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Lo más grande que tenemos los seres humanos es la capacidad de amar y de soñar, los límites los establecemos cada uno de nosotros. Cada quien puede llegar hasta donde se proponga, el punto está en saber llegar al caminar. El secreto para llegar bien siempre será la humildad. Irradia dosis de amor al mundo y no pases por encima de los demás, al fin de cuentas solo estás construyendo tu verdad. En Periodismo de Blog espero entregarle a mis lectores eso: amor y sueños, por eso hoy les traigo este corto relato de una mujer que alza su voz con humildad. 

Escrito por Henry Orozco – @SoyHenryOrozco 

Son las 5:05 p. m. de la tarde del 06 de noviembre de 2020, las pantallas están listas. En el ambiente se percibe ansiedad, mucha. Todos quieren que salga bien. Faltó una ficha importante del juego —su manager y productor— y no fue por falta de responsabilidad, de seguro él está más ansioso en casa que el resto de personas que nos encontramos en el auditorio. Es un espacio cerrado, amplio, como para 200 personas —tal vez—; sin embargo, el protocolo de bioseguridad redujo la capacidad de ocupación.

-Hola —grita a lo lejos al verme llegar—. Sigue siendo el ser humano maravilloso que conocí en la universidad; llena de vida, alegría y de sueños. Ha sabido cultivar su esencia, y eso la hace especial.

—¡Qué felicidad verte acá! Tal vez no esperaba verme llegar, como muchos otros colegas y amigos a los que invitó pero que no quisieron presenciar el hito de su carrera profesional. Todo está meticulosamente organizado, le apostaron a una recordación de marca y lo lograron. Tal vez, es que eso de trabajar con gente que sabe del cuento sí funcione, como, por ejemplo, el amigo personal que se encargó del sonido, Juan Pablo Marín Álvarez, quien lleva rato trabajando para Pipe Bueno como ingeniero de sonido y que hoy se la está jugando con la nueva revelación de música popular: Beggo.

Tiene una voz envolvente, fuerte y bien formada. Es de esas mujeres a las que se les escucha cantar y te arrugan el alma. Tal vez pronto me pondrá a voltear copa, como Paola Jara, Francy, Arelys Henao o cualquier otra musa de la música popular. Tal vez después me los tome mejor con ella y con DNova, su manager, el que por motivos de salud no pudo asistir pero con quien seguramente pronto estaremos festejando el triunfo del éxito cultivado en la humildad. Quizá, algún día, hasta dedique, a alguien, su nueva canción, la que nos convoca al espacio que me invitó: Tal vez.

Beggo no es de acá, del Oriente antioqueño, pero representa a esta subregión con tanto sentido de pertenencia que se ha sabido ganar el aprecio de todos quienes le conocen y se deleitan con su canto. Ha participado en centenares de festivales de música y casi todos se los ha ganado. Cantaba en la universidad, en los coros, en las misas, en los eventos especiales, en las fiestas de pueblo, en los parches de karaoke y hasta en los paseos universitarios que tuvimos cuando estudiamos Comunicación social.

Tal vez cuando escribió la canción lo hizo con dolor y despecho, por Juan, el nombre que casi no quiso revelarme pero que le saque de forma imprudente, así como me gusta preguntar a mi, y que prometí que plasmaría acá como primicia de blog. Tal vez ese man la hizo llorar más de lo que se merece cualquier mujer —o persona— que solo quiere amar. Tal vez, como es habitual, ese tal Juan escuche la canción y le duela el alma, tal vez hasta se los tome, también al escucharla a todo volumen en su casa. Tal vez hasta ya la descargó en Spotify, o Deezer o le sumó más de cien reproducciones en YouTube. Quizá y hasta se sienta orgulloso de ser su inspiración, y es que como bien sabemos: no hay mal que por bien no venga.

Tal vez es el hijo soñado de Beggo, una canción que golpea fuerte en el pecho cuando se escucha y que como diríamos acá en Antioquia —o Colombia— “te alborota la tripa aguardientera”; un sueño materializado coproducido con un equipo de profesionales que han pisado los mejores estudios de grabación en Colombia: Schneider Martínez, Miguel Ángel Granada del equipo de Pipe Bueno y Elkin Castañeda, acordeonero de Francy.

Una producción que se recrea en una casa vieja de El Retiro, Antioquia, en una estructura de más de 150 años y que devela nuestro patrimonio histórico nacional en un videoclip de alta calidad. Un trabajo hecho con amor y pocos recursos, pero con la convicción de que llegará cada día más lejos gracias al trabajo colaborativo y las gestiones que su equipo desarrolla para mostrarle al mundo, tal vez, el gran corazón que tiene Beggo: una mujer de 32 años que vive aún en casa de sus padres, pero que les alegra la vida entre cantos y sueños.

“Acá plata no hay, entonces la idea es que ustedes me ayuden y compartan un montón para que podamos pegarla orgánicamente, porque ese es el poder que tienen las redes sociales”, Beggo

Tal vez, usted qué lee también se anime a compartir y hasta se emborrache, pronto, a costa de una mujer que le mete el alma a lo que hace y que tiene una voz digna de poner a sonar en su televisor, equipo o celular.

A Beggo la encuentran en redes como @BeggoOficial.

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