hora de demostrar que usted es jefe de todos los colombianos y que siente pasión por ellos, ardor por solucionar aunque sea un problema real de la ciudadanía. Jugársela por los jóvenes es un acto de buena educación. Esperamos, Señor Presidente, su orden para presentarnos en las puertas del Palacio y caminar con usted hasta el Parlamento. Hora de grandeza.”
Y si AÚN le quedan motivos para entrar en su interior y escarbar estas lineas , póngale este CONTENIDO como complemento ideal para una REFLEXIÓN…
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