La semana pasada explicamos lo difícil que puede resultar conectar un imparable en el béisbol a nivel profesional; sin embargo, muchos opinan que no es la tarea más difícil de realizar en el terreno de juego. Ese título se lo lleva el ‘pitcheo’, ya que lanzar la pelota para lograr un strike es una de las habilidades más difíciles de desarrollar para los jugadores. Los resultados de un juego dependen del pitcher y de la correcta ejecución de un lanzamiento; y para lanzar un strike y ganar un juego se requiere no solo de fortaleza física y mental, sino también de muchas otras cualidades.
Durante el juego un pitcher pone en práctica muchas técnicas para realizar los lanzamientos: utiliza diferentes tipos de agarre de la pelota, desarrolla una mecánica de lanzamiento y efectúa cambios de velocidades. Así, cada técnica depende del jugador oponente, de sus cualidades y del momento del juego.
Durante cada lanzamiento se ven implicados los músculos de los dedos, que son los encargados del agarre de la pelota; los extensores y flexores de la muñeca; los que forman el manguito rotador del hombro; y, por supuesto, los músculos propios del miembro superior. También están involucrados en este proceso el movimiento y rotación del cuerpo con relación al brazo, así como la torsión del tronco. Como se puede ver, se trata de una actividad física realmente extenuante y repetitiva; y considerando que un pitcher abridor puede realizar en promedio 100 lanzamientos por partido (sin incluir los de precalentamiento), las cosas para ellos no son tan fáciles.
En cuanto a la pelota, a pesar de ser un elemento tan pequeño, esta requiere de un agarre específico y de mucha precisión al momento de ser lanzada. Además se debe tocar solamente con las yemas de los dedos y debe estar con la parte más ancha de sus costuras mirando hacia adelante.
Todo esto para entender lo que involucra un solo lanzamiento, pero la efectividad de un pitcher en el béisbol va mucho más allá. Las cualidades necesarias para lograr ser un buen lanzador son muchas, pues además de una buena mecánica también debe tener una excelente condición física, mucha concentración, consistencia y control. Y esta última característica es en la que queremos ahondar.
Como primera medida, debemos entender que cuando hablamos de efectividad en términos beisboleros nos referimos realmente a la capacidad que tienen los lanzadores de pasar la menor cantidad de entradas sin recibir carreras, esta es una mala traducción de la sigla en inglés “ERA” (Earned Runs Average), la traducción correcta sería “Porcentaje de carreras limpias”, pero para facilitar todo, decidieron simplemente llamarla “Efectividad” en español.
Así, la efectividad de un lanzador teóricamente es lo que define si un pitcher es de calidad o no. No obstante, muchas veces se comete el error de evaluar a los lanzadores por su cantidad de victorias; pero, aunque este es un dato importante, la verdad es que está más íntimamente ligado con el respaldo ofensivo de su equipo.
Tomemos en consideración el siguiente ejemplo: en su última salida, Julio Teherán lanzó 6 innings de gran calidad, no permitió carreras y solo le conectaron 5 hits, pero su equipo no anotó carreras. Así que Teherán, a pesar de lanzar un gran juego, no se llevó la victoria. De esta forma, si midieran su trabajo solamente por victorias y derrotas, esto sería totalmente injusto. Por su parte, la “efectividad” va más allá. Esta estadística se obtiene de una formula bastante básica en la cual se dividen las carreras limpias recibidas entre el número de entradas lanzadas y el resultado se multiplica por 9 (la típica regla de 3). Por ejemplo: Si Teherán lanzó 200 entradas en X partidos lanzados y le anotaron 50 carreras limpias, su efectividad será de 2.25, independiente de cuantos partidos ganó o perdió.
La efectividad es mejor mientras más baja sea, aunque guiarse por ella puede ser engañoso, sobre todo cuando hablamos de lanzadores relevistas (aquellos que solo intervienen 2 entradas o menos), en especial porque ya son pocos los pitchers que lancen las 9 entradas de un partido. Por esta razón, hoy en día una efectividad por debajo de 4.00 es considerada algo eficaz, mientras que una efectividad por debajo de 2.00 es algo extraño. Eso sí, un “ERA” generalmente por encima de 6.00 se considera totalmente inaceptable.
De todos los lanzadores colombianos nos queremos centrar en nuestros dos ases en las grandes ligas, el cartagenero Julio Teherán y el arjonero José Quintana. Ellos son hoy los únicos dos abridores que tenemos en la gran carpa y además han logrado mantenerse activos por más de 8 temporadas. Algo para resaltar, porque quedarse en las Grandes Ligas es una hazaña tan difícil como llegar a ella. Teherán debutó en 2011 mientras que Quintana lo hizo al año siguiente.
En la actualidad, Quintana es uno de los abridores de los Cachorros de Chicago y su mecánica es tan precisa que los jóvenes quieren imitarla. Esta temporada “Q” como es llamado en la MLB tiene una efectividad de 4.05 y un récord de 11 victorias y 8 derrotas en los 26 juegos en los que ha participado esta temporada. De por vida maneja una efectividad de 3.64 a lo largo de sus 8 temporadas.
Y aunque su temporada no inició de la mejor forma, en la segunda mitad ha vuelto a ser el lanzador dominante que siempre ha sido. Así, desde el 29 de julio, el arjonero presenta un récord de 8 victorias y solo 2 derrotas. Igualmente, el zurdo tiene una gran capacidad de ponchar bateadores. Con su última salida, de hecho, acumuló 1280 ponches, siendo esta su mayor virtud al momento de subir a la lomita.
Quintana ha realizado esta temporada 2347 lanzamientos que se desglosan de la siguiente forma: 36.1 % (Bola rápida de cuatro costuras), 26.7% (Curva), 26.6% (Sinker) y 10.6% (Cambio). Como se puede ver, su principal lanzamiento es la bola rápida que usa para ponchar, seguida de la curva. El sinker lo usa igual que la mayoría de los lanzadores que lo tienen en su repertorio, solo para provocar roletazos en el cuadro interior, pero es un lanzamiento muy delicado y requiere mucha concentración. Si un sinker se queda de las rodillas hacia arriba del bateador, fácilmente se puede convertir en un extra-bases. Y por último, el cambio de velocidad lo utiliza para desconcentrar al bateador que espera que le lance una bola rápida, o para lanzamientos en las esquinas del home.
Como dato final, el 44% de los outs que saca Quintana son por roletazos, así que su infield tiene mucho trabajo cuando él está en el montículo. Su recta, además de su sinker, promedian 91.4 MPH en su velocidad.
En la siguiente gráfica vemos la cantidad de lanzamientos de las tres últimas temporadas de Quintana y el promedio de velocidad en cada uno de estos tipos de lanzamientos.
En cuanto a Julio Teherán, después de un 2018 difícil, ha encontrado nuevamente la regularidad en sus lanzamientos. El cartagenero tiene un récord de 8 victorias y 8 derrotas en la presente temporada, con una efectividad de 3.39. Al igual que Quintana, “El caballo de Olaya”, como se le conoce, tuvo un arranque intermitente pero ha mejorado en la segunda mitad logrando 7 victorias en sus últimos 10 juegos.
Este año Teherán se convirtió en el segundo lanzador de los bravos en ser el abridor en el primer partido de la temporada, por 6 temporadas consecutivas. Esto es algo que solo había logrado el miembro del Salón de la Fama, Warren Spahn, lo que muestra la confianza que se ha depositado en el colombiano y lo que significa para su organización.
Siguiendo con este colombiano, en sus inicios se caracterizó por ser un lanzador que ponchaba muchos bateadores por juego, pero en los últimos años ha cambiado o modificado su estilo de lanzar. Ahora basa sus aperturas en cinco tipos de lanzamientos; 41.6% (Bola rápida de cuatro costuras), 22.3% (Slider), 20.3% (Sinker), 8.8% (Cambio) y 6.9% (Curva) en 2511 lanzamientos hasta el 25 de agosto.
Hay que acotar que Julio usa sus tres principales lanzamientos para ponchar, y en definitiva la curva no es su mejor lanzamiento. Los bateadores le batean para un promedio de .364, por eso es el último de su repertorio. Un cambio importante ha sido la velocidad de su recta, que la tenía a 92 MPH en promedio para el año 2015. Actualmente lo tiene en 89.8 MPH, esto con el fin de tener un mejor control.
En la siguiente gráfica vemos la cantidad de lanzamientos de sus tres últimas temporadas y el promedio de velocidad en cada uno de estos tipos de lanzamientos.
Otro dato estadístico por el que se evalúa en la actualidad a los lanzadores es por el WHIP (Walks plus Hits per Inning Pitched) que es el resultado de la suma de hits y base por bolas entre innings lanzados. Lo ideal sería que el resultado sea menor a uno, lo que significaría que en cada entrada es poco probable que se le embase a un bateador. Es realmente difícil tener este promedio por debajo de uno. En la actual temporada solo tres lanzadores lo tienen bajo esa cifra: Justin Verlander, Gerrit Cole y Hyun-Jin Ryu. Entre los colombianos, Quintana está en 1.29 y Teherán lo tiene en 1.32 ambos en el Top 50 en este ítem.
Así que la próxima vez que veas un juego trata de identificar los tipos de lanzamientos que hace el pitcher y, por supuesto, de evaluarlo por la efectividad y WHIP. Verás que no solo se trata de lanzar a lo que salga.
En esta columna semanal encontrarán toda la actualidad sobre nuestros peloteros colombianos, información sobre sus actuaciones y noticias relacionadas con sus movimientos. Así que si quieren estar al tanto de cómo les va a los nuestros en las grandes ligas y en las menores, suscríbanse a este blog.
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Una recomendación a Urshela, ahora el principal lo están ponchando con bolas abiertas de la zona. No puede seguir dejándole la decisión a esos señores, por lo que tiene que chocar para el jardín derecho, con swin corto.
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No explicas la diferencia entre la recta de dos y cuatro costuras, ni la recta cortada. Ni como el lanzador tiene que tener un lanzamiento para ponchar ni el que debe tener cuando cuando los demás no le están funcionando, ni que por lo general los batazos que recibe es por equivocarse y el receptor, que le mete inseguridad cuando usa determinados lanzamientos. Todavía recuerdo que para dominar a un bateador creí que se habían desprendido las costillas.
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